1- Él.

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Cuando tienes casi 17 años, ya no esperas recibir mágicamente una carta, convertirte en algún tipo de ser mitológico o simplemente ser rescatada por un ángel. Yo sabía perfectamente que nada pasaría, terminaría la universidad y encontraría un buen trabajo para justo después casarme y formar una familia.

Claro que como toda chica, soñaba con ser una princesa de cuento de hadas, vivir una mágica historia de amor y cambiar mí aburrida vida.

Pero por ahora, tenía que lidiar con todas las dificultades de la preparatoria, que sin duda, me parecían tan agobiantes como a cualquier adolescente en el mundo. No era la típica adolescente popular que tenía fiestas, montones de amigos y una fila de chicos. No, yo era algo más parecido un bicho raro. Si, una adicta a los libros, con un sentido de la moda reprimido, poco interés en la farándula y una fascinación por fingir ser invisible.

Mis primas y primos mayores aseguraban que si lo intentara, sería igual de popular que cualquiera... pero eso significaba dejar de ser yo, y esa, no era una opción.

Como de costumbre, caminaba rumbo al colegio, un abrigo apenas una talla más grande de lo que necesitaba, prefería la ropa holgada, ya que no me sentía confiada. El sol apenas se veía, era preferible ser la primera en llegar para poder tener mayor tiempo a solas, si se le puede llamar así, porque realmente nunca estaba sola, "Él", como solía llamarlo, había estado conmigo desde hace mucho tiempo.

Aún lo recuerdo perfectamente, jamás en la vida, me había preparado para ese día, un día que cambiaría el rumbo de todo.

La primera vez que Él apareció en mi vida, fue a los 6 años, mientras jugaba en un pequeño parque de la ciudad, en Canadá. Mis padres jugaban con mis dos hermanos menores, mientras yo perseguía a una pequeña ardilla que juguetonamente entró a una casa abandonada en el fondo del parque, estaba justamente en la entrada de un bosque; si yo tuviera un mayor sentido común, habría detenido la persecución; la casa parecía haber sido incendiada, los matices negros que presentaba y los trozos de madera picada lo demostraba.

Pero con tan solo seis años, no parecía más que una aventura, entré por una ventana ligeramente abierta, los muebles parecían antiguos y tenían gran volumen para una casa tan pequeña, la escasa luz impedía ver detalles. Al escuchar el crujir de la madera, di vuelta sobre mis pies pero un destello de luz llamó mi atención haciendo que ingresará a la habitación siguiente, en donde vi una gran luz que incluso resultaba molesta a la vista, dentro de esa luz una mariposa blanca revoloteaba.

— ¡Hola mariposa! ¿Por qué brillas tanto? —Mi inocencia y curiosidad se hicieron presentes.

— Es una mariposa vigilante. —Dijo una voz masculina que parecía salir de mi cabeza, posiblemente de un joven.

— ¿Quién eres?

— Un extraño, no es bueno que platiques con extraños, puedo ser un monstruo y hacerte daño.

— No me das miedo. — Cualquier niña habría salido corriendo en ese momento, pero yo no.

— ¿De verdad?, bueno esta vez tus instintos no te mienten, soy un guardián. —En una de las esquinas de la casa pude ver la sombra de una persona, no reflejaba grandes detalles, pero efectivamente era masculina.

— ¿Qué cuidas?

— Algo realmente importante.

— ¿Qué es eso? —Él no pudo contestarme, mi padre gritó a lo lejos.

— ¡Ahiry!, es tarde, ¡vámonos!

— Me tengo que ir es mi papá.

— No me iré, siempre estaré aquí. —La mariposa y la sombra se fueron, yo regrese con mis padres.

Esa fue la primera vez que Él aparecía en mi vida, a los tres días regresé a esa casa, ÉL parecía estar esperándome, nunca dejaba que lo viera, siempre está entre sombras, diciendo que sería muy peligroso.

Las mariposas vigilantes, como decidí llamarlas; aparecían algunas veces. Él me había explicado que su principal función era cuidarme, así que siempre las seguía y con el paso del tiempo noté que me salvan de perderme, lastimarme o cualquier peligro. Desde ese momento, Él se convirtió en parte de mi vida y de alguna forma rara, mi "amigo"; Él estaba siempre a mi lado. Cuando mis padres decidieron mudarse a México por el trabajo de investigación que realizaban, estaba por cumplir los 10; Él acudía en ocasiones a mi habitación antes de que durmiera, cuando estaba sola o simplemente cuando lo llamaba.

Ahora que tenía 16 años, las cosas extrañas parecían normales en mi vida, esto incluso causó que no fuera tan social como desearía, si, no fue por decisión propia; casi 11 años en compañía de un ser que no sabía si era creación de mi mente o realmente algo fuera de lo normal... definitivamente te hace una persona diferente. En una ocasión que intenté comentarlo a mis padres y abuela, no dudaron en decir "Oh mira, nuestra pequeña tiene un amigo imaginario", después de eso evite comentarlo, no quería que como en el colegio, también mis padres me llamaran loca.

Peor aún, terminar en un manicomio.

En ocasiones tenía visiones, algo así como los déjà vu pero más que eso eran como mensajes; veía sombras y escenas borrosas algo que posiblemente viví, pero nada era claro, una flor, un jardín verde, una roca... las cosas que aparecían con claridad no representaban ninguna pista tangible y coherente.

En una ocasión cuando fui de compras con mi abuela, un señor con pantalones muy anchos en color blanco con pedrería azul y una blusa verde dos tallas mayor a la que necesitaba, se sorprendió al verme, tomó mi mano besándola, se puso de rodillas y dijo en un tono chillón "¡Oh mi querida Princesa!", en ese momento mi abuela regresó casi corriendo apartando al señor raro de nosotras diciendo que en esos lugares generalmente había vagabundos poco cuerdos. Mi abuela parecía muy extraña después de eso, restaba importancia al tema cuando quería mencionarlo a mis padres, y por más que pedía una explicación, no recibí respuesta, eso era raro ya que mi abuela siempre había cuidado de mí incluso más que mis padres. En todo el mundo, la persona en quien más confiaba era ella.

Hace aproximadamente 5 años comencé a sentir que algo andaba mal con Él, casi podía jurar que ya no era el mismo que conocí cuando más pequeña. Incluso creía, de alguna forma, que eran diferentes personas, dos o tal vez tres, pero en definitiva no era el primer Él.

Una rama me golpeó el rostro recordándome que estaba de camino al colegio y dando un respingo por el repentino aire frío comencé la plática.

— Oye, ¿Cuándo me dirás qué pasa con todo esto?, realmente no entiendo nada.

— No te preocupes de más, sabes lo que tienes que saber, no pienses mucho sobre ello, simplemente evita los riesgos. ¿Está bien?

— Siempre me dices lo mismo, ya no sé si confiar en ti con tantas cosas misteriosas y tantos secretos, —tomé aire sintiendo la mala suerte que tenía de haber llegado tan pronto.

— Todo tiene una razón de ser.

— Llegamos, hablamos en la noche.

— Me retiro.

— Adiós...


1-Princesa por destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora