- Aquí no podrás, Bucky. – Lana se aguantó las piernas y miró hacia la ventana, pensando en taparla con lo que fuese. Un periódico serviría. – Podríamos... es una idea, pero quizá te ayude. – La chica sonrío de lado, con esa idea mataba dos pájaros de un tiro. – Podríamos ir a Nueva York. Visitar Brooklyn ya de paso. Tengo mi piso allí, pero posiblemente mis padres se pasarán constantemente.

- Entonces me verán.

- No si alquilo el que tengo debajo, al menos para que te escondas cuando me hagan una visita.

- Es demasiado.

- Oh, no te preocupes por el dinero. – Lana sonrío, mirando hacia su extraño compañero. – Tengo el número de la cuenta privada de Tony Stark, dudo que con los ingresos que tiene al mes se dé cuenta de que le falta dinero. – Bucky levantó una ceja. Así había estado pagando la estancia en el hotel y el estudio. – No me mires así, aquí todos tenemos nuestros métodos. Y es billonario.

- Lana, eso es demasiado dinero incluso para-

- Tiene doce billones de dólares en el banco, no se dará cuenta. – Bucky se quedó en silencio mientras su cabeza intentaba llegar a contar lo que doce billones de dólares eran. – Tiene una empresa muy importante, su padre era rico, así que ha ido haciendo riqueza. Y ahora con el tema Vengadores... Bueno, el tío está hecho prácticamente de oro, si me pillas.

- ¿De oro?

- Bueno, de un metal raro. – Lana parecía estar mandándole señales con los ojos, pero Bucky no parecía pillar de la misa la mitad. – Es Iron Man, otro de los Vengadores, ¿hombre de hojalata? Vamos, debes saber quién son los Vengadores aparte de yo, Steve y Natasha.

Se quedó en silencio, volviendo los ojos a su libro. Bucky había aprendido a ignorar a Lana cuando se ponía pesada con las referencias al siglo veintiuno.

- Tío, viste la exposición, estaba lleno de fotos de un tío con un traje de metal. ¿Rojo y dorado?- Lana levantó las cejas, y Bucky la miró unos segundos, como si le pidiese que se callase. – Y también está Hulk, que es un señor muy inteligente que se vuelve verde y gigante, y Ojo de Halcón, que es un arquero muy gracioso. – Lana hizo una pausa. – Luego está Thor, que es una especie de Dios nórdico que no sabe hablar en algo que no sea inglés antiguo. Está la Viuda Negra, el Capitán América y luego estoy yo, Hekate.

Bucky la escuchaba con los ojos interesados mientras ella iba hablando sobre los Vengadores. Pero se estaba dando cuenta de que no la escuchaba para coger información, la estaba escuchando porque le importaba lo que decía. Y en parte, sin quererlo admitir, porque le hacía gracia ver cómo sonreía de oreja a oreja mientras explicaba a sus compañeros de uno en uno.

Era casi insufrible.

Dos días después, Lana se encontraba todavía hablando de la batalla de Nueva York, conduciendo hasta la gran manzana, con Bucky al lado intentando dormir lo que no había podido dormir aquella noche.

- Igualmente, cuando pillamos al fin lo que Loki quería, que era lo que había dicho haría horas, pusimos rumbo a la ciudad. – Lana iba hablando sola, mirando hacia la carretera con un coche que había alquilado haría dos horas. – Y cuando aterrizamos el Quinjet, se me rompió la bolsa.

- ¿Qué bolsa?

- Ah, cierto. – Lana se dio un golpe en la cabeza. – Cuando voy a peleas, suelo maquillarme.

- ¿Maquillarte?

- Sí, maquillarme, con base, ralla de ojos, sombra, ya sabes.

- ¿No eras capaz de camuflarte? ¿Para qué querrías maquillarte? – Bucky no parecía creer que se maquillara para camuflarse, y la miraba desde el asiento del conductor. Iba apretado. Era demasiado grande para el coche que habían conseguido con tan poca antelación. Las rodillas tocaban la guantera del pequeño Ford Fiesta.

- Oh, no es maquillaje de camuflaje. – Lana lo dijo como si fuese lo más obvio del planeta. – Es maquillaje normal, de marcas normales, así como el que llevo hoy, mira. – Lana cerró los ojos un segundo y Bucky cogió el volante con la mano de metal, mirando adelante.

- Mira hacia la carretera, anda. – Pero se fijó en su cara, la había visto maquillarse en el espejo del baño del estudio, con una bolsa de color azul marino enorme que había subido en el asiento trasero. - ¿Para qué maquillarte? ¿No es incómodo?

- A ver, sí, lo es.

- ¿Entonces?

- Para salir bien en las fotos. – Hizo una pausa. – Y para que los malos vean algo bonito antes de desmayarse. O morir, según.

- Eso es lo más estúpido que he escuchado en mi vida. – Bucky se echó hacia atrás, pero un lado de la boca se le iba hacia arriba.

- Habrás escuchado cosas muy estúpidas en tu vida, ¿no? Steve era amigo tuyo, y conociéndolo... - Lana sonrío, mostrando sus dientes mientras miraba hacia su co-piloto, que volvió a coger el volante.

- No decía tantas estupideces como tú, pero se acerca. – Lana volvió a coger el volante, dándole en la mano de metal y apartando la mano, se había hecho daño al darle a algo tan duro. - ¿Ves?

- Ni una palabra.

- No, claro. – Hizo una pausa, mirando hacia abajo. – Steve solía hacer estupideces constantemente, recuerdo que se metía en peleas con gente el doble de grande que él. ¿Todavía sigue haciéndolo? – Lana se había quedado callada, mirando hacia adelante mientras se mordía la mejilla, se había dado cuenta de algo.

- ¿Peleas? ¿Steve? – Lana miró un segundo hacia Bucky, que tenía una mirada perdida diferente a las que Lana había contemplado. – Eso tienes que contármelo, no puedo esperar a hacerle chantaje.

- Oh, pues tienes material de sobra. – Bucky cerró los ojos, echándose atrás, un lado de la boca hacia arriba. – Solía venir a bares conmigo y se metía en peleas con tíos que molestaban a las chicas.

- ¿Sí? Bueno, no me sorprende.

- Y no sólo eso, recuerdo que intentó meterse en medio de una pelea que yo había formado por bailar con una chica- ¿cómo se llamaba? – Se quedó pensando un segundo y Lana se quedó callada mientras sonreía, mirando hacia adelante. Por fin iban haciendo un poco de progreso. – Creo que se llamaba Tatiana. Creo.

- Bueno, algo es algo. – Lana vio el cartel que indicaba que todavía quedaban unas dos horas de viaje, suspirando. – Por lo menos hemos aprendido que sí, todavía tienes tus recuerdos metidos ahí, en algún lado.

Y con un movimiento rápido, Lana le dio dos golpecitos en la cabeza como a los perros cuando hacen algo bien.

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HEKATE [Bucky Barnes]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin