𝒑𝒊𝒆𝒕𝒓𝒐 𝒎𝒂𝒙𝒊𝒎𝒐𝒇𝒇

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Me encontraba con mi rostro escondido dentro del pequeño baño que había dentro del cuarto que Wanda tenía en la torre

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Me encontraba con mi rostro escondido dentro del pequeño baño que había dentro del cuarto que Wanda tenía en la torre. Mi ritmo cardíaco estaba tan acelerado que creía que en cualquier momento mi corazón podría salir disparado de mi pecho, mientras mordía las uñas de los dedos con nerviosismo.

Había imaginado ése momento incontables veces, sin embargo, estaba segura de que no de esa manera y por supuesto en un futuro bastante alejado. Tenía veintitrés años por el amor de Dios, era una vengadora, y definitivamente no estaba preparada para afrontar el resultado de aquel test de embarazo que descansaba delante de mi sobre el lavado. Sabía que no era culpa mía, y mucho menos de Pietro, pues ambos nos habíamos cuidado a la hora de la intimidad, pero no podía dejar de torturarme; no estaba lista para ser madre.

Oí unos golpes apenas audibles en la puerta, y unos segundos después, la voz cautelosa de mi cuñada.

—¿Eni? —me nombró— Ya pasaron como diez minutos, ¿que pasó?

Tomé una enorme cantidad de aire dentro de mis pulmones mientras agarraba fuerzas y me levantaba del suelo. Caminé dos pasos hacia el lavado, sin embargo no tardé en retractarme y voltear con rapidez hacia la puerta para tomar el pomo de ésta y abrirla de par en par. La figura de Wanda pareció de inmediato, su rostro era una incógnita, se veía igual o incluso más nerviosa que yo misma.

—¿Y? —se apresuró a cuestionar.

—Aun no... —suspiré— aún no lo vi.

Ella mordió su labio inferior.

—Ya debe estar listo.

—No sé si estoy preparada para ver el resultado, Wanda —me abracé a mi misma en un intento fallido de encontrar contención.

—Está bien, tranquila. Hagamos algo —propuso— ¿Yo lo veré por ti, bien?

—Okay —asentí aun no muy convencida.

Me hice a un lado para que ella pudiera adentrarse al baño. Pensándolo bien, así era mejor; si ella veía el resultado antes que yo había menos riesgos de que cayera desmayada a la cerámica. Wanda se acercó con lentitud hacia el lavado y aún con vista fija en mi apoyó ambas manos en el.

Le di un pequeño asentimiento con mi cabeza y entonces ella bajó paulatinamente su vista hacia el pequeño test de embarazo. Por unos momentos se mantuvo quieta, con sus ojos fijos sobre aquel aparato y sin ninguna expresión en el rostro. Pero entonces movió su brazo para tomarlo entre sus dedos y después caminar hacia mi. Me miró por algunos segundos hasta que una enorme sonrisa se extendió a lo largo por su rostro.

—Seré tía.

• • • •

Dos semanas habían sido suficientes para que el estrés comenzara a apoderarse de mi. Mi vida estaba cayendo lentamente en picada; estaba distraída, más que una ayuda era un peso más en las misiones, los síntomas del embarazo se habían intensificado, cualquier aroma que llegara a mis fosas nasales me causaba nauseas y no dejaba de vomitar, los mareos y dolores de cabeza estaban acabando con mi paciencia e iba al baño cada veinte minutos. Para colmo, apenas hablaba con Pietro.

Aunque era consciente de que esto último era total y absolutamente mi culpa, pues me las había ingeniado para esquivarlo la mayoría del día, y en la noches, ponía la excusa de que no me sentía bien para no dormir con él y encerrarme en mi habitación. Estaba siendo una completa inmadura, lo sé, mucho más teniendo en cuenta de que una vida estaba creciendo dentro de mi barriga, pero no sabía que hacer.

Él tenia que saber la verdad, era su derecho y yo no era quien para quitarse. Pero no sabía como sincerarme con él, no tenia idea de como mirarle a la cara y decirle que seriamos padres. Estaba tan aterrada que incluso se me pasó por la cabeza empacar todas mis cosas e irme de aquel lugar sin dejar rastro. Y eso hubiese funcionado, si no me hubiera encontrado con mi novio justo cuando estaba a punto de tomar el ascensor.

—Aquí estás —formuló con ese acento marcado que tanto me gustaba.

—Si, aquí estoy —hice mueca mientras cruzaba mis brazos—. Sabes, justo estaba por...

—Luego puedes ir —dijo acercándose a mi y tomándome del brazo—. Ahora, tú y yo tenemos que hablar.

Ni siquiera tuve tiempo de excusarme porque me arrastró hasta los sillones de la sala. Nos sentamos allí, y él se quedó mirándome por un largo tiempo sin decir nada, sabía que era consciente de la manera en que lo había estado evitando ese ultimo tiempo y que querría charlar sobre eso, así que dejaría que el hablara primero.

—Yo... —comenzó— encontré algo que tal vez se te haga conocido.

Sucedió tan de prisa. En una milésima de segundo él había metido su mano dentro del bolsillo de su pantalón y había sacado el bendito test de embarazo con las dos claras rallitas en su dorso. Mi respiración se cortó.

—Estaba en en el cuarto de mi hermana porque quería hablar con ella sobre ti, quería saber si sabía el porque de tu comportamiento conmigo últimamente, pero no la encontré —me explicó, su voz sonaba tan calma que me asustaba—. Estuve a punto de irme a buscarla a otro lado, pero vi esta cosa sobre su mesita de noche. Imagínate... —soltó ella una risa seca— pensé Dios, mi hermanita, pero entonces recordé que está saliendo con un androide y todo se me pasó. Luego pensé en Natasha, pero de nuevo, recordé que lamentable Banner no puede dejar descendencia. Así que sólo quedabas tú.

—Pietro —en ese momento, mis ojos ya estaban empañados.

—¿Por qué no me dijiste, Eni?

Y entonces rompí en llanto. Ni siquiera sabia porque lo hacia, Pietro no se veía enojado ni dolido. Pero estaba tan enfadada conmigo misma por haberle ocultado una cosa así y sumándole las malditas hormonas que al aparecer me ponían más sentimental de lo normal, sentía que explotaría en cualquier momento. Pero entonces sentí unos fuertes brazos al rededor de mi y enseguida mi mejilla chocó con una superficie solida y me sentí contenida.

—Ya, está bien —murmuró Pietro aferrándome más a él.

—Perdón —logré formular—. Estoy mi asustada.

—¿Tú estás asustada? —preguntó tomando mi rostro entre sus manos y limpiando mis lágrimas con sus pulgares—  Cuando me di cuenta que el test era tuyo casi me orino encima, Eni.

Reí, en medio del llanto.

—Pero lo haremos bien, cariño. Seremos unos buenos padres, cuidaremos de ella o de él con nuestras vidas y seremos la familia más hermosa que alguna vez hayas visto —dijo acariciando mi vientre sobre mi blusa.

—¿En serio lo crees?

—Más que nada.


• • • •

espero que te haya gustado linda ennlangdon

este lo escribí yo, ¿que opinan?

de quien quieren que sea el próximo?

Bucky.

Clint.

Bruce.

nos leemos

𝐌𝐀𝐑𝐕𝐄𝐋'𝐒 𝐒𝐓𝐔𝐅𝐅 ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora