Él ya sabía.
Los dedos de mis manos comenzaron a jugar entre ellas.
Mi mirada se desenfocó de su figura y estaba viendo el suelo, pensaba qué decir. Todo se había echado a perder.
— ¿Cuánto sabes de mí? ¿desde cuándo tú...? — levanté mi mirada hacia él, tenía una sonrisa de satisfacción — ¿Sabes la clave de...? — su sonrisa se ensanchó.
Sentí que de repente me habían cambiado de papel; en vez del gato, tenía la del ratón.
— Pequeño SWAG — él se comenzó a levantar de su asiento lleno de confianza — ¿Siempre eras tan evidente? — retrocedí algunos pasos con mi cabeza gacha. Sentí cómo la sangre se me iba a las mejillas y todo lo que ocultaba fuera ahora tan transparente.
— ¿Te masturbabas mientras me veías hacerlo? — susurró cerca de mi oído. Me sentía tan ... desnudo.
— Asqueroso — a estas alturas ¿lo habrá dicho él o era yo?