9. El estilista

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Kimberly:

Azura, Charlize y Maï son las encargadas de prepararme, se apresuran a desnudarme, humectar mi piel, eliminarle hasta el último vello fuera de lugar, todo eso sin parar de conversar sobre colores de tinte de cabello y vestimenta lujosa. Yo quiero huir, pero sé que no debo hacerlo. Tampoco podría. En algún momento, deciden que ya estoy lista.

-Quédate aquí, espera a tu estilista. Cuando él termine contigo quedarás hermosa. Te han asignado al mejor de todos los estilistas, aunque ya debes haber visto más de un traje de los que Cinna ha preparado para tu madre. -Dice Azura antes de que las tres salgan por la puerta.

Me quedo quieta en donde estoy, de todos modos no pensaba moverme. Recapitulo los hechos de la última hora: anunciaron que los estilistas prisioneros en el Vasallaje de los Veinticinco de los 75 Juegos del Hambre serían liberados, el rostro de sorpresa e incomprensión de mi madre, y ahora ella menciona a una persona de la que sé pocas cosas, pero sus palabras me recuerdan a casa. Más específicamente me recuerdan a un sector del placard de mis padres, en donde mamá guarda celosamente tres vestidos, que han sido confeccionados hace muchos años por Cinna, su estilista de los Juegos que fue asesinado en el Capitolio. ¿Existirá la posibilidad de que esté vivo?

La puerta se abre y veo entrar a un hombre de cabello oscuro, piel morena y expresión de confusión. Camina unos pasos, me observa con curiosidad, sacude la cabeza como si quisiera espantar algún pensamiento de su mente y me saluda. Le devuelvo el gesto. Y ambos nos miramos con atención. Aunque nunca he oído una descripción gráfica de ese tal Cinna, es imposible que yo sepa si se trata realmente de él o no. Tras un silencio un tanto incómodo, él toma la palabra.

-Mi nombre es Cinna, y soy tu estilista. -Informa, mientras mi mente se esfuerza en pensar si será una coincidencia de nombre o se tratará de la misma persona que creo. -Como habrás escuchado en los anuncios, hasta hace poco tiempo estuvimos prisioneros, así que no he podido ver la Cosecha, ¿cómo te llamas?

Lo miro nuevamente, y no respondo a la pregunta que me hace, sino que formulo una nueva.

-¿Eres el Cinna que yo creo? ¿El de los 74 y 75 Juegos del Hambre? -Murmuró con incredulidad.

-Ese mismo. -Me dice seriamente. Pero algo no encaja, es un hombre joven, de unos treinta años como mucho. Y los Juegos fueron hace treinta años, es imposible. Lo miro nuevamente niego con la cabeza.

-Es imposible, mi madre tenía 16 años cuando vino a los Juegos, y eso fue hace treinta años ¡Cinna debería ser mucho mayor!

Mientras hablo, el rostro de mi interlocutor se transforma por la sorpresa. Vuelve a mirarme y asiente lentamente con la cabeza. Parece abatido.

-¿Eres hija de Katniss? -Me pregunta en voz baja.

-Sí.

Cinna me explica con paciencia lo sucedido hace treinta años, que lo golpearon cuando mi madre fue enviada a la arena, que lo interrogaron, y que en algún momento en que estuvo inconsciente lo congelaron. Cuando te congelan, no ocurre ningún proceso en tu cuerpo. No creces, no envejeces, no te transformas, no estás del todo vivo. Pero no puedes morir. Es como si él hubiera estado en coma treinta años y acabara de despertar esta mañana, con la noticia de que debe ser nuevamente estilista de la tributo del distrito 12.

-Me llamo Kimberly Mellark - Me presento una vez que le creo lo que me explica.

-Eres muy parecida a tu mamá, Kimberly. -Me dice, y siento que es la primera persona en estos días que me lo dice con sinceridad, como un elogio, con verdadero afecto. -Bueno, no tenemos tiempo casi. Hay que prepararte para el desfile. En esta ocasión no me han dejado hablar con el otro estilista, así que tú y el otro tributo no irán en conjunto. Pero sí tiene que ser algo relacionado con la producción de tu distrito, ¿sigue produciendo carbón?

Niego con la cabeza y le explico que ahora fabricamos medicamentos. Me pregunta detalles, sobre cómo se visten los que trabajan en la fábrica, de qué colores son los medicamentos, cómo es el proceso por el que se fabrican, cómo son los productos, cuál es el medicamento más típico del distrito 12.

-El más típico... -empiezo a pensar, el que más se produce, según estudiamos en la escuela, es el jarabe de ciruela. Cura todo tipo de afecciones de garganta y respiratorias. Aún hoy persisten las consecuencias de la mina en la salud de las personas. Además, el distrito 12 exporta ese jarabe a todos los demás. -... el más típico es el jarabe de ciruela.

-Entonces ya está. -Dice, y saca un manojo de telas y comienza a trabajar a toda prisa. Me toma medidas, coloca tela, hilo, otros materiales en la máquina de coser...

Unas horas más tarde, mi vestido está listo. Me lo prueba, me miro al espejo y me quedo asombrada. Es un modelo ajustado arriba, rodeado de piedras preciosas que brillan y dan la apariencia de pequeños botoncitos alargados de colores. Entonces comprendo, se trata de comprimidos de medicamentos. De la cintura hacia abajo es suelto. La tela es extraña, brillante, de un color ciruela oscuro. Sin embargo, la caída es muy especial, parece líquido más que tela. Cae como agua sobre mi cuerpo, destilando brillos a todas partes.

-Es... es increíble. -Consigo decir cuando finalmente salgo de mi asombro.

-Ahora tu cabello -dice sonriendo.

Mientras alisa mechones, riza otros y hace un recogido espectacular con mi pelo, Cinna me pregunta por mis padres, por Haymitch, por mi familia. Y antes de que me dé cuenta, estoy lista para ir al desfile de tributos.

-¿Te dejarán verlos? -Pregunto a Cinna. Porque deseo que se reencuentre con mis padres. A mamá le encantará volver a verlo.

-Supongo que sí, si realmente han decidido liberarme, debería poder moverme por el Centro de Entrenamiento y estar con los mentores durante los Juegos. -Explica. Luego parece meditar algo. -De todos modos, en caso de que no sea así, hazme el favor de decirle que sigo apostando por ella.

-Hay algo que aún no entiendo. -Le digo -Si estuviste congelado treinta años, ¿por qué han decidido descongelarte justo ahora?

-Porque han recuperado el poder... Es complicado de explicar, -me dice tranquilamente -pero es más o menos así. Sabes que la rebelión estuvo comandada por la gente del Distrito 13, ¿verdad? -Asiento con la cabeza, mi padre me lo ha explicado varias veces. -Bueno, luchaban contra las fuerzas del Capitolio, y no era tan fácil vencerlas. Así que hicieron un trato. Los del Capitolio tendrían un poco de poder en las decisiones presidenciales, y podrían mantener a sus prisioneros. Los del 13 siempre supieron que estuvimos congelados, pero jamás obligaron a los del Capitolio a revertir esto. Ahora que el Capitolio ha recuperado el poder completamente, ha decidido liberarnos.

-Sigo sin entender por qué.

-Kimberly, ¿defenderías a quienes te hubieran tenido treinta años congelada? Aunque hubieran sido tus compañeros de lucha en el pasado. -Me pregunta, y lo entiendo. El Capitolio espera que los liberados estén de su lado, no de parte de la gente del 13. Cinna se acerca para acomodarme el mechón de pelo que cae al costado de mi oreja, muy bajito susurra. -Personalmente, no estoy de lado ni de uno ni de otro.

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora