Capítulo 4

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  Tal y como lo habían acordado el día anterior, Alfonso fue por la tarde a la hacienda para revisar a los animales, ya que la visita que había hecho con Ricardo sólo le había servido para conocer el lugar, eso de querer revisar a los animales para verificar que estuvieran bien, sólo había sido una excusa para poder ir, conversar y así ver que más averiguaba, el veterinario anterior le había dejado claro que tanto los caballos como el resto de los animales estaban en perfectas condiciones. Al tocar el timbre de la casa, Margarita, la muchacha del aseo abrió la puerta.

- Alfonso: Buenas tardes ¿Está Anahí?
- Margarita: Usted debe ser el nuevo veterinario,
- Alfonso: Sí, yo soy.
- Margarita: Adelante.
Se quitó de la puerta y Alfonso entró a la casa.
- Margarita: La señorita Anahí no está, pero dijo que por favor la esperara aquí,
- Alfonso: ¿Y no sabe si se va a tardar mucho?
- Margarita: No creo, salió con su novio y cuando sale con él nunca se tarda mucho.
- Alfonso: ¿Y tiene novio?
- Margarita: Sí, hace cuatro años.

Alfonso se quedó pensativo, nada encajaba, por sus cálculos hace cuatro años aproximadamente ella se había conocido con su hermano en el Distrito Federal y por la conversación del día anterior, hace cinco años que ella no viajaba a la capital, algo andaba mal y antes de poner su plan en marcha para destruirla, tenía que averiguar lo que pasaba. Minutos después llegó Anahí acompañada de Derrick.

- Anahí: Alfonso.
Lo saludó con un beso en la mejilla,
- Anahí: ¿Llegaste hace mucho?
- Alfonso: Acabo de entrar.
- Anahí: Que bueno. Mira, te presento a Derrick...
- Derrick: Su prometido.
Le extendió la mano,
- Alfonso: Mucho gusto, Alfonso Herrera.
Le recibió la mano,
- Alfonso: No sabía que estabas comprometida ¿Cuándo es la boda?
- Anahí: Todavía no tenemos fecha.
- Derrick: Pero muy pronto.
- Alfonso: Que bien, entonces espero que tengan suerte.
- Anahí: Gracias.
Le sonrió,
- Alfonso: ¿Te parece si vamos a ver a los animales?
- Anahí: Claro, vamos.
- Derrick: Bueno Anny, yo me voy, quedé que juntarme con Christian y ya sabes que soy puntual.
- Anahí: Está bien, me lo saludas.
- Derrick: Te llamó mañana. Alfonso, fue un gusto.
- Alfonso: Igualmente.

Una vez que Anahí dejó a Derrick en la puerta, salió junto a Alfonso, después de revisar a los demás animales se dirigieron a las caballerizas.

- Anahí: Y bueno, por último aquí es donde Tormenta pasa la mayor parte del tiempo.
- Alfonso: ¿Quién?
- Anahí: Tormenta, así se llama mi yegua.
- Alfonso: Ah, perdón, estaba distraído.
- Anahí: Me di cuenta.
- Alfonso: ¿Te parece si la revisamos de una vez?
- Anahí: Claro,

Ambos se acercaron a la yegua, que a esa hora estaba comiendo. Después de revisarla ambos salieron de las caballerizas.

- Alfonso: Cerca del séptimo mes de gestación, como es este el caso, la yegua disminuye su capacidad de recibir alimento porque el potrillo comienza a crecer demasiado y ocupa mucho espacio dentro del abdomen de la madre,
- Anahí: Algo me había dicho Ricardo sobre eso.
- Alfonso: Yo te recomendaría que los alimentos voluminosos como la pastura se los ofreciéramos en menor cantidad y así poder aumentar los concentrados que le proporcionan mayor cantidad de nutrientes.
- Anahí: ¿Y el potrillo cómo está?
- Alfonso: Hasta el momento bien, viene en perfectas condiciones, claro que eso dependerá del cuidado que le demos a la madre.
- Anahí: ¿Falta mucho para que nazca?
- Alfonso: Según mis cálculos en unos dos meses más tendría que nacer.

  Los días pasaron lentamente y las visitas de Alfonso, a la casa de Anahí, fueron cada vez más frecuentes, tenía pretextos suficientes para ir y mientras más cerca estuviera de ella, para de una vez "desenmascararla" y destruirla, mejor, aunque todos los intentos y esfuerzos por lograr su objetivo eran en vano; por alguna extraña razón había algo que no le permitía pensar en hacerle daño cuando estaba cerca de ella y a pesar de no saber qué sentimiento exactamente le producía el verla, sabía que estaba muy lejano al odio que algún día pensó sentir. Sólo el tiempo se encargaría de demostrarle lo equivocado que estaba.

- Alfonso: Ni siquiera sé si hice bien en venir.
- Christopher: ¿Y no has pensado en la posibilidad de volver?
- Alfonso: ¿Y quedarme con la duda de no saber que esconde?
- Christopher: ¿Y si no esconde nada? Alfonso, eso ya fue, olvídalo,
- Alfonso: Tú no entiendes, pero mi único hermano pasó los peores años de su vida gracias a ella y eso no lo puedo olvidar.
- Christopher: Pero me acabas de decir que ni siquiera sabes si hiciste bien en irte.
- Alfonso: No sé qué pensar, estoy muy confundido.
- Christopher: Y si te quedas será peor.
- Alfonso: Gracias por el ánimo.
- Christopher: No es por desanimarte, pero si estás tan confundido por algo es. Tal vez no estés haciendo lo correcto.
- Alfonso: ¿Tú crees?
- Christopher: Ay Alfonso ¿en qué idioma quieres que te lo diga?
- Alfonso: De todas maneras necesito salir de dudas, porque si me voy o sigo con esto, de todas maneras voy a estar intranquilo pensando que ahora me vio la cara a mí.
- Christopher: ¿No has pensado en que tal vez alguien se hizo pasar por ella?
- Alfonso: Me parece bastante retorcida la idea que alguien se haya hecho pasar por ella. Creo que tu trabajo de ver tantos casos extraños te está afectando,
- Christopher: Bueno, como quieras. Ya sé que diga lo que diga nada te hará cambiar de parecer, sólo te voy a pedir que tengas cuidado.
- Alfonso: Lo voy a tener presente.
- Christopher: Te cuidas y no hagas tonteras.
- Alfonso: ¡Que tonteras! Dale mis saludos a Dulce.

Después de colgar el teléfono Alfonso se quedó pensando en todo lo que había pasado los últimos años en su vida, miles de memorias pasaron por su mente, recuerdos con Enrique, algunos más agradables que otros, así como también no pudo evitar recordar las dos personalidades que hasta el momento conocía de Anahí, su último pensamiento antes de dormirse fue el rostro de ella.

A la mañana siguiente como de costumbre, Anahí salió a montar y al regresar Maite la esperaba.

- Anahí: ¿Y esta sorpresa?
- Maite: ¿Ese es el recibimiento que me das?
- Anahí: No te esperaba,
- Maite: ¿Cómo qué no? Anoche te dije que vendría.
- Anahí: Tienes razón, se me olvidó.
- Maite: Así veo. Te he visto bastante ida en los últimos días ¿Dónde tienes la cabeza?
- Manola: En su próximo matrimonio,
Acababa de entrar a las sala para poner el florero con rosas amarillas encima del esquinero.
- Maite: Manola, cuanto tiempo sin verte.
Se acercó a ella y la saludó afectuosamente.
- Manola: Mucho tiempo ¿Cómo has estado?
- Maite: Muy bien,
- Manola: Que bueno, se te ve radiante.
Maite le sonrió y luego volteó para ver a Anahí, quien estaba mirando por la ventana con la mirada perdida.
- Maite: Anny,
La voz de Maite no alcanzó a ser percibida por Anahí.
- Manola: Anny,
- Maite: ANAHI.

Anahí volteó a verlas un tanto despistada.
- Anahí: ¿Qué pasó? ¿Por qué gritas?
- Maite: Tres veces te hablé y nada, cámbiate para que me acompañes ¿O vas a ir así?
- Anahí: ¿Me acompañas o te quedas?
- Maite: Me quedo acompañando a Manola.
- Manola: Y así me cuentas como te fue en París.
- Maite: Roma.
- Manola: Da igual, de todas maneras es Europa.
- Anahí: Vuelvo en cinco minutos.

Anahí subió para cambiarse, después de darse un baño y ponerse una ropa más adecuada, bajó, Maite la esperaba en la cocina junto a Manola.

- Maite: ¿Lista?
- Manola: Primero tienes que comer algo, antes de salir no desayunaste.
- Anahí: No tengo hambre, al rato como algo.
- Maite: No te preocupes Manola, yo me encargo que almuerce como corresponde.
- Manola: Siendo así me quedo más tranquila, que les vaya bien.

Ambas chicas salieron, el camino estuvo silencioso.

Durante los últimos días la Anahí comunicativa, conocida ya por todos, había cambiado a una Anahí totalmente diferente, la razón ni siquiera ella la sabía, no le nacía conversar y su pensamiento más frecuente era Alfonso.

La MentiraWhere stories live. Discover now