1. Juicio

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-Aoi-

Esto no era el cielo, tampoco era el infierno. Estábamos en un punto medio donde ninguno podía regir totalmente. Un espacio neutro donde nadie pudiera hacer lo que le convenía.

La sala tenía una forma circular totalmente hecha de piedra, cada detalle estaba pulido a la perfección, podía ser un buen lugar para expresar opiniones diversas pero, en lugar de eso era el donde comenzaban millones de torturas. Todo gracias al trono que estaba en medio de toda la sala.

Podía no importarme el trono, de hecho no me importaba. Pero, en esta ocasión me era totalmente diferente pues el ser que estaba ahí era al que más apreciaba, me atrevía a decir amaba.

Ahí estaba Uruha, con la cabeza gacha. El cabello castaño que parecía estar a diario en orden parecía ahora un nido de pájaros, su ropa blanca se mantenía del mismo tono a excepción de las mangas de estas que se habían envuelto con aquel tono rojo sangre, sangre que a pesar de estar seca olía. Sus muñecas, apresadas a cada lado con gruesas cadenas y grilletes unidos a la misma silla de mármol. En su cuello un agarre similar al de sus manos.

Solo algo que nunca había podido ver y esas eran sus alas, tan majestuosas completamente blancas... el único rastro de sus malos pensamientos eran aquellas plumas que se desprendían esporádicamente y al tocar el piso de piedra se volvían negras totalmente.

Además de la humedad, el olor a sangre seca, la penumbra, los escasos gritos retumbando. Además de eso, en la sala había un aire añejo en los jueces, todos ancianos solo un par de personas jóvenes: aquel ser sin alma al que por error Dios había nombrado su representante, aquel ser que cuidaría de aplicar las leyes, aquel que usurpaba el lugar del mismo Dios desde su desaparición... él que respondía al nombre de Yo-ka; y su fiel, y torpemente enamorado, ese otro chico que es capaz de dar sus vidas pasadas y futuras para poder "ayudar" al patán de Yo-ka... el enamoradizo y frágil Kei.

-El ángel guardián Uruha al cual se le entrego el cuidado, protección y dirección del buen camino del joven Takanori Matsumoto fue encontrado acreedor a las seis marcas de lo incorrecto, cumpliendo las últimas tres el día de hoy al debatir la misión a la que se le encomendó dejando por positiva la acción de su contrario. Entonces... ¿Cómo se declara el acusado? -el juez mayor que tenía una pluma de pavorreal en las manos se inclinó para ver a Uruha.

-Culpable -dijo con un hilo de voz. Levantando su rostro mirando a los jueces y a "sus iguales".

-Entonces, no hay más -hablo Yo-ka levantándose de su asiento de piedra y camino hasta donde Uruha tomando una vez frente a frente el rostro del mismo Uruha -es una lástima de verdad, pero... así lo elegiste.

Yo-ka levanto su mano derecha y posiciono sus dedos listos para chasquear estos. Kei cubrió sus ojos y el juez mayor comenzó a anotar en un pergamino.

- ¡Hey, hey! -salí de mi escondite de entre las sombras escuchando varias exclamaciones al verme. Entre ellas un gruñido por parte de Yo-ka y un gesto de sorpresa por parte de Uruha -¿En serio lo harás así de rápido? ¿Sin más declaraciones o testigos? Sabía que eras cruel Yo-ka, pero pensé que tratándose de Uruha tendrías un poco más de... compasión.

-Tú no tienes nada que hacer aquí Yuu -soltó mi nombre humano con desprecio y asco entre mezclados -este es el juicio de Uruha y un demonio tan simple como tú -coloco su índice en mi pecho y sentí como este ardía por sobre mi ropa quemando mi piel -un demonio tan insignificante como tú no tiene ningún poder aquí.

Lance un siseo al oírle y le mire con desprecio. Tome su mano con mi propia mano y la arranque de mi pecho.

-De todos modos, yo no venía a dirigirme a ti, pedazo de basura -le gruñí casi en un susurro, solo para que Uruha y el mismo Yo-ka pudiesen escucharme.

Yo-ka me miro desafiante mientras yo lo miraba de la misma forma.

-Aoi, detente por favor -la débil voz de Uruha me hizo volver de mi trance de odio y me hizo recordar mi propósito en esa sala: salvarlo o por lo menos hacer más larga su conversión a demonio.

Suspire y estire mi mano para poder tocar la de él, totalmente fría. Me arrodille un poco y bese esta con profunda ternura, Uruha me miro con aire de sorpresa y a su rostro llego un ligero sonrojo. Sonreí ante su reacción para después incorporarme y dirigir mi vista hacia los seniles jueces e inclusive para el estúpido de Yo-ka.

-Mis señores -hice una ligera reverencia ante ellos y volví a mi firme posición -quizá ustedes pensaran igual que Yoka, pensaran que Uruha es totalmente culpable y que el único castigo que merece es quitarle el título de ángel guardián y desterrarlo al infierno -señale a Uruha que me miraba con los ojos totalmente abiertos, sabía que estaba leyendo mis pensamientos y también sabía que no se me ocurría nada más con que defenderle-. Pero, también sé que no quieren hacerlo; sé que Uruha es de los mejores ángeles guardianes que han tenido y que no les conviene desterrarlo -mire a Yo-ka y sonreí sínicamente -inclusive para ti, quieres algo de él...

Yo-ka frunció el ceño a la vez que en su ojo izquierdo llegaba un pequeño tic. Uruha suspiro arrugando su nariz con repulsión.

- ¿Cuál es su punto entonces, Aoi? -un juez con la cara tan arrugada y un par de gafas diminutas se levantó de su asiento para mirarme fijamente.

- ¡Es muy fácil y obvia, mis señores! -extendí mis brazos hacia el cielo alzando más mi voz -Uruha ha hecho muchas cosas buenas, inclusive ha hecho que Takanori se acerque más a... -mis palabras se vieron interrumpidas al ver a Uruha pues sonreía tontamente-. Él ama su trabajo como ángel guardián y no me parece correcto que por los caprichos y despechos de un "superior" ­-acentué eso ultimo haciendo una seña de comillas con mis dedos índice y cordial -¡Pido que se extienda la sentencia de Uurha!

Escuche un par de murmullos por parte de los jueces. Yo-ka grito en negación y Uruha mantenía su expresión de sorpresa y felicidad.

-¡Es imposible! ¡Las leyes dicen...! -Yo-ka agito los brazos con las manos hechas puño en el aire.

- ¡Tú no respetas las leyes! ¡No te las des de santo e hipócrita! -escupí furioso.

Los jueces se miraron entre si y aquel que mantenía la pluma de pavorreal en las manos me miro atento. Suspiro y aquel pergamino que tenía entre manos cambio la palabra que decía "exilio" a "pauta". Sonreí victoriosamente y podía jurar escuchar los gritos internos de odio por parte de Yo-ka.

-Su opinión ha sido tomada y aceptada -sonrío el juez mayor -pero, por ser el que ha propuesto esto usted se hará cargo de Uruha.

Mi corazón dio un gran salto. Un gesto de sorpresa se escapó de la boca de Uruha y Yo-ka, por su parte estaba a nada de hacer una rabieta, el tic de su ojo se había hecho más notorio.

-M-Mi señor... Uruha ha... -Yo-ka comenzó a hablar pero el juez mayor levanto sus manos haciéndolo callar.

-Usted estará a cargo del mencionado -sonrió el juez levemente mirando a Uruha -ambos se quedaran en el infierno mientras, el cuidado del humano Matsumoto pasara a manos de otro ángel guardián más responsable y un demonio menos comprensivo

Me dieron ganas de reír ante sus palabras pero a la vez sentí como mi ánimo se descompuso ya que Uruha había hecho un gesto de dolor total... y claro, no era para más pues el ama a Takanori como a nada, como si fuese su hijo, quizá.

-S-Señor... Señor, piénselo por favor -Yo-ka se acercó al juez casi suplicando, casi de rodillas -si permitimos que Uruha se...

Los grilletes de los brazos de Uruha desaparecieron, al igual que las manchas rojas de sus brazos. El juez volvió a sonreír con un ligero suspiro y se fue de la sala seguido de los demás ancianos jueces.

Kei se acercó a Yoka con paso temeroso y este fulminándolo con la mirada desapareció de la misma, Kei quedándose estático unos segundos titubeo mirándonos alternadamente y después desapareció.

- ¿Listo para ir a casa? -mire a Uruha con una sonrisa ligera y Uruha me miro confundido con los ojos rojos.

- ¿Casa? -susurro titubeante.

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