―Tres menús medianos, Tiff.

―¿Con lo de siempre? ―Mason asintió y al coger nuestros pedidos nos fuimos a una mesa libre.

―Pensé que no erais de aquí. ―dije a la par que mordisqueaba mi hamburguesa.

―Y no lo somos ―dijo Mason encogiéndose de hombros― Sólo que yo me quedo en Nueva York todos los veranos. O quedaba. Como ya he cumplido los dieciocho la custodia compartida se acabó.

―Algo de eso había oído ―dijo Hunter― Somos de un barrio que no está necesariamente lejos.

―Eso es genial. ―sonreí yo pensando en la tremenda distancia que me separaba de mi familia, amigos y algo más.

―No me quejo ―respondió Masón.

―Oye... ¿Quieres compartir algo con nosotros?

―¿Te refieres a lo del coche? ―Hunter asintió― Es una historia muy larga, tanto como para escribir un libro. ―reí irónica.

―Tengo tiempo y me encantaría escucharte.

Comencé a contarles mi historia. A lo largo del relato hubieron muchas risas, sensaciones de nostalgia, algo de rabia e incluso alguna que otra lágrima traviesa.

―Y bueno, solo era eso. Que recordé todo por una estúpida foto. Que de hecho voy a borrar en este mismo instante.

Hunter paró mis manos y Mason alejó mi teléfono.

―¿Y entonces tienes novio? ―preguntaron curiosos.

―Nada de eso. ―sonreí yo mientras veía nuestras bandejas vacías―Bueno, tengo que irme.

―¡Espera! ―exclamó Hunter impidiéndome el paso― ¿No piensas contarnos qué pasó al final?

―Quizás otro día. ―sonreí mirando mi reloj de muñeca y volviendo a coger mi teléfono.

Papá me había prometido llamarme en unos veinticinco minutos para algo que en teoría sería importante para mí.

Me despedí alegremente de los chicos que me habían caído fenomenal.

Parar un taxi aquí, en Nueva York, se me hizo algo difícil. Gracias al alma caritativa de Hunter conseguimos parar un taxi a cambio de que mañana le contase el resto de la historia. Daba gusto que a alguien le interesase lo que contaba.

El taxi llegó a la puerta de mi apartamento con cinco minutos de margen a la llamada de mi padre.

Subí deprisa las escaleras de la entrada y dejé el bolso en el recibidor.

El teléfono suena. Justo a tiempo.

―¡Hola princesita!

―¡Papá! ¡No me llames así!

―Después de lo que voy a decirte ni te importará.

―Estoy impaciente papá, suéltalo ya.

―Te he conseguido un anuncio, para que empieces a tener experiencia, como dices que no quieres colgarte de nuestra fama...

―Eso es genial pero... ¿A mamá le gustará? Ya sabes lo que dice de hacer anuncios.

―Si bueno, dejemos eso de lado. Y no había terminado. El anuncio será de los premios de YouTube Estados Unidos, y no sé si le conoces pero un tal Liam Harries, uno de esos youtubers, grabará el anuncio contigo. ¿Estás contenta peque?

―Wow, sí, pero no sé quién dices.

Se oyó pelear a Kendall y Jake por el teléfono.

―Está nominado al youtuber más guapo ―dijo Kendall como pudo.

―Y al más gracioso ―dijo Jake esta vez.

―Y al más loco y varias categorías más ―sentenció mi padre arrebatándoles el móvil― Es brillante.

Luego de alguna que otra tontería más acerca de mi primer día colgamos el teléfono.

Luego de alguna que otra tontería más acerca de mi primer día colgamos el teléfono

Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.

Googleé su nombre y miré una foto. Si que era guapo.

Nadie Dijo Que Fuera FácilDove le storie prendono vita. Scoprilo ora