CAPÍTULO 2

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CLARKE

Efectivamente, lo de Gina resultó ser un esguince. Nada grave, pero requería cierto reposo.  Era domingo y estábamos de nuevo reunidas las cuatro, esta vez en la casa de nuestras amigas.  Yo estaba sentada con Gina en el sofá, charlando y saboreando una copa de delicioso vino, Harper trajinaba en la cocina dando los últimos toques a la paella que nos iba a servir y Octavia estaba terminando de poner la mesa.


-Clarke,  necesito que me hagas un favor   -me estaba diciendo Gina.

-Tú dirás.

- El dominical de la semana que viene va a llevar un monográfico especial sobre mujeres que destacan en diferentes ámbitos   -comenzó a explicarme-.   Ya están todas las entrevistas hechas y supervisadas,  excepto una.  Mañana había quedado con una chica,  una de las investigadoras jóvenes más prestigiosas de nuestro país y esa iba a ser la entrevista que cerrara el reportaje.   Y quiero que la hagas tú.  El médico me ha comentado que lo mejor es que no apoye la pierna en un par de días.  Te necesito    -me miró poniendo un puchero.

- ¿Yo?  ¿Pero no puedes mandar a Naiara o a Anne?   -le dije torciendo un poco el morro.  No me apetecía mucho entrevistar a una estirada investigadora sobre la que no sabía nada.

-Imposible.  Naiara está en Milán y Anne tiene otra entrevista concertada mañana   -me aclaró-. Podría prescindir del reportaje sobre esa chica,  pero creo que el monográfico va a quedar más completo y atractivo si lo cierro con ella.  ¡Anda, hazme ese favor!  ¡Porfa,  porfa,  porfa!  Hazlo por tu pobre,  tullida y  vapuleada amiga...

-Anda que no tienes cuento tú ni nada... luego me das los datos que tienes sobre ella y me ayudas a preparar las preguntas...  -le dije.

- ¡Siiiiii! (Feliz como una niña con zapatos nuevos)

- ¿Qué pasa ahí ?     -preguntó Octavia mientras se dirigía al sofá a sentarse con nosotras.

-Nada, que aquí tu amiga la "maldita lisiada"  (imité a la telenovela) ,  a base de ponerme pucheros me ha convencido para ir mañana a hacerle una entrevista a una aburrida científica   -dije mientras torcía el morro.

- Ja,ja,ja... es que eres tan facilona de convencer.

Me gusto oír las carcajadas de Octavia.  Estaba preciosa cuando reía.  La quería muchísimo,  para mí era como una hermana,  le hubiera confiado mi vida  no había en el mundo nadie de quien me fiara más.  Era culta, sofisticada, encantadora,  guapísima, y todo un enigma.  Era bisexual y cuando estábamos en la Universidad experimentó todo lo que pudo hasta que conoció a Noel y se enamoró hasta las trancas.  Hace tres años estuvo a punto de casarse, pero su prometido,  que siempre nos había parecido un tipo legal,  resultó ser una auténtico golfo. Y menos mal que todo le estalló en la cara a mi amiga unos meses antes de la boda.  Se derrumbó.  Se encerró, no salía de la cama,  no comía,  no paraba de llorar. A las puertas de su habitación Gina y yo esperábamos para recoger los pedazos rotos de su corazón y ayudarla a pegarlos uno a uno y reparar su alma.  Al  octavo día apareció en la puerta, delgadísima,  demacrada y recién duchada.  Nunca más volvió a mencionarlo.  Nunca más permitió que ninguna de nosotras lo volviera a nombrar  y siguió adelante con su vida como si su capacidad de volverse a enamorar hubiera quedado encerrada también entre las cuatro paredes de aquella habitación.  Nunca más había dejado a nadie entrar ni en su corazón,  ni en su vida, ni en su cuerpo.


Gina,  como yo,  desde que recordaba,  siempre supo que era lesbiana y pasó por unos cuantos desengaños amorosos con mucho drama y poco fundamento;  se enamoraba tan rápido como se desenamoraba y todo con grandes dosis de intensidad y drama,  hasta que le tocó el premio gordo con Harper.  Su chica la mimaba hasta el extremo y la quería más que a su vida. Formaban una de esas parejas en las que todas queremos mirarnos,  entregadas,  locas y tremendamente felices.

AACLARKE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora