HEKATE [Bucky Barnes]

XII

·amanecer·

Lana tenía las manos ocupadas hasta arriba mientras subía la compra de la semana al piso situado en Manhattan. Había descubierto que los súper soldados comen hasta reventar. O al menos le pasaba al que tenía encerrado en casa, que se pasaba el día con libros en la cara, leyendo historia.

Ahora había pasado a la guerra fría. Y estaba indignadísimo no, lo siguiente.

La noche anterior a esa, había señalado una foto del presidente JFK y le había confesado a Lana que esa había sido la peor misión en la que había participado. Lana todavía no salía de su asombro.

- Para qué tener un ascensor, si luego no va. – Lana bufó y abrió la puerta con las llaves. Posiblemente no subiría tan cansada si no hubiese pasado de hacer dos viajes. O si hubiese avisado a Bucky y la hubiese ayudado.

Lana se quedó parada en medio del recibidor, tirando las llaves al cuenco de las llaves. Que estaba lleno de todo salvo de llaves. Un boli, un pincel, varios trozos pequeños de madera (Lana no sabía cómo había llegado ahí la madera), varios envoltorios de chuches, y, arriba del todo, sus llaves.

- Ya estoy en cas-

Se paró en medio de la frase cuando vio su sofá hecho trizas, las cortinas caídas y dos agujeros en la pared. Lana dejó las bolsas en el suelo mientras se acercaba al campo de batalla en el que se había convertido su salón, buscando al problema principal. Tirado en una de las esquinas de la sala, temblando como si de una hoja se tratase, estaba Bucky.

- Joder. – Lana susurró, no sabía si estaba más confusa que asustada, la sonrisa se le cayó de la cara mientras miraba a su compañero de piso.

Parecía estar asustado a muerte, el brazo de metal, que normalmente lo tenía relajado, estaba delante de él como si lo fuese a proteger de un peligro inminente, y el normal, justo debajo de este, estaba lleno de cortes. Lana dio un paso de aviso, pisando cristales con sus bambas. Al ver que no se movía para atacarla, Lana dio un paso más.

Siete pasos más, Lana se había colocado delante de Bucky y se había agachado a la altura de su cabeza, poniendo las rodillas en el suelo y las manos en sus muslos, apoyándose en ella misma.

- Pensaba que redecorar habitaciones no era lo tuyo, Bucky. – No la miraba, seguía mirando hacia adelante como si hubiese visto un fantasma. – Ahora estoy segura.

Fue a ponerle la mano en el hombro, pero él saltó de su tacto, moviéndose casi un metro de ella, que la chica utilizó para sentarse contra la pared, evitando mirarle.

- ¿Ha sido muy malo? – Bucky no contestó, así que Lana decidió empezar una conversación consigo misma. – Supongo que es tu peor recuerdo, seguro que es muy vívido. – Lana se cogió las rodillas, pensando qué decir. – Yo también tengo un recuerdo horrible, es el que me hace despertarme por las noches con ganas de gritar, ¿sabes?

Se mantuvo en silencio, mirando adelante, pero sabía que la estaba escuchando.

- Yo, igual que Steve, también perdí a mi mejor amigo. Mi Terry. – Lana comenzó, tenía una sonrisa burlona en la cara. – Lo conocía desde que era niña, ¿sabes? Mi abuelo conoció a su abuelo en... bueno, en el trabajo, si se le puede llamar de alguna manera. Nuestros padres eran muy amigos, también. – Otra pausa. – Y entonces, obviamente, Terry y yo fuimos amigos, no era muy difícil, nos llevábamos bien. Él era dos años mayor que yo, ¿sabes? Era como mi hermano mayor.

Todavía la escuchaba, había algo que le decía que eso no era una historia feliz, pero no entendía por qué le contaba.

- En fin, veinte años después. Nos admiten en S.H.I.E.L.D, no fue difícil, teníamos habilidades especiales que nos diferenciaban de los otros reclutas. – Lana se cruzó de brazos, apoyando su cabeza en la pared. – Nos meten en un equipo de élite, con Ojo de Halcón y la Viuda Negra, nos sentimos las personas más importantes del planeta. – Lana se descruzó de brazos y sacó siete dedos. – Jon, Francis, Ellie, Terry, Natasha, Clint y yo. – Solo quedaron levantados tres dedos, había bajado uno por nombre hasta llegar a Natasha.