Capítulo 6: Discusión astronómica

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Capítulo 6: Discusión astronómica

P.O.V Narradora

Se quedaron sin palabras. Aunque tampoco había mucho que decir. Solo podían observarse fijamente, esperando no ser ellos los primeros en hablar. El silencio no los incomodaba, por eso no tenían prisa en romperlo. El tejón se había perdido en aquellas lagunas esmeraldas. Nunca había visto ojos de aquel color. Era imposible que un ser humano tuviera ojos con una pigmentación tan intensa. Pero allí estaba ella, demostrándole que aquello era posible.

-Debería irme, no quiero arriesgarme a que te vean conmigo- el muchacho fue el encargado de romper la momentánea paz que los rodeaba. Raven no pudo evitar que una de sus cejas se arqueara al escuchar sus palabras. El tono de voz que Cedric había utilizado le había dejado en claro que era uno más del montón. No sabía porque, pero por un momento había llegado a creer que Diggory podría ser diferente. –Oh, no me malinterpretes. –aclaro al ver la expresión de la pelinegra- No quise dar a entender que no quería estar contigo. El problema es que si un Slytherin te ve con un Hufflepuff no dejarían de molestarte.

-Comprendo tu punto de vista –la chica se encogió de hombros y esbozo una sonrisa ladeada que paralizo el corazón del muchacho. Sabía que las palabras de Cedric eran sinceras.- Lo que digan a dejan de decir los Slytherin me tiene sin cuidado- no mentía, ellos no tenían derecho a juzgarla u opinar sobre lo que ella hacia o dejaba de hacer. Solo las personas que realmente la conocían podían hacerlo. –Después de todo, son serpientes de poca monta.

-En ese caso –dijo Cedric después de lanzar una gran carcajada- Raven Weasley, me encantaría que te vieran conmigo.- la chica le caía no tan mal. Es decir, había oído millones de rumores sobre la nueva Weasley, pero quería comprobarlos con sus propios ojos. Aunque no podía negar que la pelinegra daba miedo y parecía ser la serpiente perfecta. Era tan distinta a sus otros hermanos, que lo hacía preguntarse si era o no una verdadera Weasley. Pensaba que podría ser adoptada. Pero no quería preguntarle y arruinar aquel momento- ¿Te veo luego?

-Solo si el destino quiere.- contesto ella encogiéndose de hombros.

Cedric la vio marchar. No podía negar que la pelinegra se movía con una elegancia capaz de causar la envidia de cualquier persona. No caminaba como una persona normal. De hecho, sus pies parecían deslizarse suavemente sobre el suelo y daba la impresión de que apenas lo rozaban. Cautivante y aterradora, así era ella. Fue esa forma de caminar y aquella frialdad que poseía lo que convenció a Cedric de no alejarse de ella. Debía intentar ser su amigo. Sabía que sería difícil, pero lo lograría.

Las clases pasaron rápidamente y cuando quiso acordar la hora del almuerzo había llegado. Aunque eso a ella no le importaba demasiado ya que no se presentaría al Gran Comedor. Lo cierto era que no tenía hambre. Su poco apetito era, sin duda alguna, una de sus tantas características extrañas. Todo había comenzado en el momento que decidido dejar a su familia. La comida no siempre llegaba hasta sus jóvenes y desesperadas manos y había días en los que ni siquiera conseguía agua. Por eso, había aprendido a comer solo lo necesario para sobrevivir. Ni más, ni menos.

La pelinegra comenzó a caminar por el castillo, sin rumbo alguno. Le agradaba aquella sensación de soledad que los pasillos de Hogwarts le brindaban. La soledad, sin duda alguna, era algo con lo que ella había nacido. Cuando decidió ingresar en Hogwarts era consciente de que su amado mundo silencioso y solitario se terminaría. Acabaría rodeada de estudiantes sin neuronas que hablaban sin parar. Pero había encontrado lugares en el castillo por los que nadie pasaba. Y eso la hacía feliz, no mucho, pero le era suficiente.

Aunque tenía que sincerarse consigo misma. En el fondo, muy en el fondo, añoraba el ruido ya que lo consideraba el hogar de los afligidos y los culpables. Las personas que no tenían la conciencia limpia hallaban en el ruido una forma de no pensar. La pelinegra, por suerte para ella, tenía un lado masoquista que le permitía disfrutar de la soledad.

El lado oscuro de los WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora