two.

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Matteo.

Un día jodidamente caluroso, quizá 35 grados, todos sudando y algunos chicos tirándose agua al cuerpo, y las chicas, disfrutando la vista de esos hermosos cuerpos chorreando agua, de alguna manera a Matteo le gustaban esos días, sólo porque parece que el asfalto se llenó de purpurina, y vamos, ¿quién no ama la purpurina? Quizá Gastón... pero no es sorpresa, Gastón odia todo lo bonito, gatos, purpurina, arco iris, ¡es muy raro! Matteo es tierno, Gastón no, nadie sabe en realidad por qué se llevan tan bien..., aunque bueno, últimamente no ha sido así, ha pasado una semana, una semana en que Matteo va al Jam&Roller completamente solo, aunque quizá tenga sus ventajas, como que puede hablar con Simón unos cuantos minutos antes de que lo llamen de una mesa, o tenga que limpiar algo, ha pensado en quizá invitarlo a salir, bueno, a algún otro lado donde no sea interrumpido por un chico hambriento o un licuado derramado.

Hace unos días, Matteo habría buscado a Gastón, pero hoy decidió no hacerlo, no quería que Gastón lo lastimase -emocionalmente-, diciéndole que debe irse con Nina, además tenía miedo que Gastón le dijera que "Nina es más importante", como lo hizo el día anterior, estuvo todo el día llorando, Simón lo consoló un rato, que fue lo único bueno que salió de todo eso.

-¡Matteo! -escuchó esa conocida voz, Matteo volteó en dirección de donde venía, Gastón estaba solo, se acercó al más pequeño y le sonrió. -Quería disculparme... por lo de ayer, no era en serio, sólo estaba muy enojado y... lo siento.

-Huh. -fue lo único que dijo Matteo... golpe bajo para Gastón.

-Nina se fue con su padre, ¿nos vamos? -Matteo rodó los ojos, quería, claro que sí, pero, ¿y Simón?

-Tengo... no. Digo que, quiero ir solo. -Gastón apretó los labios, pero en seguida entendió todo.

-¿Hay una chica? -Matteo se sonrojó inmediatamente, y Gastón comprobó su teoría.

-No, no... yo, debo... hum, sí, hay alguien.

-Habláme de ella. -Gastón tomó el brazo de Matteo y lo llevó a una banca que yacía afuera del colegio, Matteo estaba incómodo, no le gustaba Simón... sólo le agradaba, nada del otro mundo, igual se encogió de hombros.

-Tiene acento, es de México.

-¿Y...?

-Es lindo.

-¿Lindo? -mierda.

-No sí, no, hum... ¡el acento! Lindo, sí, lindo... su acento. -Matteo se levantó inmediatamente de su asiento y comenzó a caminar directo al Roller, Gastón lo siguió confundido.

-¿A dónde vas? -Gastón no pudo evitar soltar risitas que Matteo obviamente escuchó, sólo logró ponerse más incómodo.

-¡A verlo! -gritó Matteo algo molesto.

-¿A él? -preguntó Gastón con burla.

-¡Sí! -dándose cuenta de lo que acaba de decir Matteo suelta un grito de frustración. -¡No! A el coso de allá. -Matteo era malo tratando de arreglar sus errores, escuchó una fuerte carcajada de Gastón, sólo siguió su camino enojado.

Simón.

-¡Matteo, hola! -Matteo sonrió al ver a Simón saludarlo con emoción, amaba que lo recibiera así.

-¡Hey! -Matteo se acercó a él, sin pensarlo mucho lo abrazó con cuidado de no tirar los batidos que llevaba en sus manos, Simón rió recibiendo el abrazo, jamás habían hecho más que chocar sus manos, ambos pensaron que esto era mejor que un tonto saludo de manos.

-Disculpa, iré a dejar esto, ¿sí? -se separaron, ambos con un puchero de decepción, pero, Simón debía seguir trabajando. -Espérame en la barra. -Matteo obedeció a lo que Simón le dijo y fue a sentarse donde siempre, se apoyó en sus codos y colocó su barbilla en sus dos manos, veía a Simón trabajar, era lindo... Sí, lindo. Simón terminó de repartir los dos batidos que llevaba y se fue al otro lado de la barra para luego estar en frente de Matteo.

-Hola. -susurró Matteo.

-Hola. -Simón sonrió con ternura, Matteo era adorable.

-Te extrañé. -Simón no pudo evitar reír, Matteo era como un lindo conejito tierno.

-¿Helado de fresa?

-Helado de fresa.

Matteo.

Habían pasado un par de minutos cuando Simón llegó con su pedido, Matteo lo recibió agradecido, un helado este día sería la gloria, rápidamente tomó la pequeña cuchara y comenzó a comer velozmente sin importarle, o sin recordar más bien, que Simón estaba ahí, viéndolo comer como hombre de las cavernas...

-¿Tienes mucho calor? -Matteo enrojeció exageradamente, ambas mejillas de el chico parecían tomates, joder, ¿qué había hecho? No volvería a ese lugar luego de tremendo momento tan embarazoso.

-B-Bueno... Huh... -Simón soltó una carcajada llamando la atención de todos, metidos...

-Está bien, Matteo. -Simón lo vio, admirándolo, se veía lindo hasta con helado en la comisura de sus labios, Simón acercó su dedo pulgar hasta la boca de Matteo, este sólo enrojeció más, si es que era eso posible, sintió el tacto de Simón en donde estaban sus pequeñas manchas, limpió ambas comisuras con sumo cuidado y luego tomó una servilleta para limpiarse a sí mismo.

-Gracias. -dijo Matteo con tono casi inaudible, Simón sonrió sin comentar nada, sólo viéndolo a los ojos, en un silencio totalmente cómodo.

-¡Simón! -perfecto.

-¿Sí? -ambos chicos voltearon a ver a donde venía la voz, era la jefa de Simón, Tamara

-Te llaman en una mesa, ve. -Simón asintió de mala gana, odiaba tener que separarse de Matteo.

-Bueno... ¿hablamos mañana?

-Yo... de hecho quería... invitarte a salir, a algún lado.

-Claro, ¿te parece el sábado? -Matteo asintió ocultando su emoción y ganas de gritar.

-Sí, sí.

Unos minutos después, Matteo terminó su helado, lo pagó y dejó el lugar con una enorme sonrisa.

ice cream ; sitteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora