Especial ¡Quiéreme!

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Estaba más que agotado y frustrado.

Llevaba un poco más de ocho meses desde que había empezado a regir su editorial y nunca pensó que ser su propio jefe traería más estrés del que antes sufría ¡Maravilloso!

Estaba claro que podía hacer lo que quisiera pero no podía dejar la revista así como así y lo que más deseaba en aquellos instantes era llegar a casa, encontrar a su niño y darle una muy larga sesión de mimos de la cual no había podido disfrutar en última semana y luego hundirse en su interior porque ¡Joder! Llevaba más de una puta semana sin poder tocar aquel delicioso cuerpo que tanto le tentaba a pecar.

De tan solo pensar en como una mañana cualquiera se hizo de las mejores al sentir la pequeña mano de su Luhan merodeando su miembro con esa carita somnolienta...

Tan solo pensar en las cosas que habían hecho como pareja provocó que una terrible y dolorosa ereccion se diera a la luz, lo cual no ayudaba en nada ya que se encontraba conduciendo y quería llegar vivo a su casa para disfrutar de la compañía de su bebé.

—Mierda...

Importándole poco, aceleró para llegar mucho más rápido a su hogar, el cual ahora estaba plagado de flores por petición de su niño y no. No podía negarle nada a esa hermosa carita suplicando, haciendo pucheros a la par que se abrazaba a su cuello.

Rápidamente bajo y cruzó la gran entrada para así colocar la clave de la casa y no, no esperaba ver aquello que se encontraba en la escalera la cual daba justamente frente a la gran puerta.

Una oleada de calor y temblores se expandieron por su anatomía a la par que dejaba caer su saco y se quitaba la incómoda corbata.

Luhan, su Luhan, se encontraba acariciando a Vivi —un perrito que había sude regalo para su niño que tanto deseaba un hijo—, mientras que el animal jugueteaba con el dobladillo de una falda negra que su pequeño conejito traía puesta, sumándole la pequeña polera rosada que le cubría muy poca parte. Todo el conjunto haciéndolo ver sexi y ni hablar de sus blancas orejitas que caían por sus mechones castaños.

Su pene vibró al ver como el menor se daba cuenta su presencia «¡Por todas las zanahorias!» La falda era mucho más corta de lo que pensaba y su pequeño traje hacia resaltar deliciosamente la curva de su cintura, agregándole esa expresión tímida combinada con el rosado de sus mejillas y ni hablar de su pequeña colita la cual le hacía ver más apetecible.

«Hermoso, caliente, erótico, adorable... la perfección»

Papi... —susurro sin verlo a los ojos.

¿Había escuchado bien? Su niño, su bebé... ¿Lo había llamado papi?

Mierda, si pensaba que su miembro no podía crecer más y ponerse más roca de lo que ya estaba, había errado.

No dudo en tomar la mano del menor cuento este se puso frente a el y se la tendió para luego sentarlo sobre el gran sillón de cuero que poseía en la sala de estar. Tampoco se opuso cuando este empezó a darle pequeños besos en cuello a la par que movía su cuerpo sobre su pene que todavía se encontraba encarcelado entre el incómodo pantalón.

—Mierda Luhan... sigue moviéndote bebé. —con los ojos cerrado debido al placer que se expandía por su cuerpo al sentir a Luhan sobándose sobre su bulto, lo tomo de las caderas y grande fue su sorpresa al recibir un golpe.

—Hoy yo te daré placer papi...

Mierda, esa jodida palabra provocó toda una revolución dentro de su ser  y las ganas por tocar aquel divino cuerpo aumentaban ¡Que sorpresa!

¡Quiéreme amo! •HunHan•Where stories live. Discover now