Capitulo 5: La intervencion del emperador

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Midorima al igual que sus antiguos compañeros salieron en busca de Murasakibara, pero al cabo de unos minutos todos se separaron para buscar en distintas direcciones.

Midorima se había decantado para ir en dirección a una placeta donde apenas había gente, y si cualquiera de ellos no quería que descubrieran a Kagami ese sería el lugar indicado.

Gran sorpresa se llevo el peli verde al ver que Aomine estaba en posesión del mini pelirrojo y no del come dulces.

Aun así, él tampoco permitiría que estuviera con ese idiota, quien sabe lo que sería capaz de hacerle, por lo que, aprovechando que Aomine se había confiado y alejado de Kagami, fue hasta donde estaba el tigre rápidamente, lo cogió con una de sus manos y se alejó de allí corriendo antes de que Aomine se diese cuenta, pero Oha-Asa no estaba de su lado hoy, porque Aomine lo vio irse corriendo cuando este volvía con el agua para el tigre de Seirin.

-¡MIDORIMA MALDITO!- Gritó furioso la pantera, mientras tiraba el agua que había recogido y se ponía a correr detrás del peli verde.

El pobre Kagami ante tanto meneo sintió que su alma saldria de su cuerpo. ¿Por que le movían de un lado a otro? Esa era la pregunta que se hacía, en el agarre de Midorima, mientras corrían hacia una casa abandonada que no estaba muy lejos y era el lugar indicado para que ninguno de sus amigos lo descubrieran.

Midorima antes de entrar en la casa deshabitada, miro a sus alrededores, asegurándose de que había perdido de vista al moreno, y con una media sonrisa, pudo ver que lo había conseguido.

Una vez entró en la casa, colocó a Kagami encima de una mesa vieja, la cual estaba llena de polvo.

Kagami se sentó y suspiró aliviado. Por fin había acabado la tortura...

Luego, levanto la mirada hasta ver como Shintaro lo miraba fijamente, con una expresión que no supo descifrar.

-¿Que demonios os pasa a todos vosotros? Pensaba que moriría ante tanto movimiento de un lado a otro- Exclamó Kagami con su voz mas aguda y suave debido a su tamaño, enfadado.

Midorima estaba embobado viendo al mini Kagami casi desnudo, cuando salio de sus pensamientos al oír protestar al tigre pelirrojo.

-Lamento todo esto Kagami, pero con esos idiotas en sus manos no habrías estado a salvo, lo mejor es que estés conmigo hasta que encontremos una forma de volverte a tu tamaño original nanodayo- Hablo con voz seria y decidida el peli verde, aunque tenia un ligero en sus mejillas, el cual no se percato el pulgarcito rojo, que indicaba que no lo hacia solo por esa buena causa...

-Creo que tenias sed, espera unos segundos, creo que habia por aqui agua, no  te muevas de ahí nanodayo- Le advirtió con seriedad, antes de ir en busca de un vaso pequeño y el agua

-Como si pudiera irme muy lejos con este tamaño- Murmuro el pelirrojo, cruzándose de brazos aun algo molesto.

   Midorima rebusco entre aquella casa y encontró un pequeño vaso, lo mas pequeño que pudo, para que Kagami pudiera beber de el, lo lleno de agua y volvió a donde había dejado al pequeño tigre.

-Ten, aquí tienes tu agua nanodayo- Dijo el de gafas, mientras colocaba el vaso en la mesa. Kagami le sonrió agradecido por que fuera atento con el a pesar de todo.

-Gracias Midorima,a pesar de la situación, eres amable- Y tras decir aquello el pelirrojo se acerco al vaso y poniéndose de puntillas para llegar, empezó a beber.

El peli verde se sonrojo ante la sonrisa y las palabras de Kagami, por lo que se volteo nervioso, para que no viera lo que le sucedía.

-Midorima ¿Que pasara ahora conmigo? No quiero estar en este tamaño...- Dijo el pelirrojo con tristeza, ya que era muchas cosas las que se perdería de hacer, por culpa en el tamaño que se encontraba.

El Pulgacito RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora