42. El compromiso

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Me despierto en mi cama, y miro a Lënna, que duerme plácidamente.

Lo único que recuerdo es que Thranduil me azotó en público, y que me desmayé. También recuerdo que me tiró en el canal dónde tiraban los barriles con una bola de hierro en el pié. Y me dejó en bajo el agua. sin respirar, hasta que me desmayé, otra vez. ¿Pero qué hacía en mi habitación? Yo debería estar en las mazmorras.

Cogí un cuchillo que tenía escondido debajo de la cama salí de la habitación y empezé a caminar hácia el comedor.

Abrí las puertas y vi que toda la compañía, Thranduil, Elrond, mi madre y Celeborn, estaban hablando, o más bien discutiendo.

¿Qué hacían mi madre, Celeborn y Elrond ahí? ¿y Aragorn?

Todos se callaron cuando entré.

Iba con una túnica blanca, mi cabello blanco despeinado, y estaba muy pálida, y tenía grandes ojeras.

No podía hablar, supuse de tanto gritar bajo el agua, cuando me torturó en el canal.

-Mamá.-Susurré con la voz rota.

Ella me entendió y corrió hácia mí. Dejó a un lado la elegancia y me abrazó muy fuerte.

-Lo siento.-Susurré.

-Te quiero.-Me dijo en el abrazo.

Puso sus manos en mi cuello y enseguida recuperé la voz.

Ella se separó y se sentó.

-Vaya, vaya. ¿Vienes a amenazarnos con suicidarte?-Dijo Thranduil delante mío, mirando mi cuchillo.

Yo lo miré, con rábia.

Todo lo que me hizo pasó por mi cabeza. Y no pude resistirme.

Me tiré encima suyo, cuchillo en mano, cayendo encima suyo, en el suelo.

Yo lo miré.

-Esto es cómo un juego, y tu turno ha acabado, Thranduil. Ahora me toca a mí.-Dije sonriéndo perversa.

-No eres capaz.-Dijo él.

Yo lo miré.

-Puedo ser la Esperanza, puedo ser la Heredera de los Dragones, puedo ser la princesa de Lothlórien y el Reino del Bosque Negro.-Dije, con la voz rota.- ¡Pero tengo un maldito límite!

Dije con lágrimas saliendo.

-¿Esque no lo entiendes? ¡Sólo quiero vivir una maldita vida tranquila! Sin ser princesa, sin responsabilidades. Renunciaría a ser libre si hiciera falta. ¡Sólo quiero que me dejen en paz!-Grité.

Pero Thranduil sólo soltó una risita.

Entonces alguien me quitó de Thranduil, me levantó y me estrechó en sus musculosos brazos.

Yo empezé a llorar en su pecho, mientras el me abrazaba fuerte por la cintura. Me besó el cabello.

-Legolas, Legolas, Legolas...-Susurré llorándo.

-Estoy aquí.-Me dijo.

-¿Para siempre?-Susurré.

-Siempre.-Susurró.

Y entonces me separé de él y me besó, apenas tenía lágrimas.

Cerré los ojos y mi vestido se transformó en mi traje de hielo, con todas mis armas.

Cogí mi arco y tensé una flecha en él.

Y miré a todos los que estaban reunidos.

-¿Qué ocurre? ¿Por qué estáis aquí?-Dije mientras apuntaba a Thranduil.

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