двена́дцать

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Tuve que conseguir un empleo pronto. La escuela estaba por terminar y debía concentrarme en otra cosa para no ver a Dylan ni recordar a Andrew o a Aiden. Éste último todavía me veía caminar por los pasillos y lo único que hacía era fingir que yo jamás existí en su vida ni en su historial amoroso.

Trabajaba como anfitriona en un restaurante, desde temprano por la tarde hasta altas horas de la noche, pero me gustaba. Mucho.

Los demás empleados me trataron muy bien desde la primera vez que puse un pie ahí, enfundada en un vestido negro que me cortaba la respiración.

Una noche como cualquier otra, esperaba a que dieran las diez, la hora en la que llegaba mucha más gente de la habitual y había más pedidos de alcohol.

A las diez con trece, unos cuatro personas con acento extranjero se acercaron a mí, con sonrisas extravagantes y matas de cabello rubio. Eran tres chicos y una bonita mujer alta que podía pasar como modelo.

—¡Hola! ¿Mesa para cuatro? —Aunque yo era muy reservada y callada casi todo el tiempo, tuve que lidiar con toda mi vergüenza para poder ser una buena anfitriona.

—Para seis, por favor... Mis otros dos amigos llegarán en un momento.

—Síganme —tomé seis menús que estaban a un lado, en la barra de servicio, y los guié hasta el exterior del restaurante—. ¿Área de fumar está bien?

—Está perfecta.

—Mi nombre es Leighton y estaré atendiéndolos esta noche —ellos fueron sentándose en sus lugares correspondientes y yo les entregué los menús—. ¿Quieren ordenar algo de beber mientras esperan?

—Yo quiero un daiquiri de fresa —anunció la rubia.

—Un Tom Collins —dijo el rubio a mi izquierda. El que estaba en frente suyo le hizo un gesto de aprobación—. Que sean dos.

—Y yo un Spritzer.

—En seguida —hice la orden mental y escribí puros rayones ilegibles en mi libreta. De nada servía anotarlos.

Algo en esas personas me había puesto nerviosa, no sabía si por su apariencia totalmente atractiva o por su acento inglés, pero algo tenían. Fui a la barra para entregar la orden y alguien más la llevaría a la mesa.

Seguí esperando en el mostrador. La gente continuó llegando y yo hacía mi trabajo. Era jueves, no estaba muy concurrido el restaurante pero sí había suficiente humanidad rondando por ahí.

Luego, llegó él. Venía de la mano con una mujer a la cual no reconocí, pero se me hizo inmediatamente atractiva: alta, morena, cuerpo espectacular y una melena de puros rizos bien definidos.

Cuando me vio, la soltó. ¿Qué mierda? Claro que tuvieron que acercarse para decirme que buscaban a sus amigos, los rubios despampanantes. Él le dijo algo a la chica y yo le señalé la mesa donde la esperaban, totalmente fuera de mí.

—Leighton...

—Buenas noches, Dylan.

—¿Trabajas aquí?

—Creo que es obvio —volteé los ojos con fastidio y fruncí los labios.

—¿Estás enojada? —se rio. Maldito bastardo—. ¿Celosa?

—Claro que no.

—¡Leigh! —Bufó. No quería que su actitud o la mía llamara la atención de la gerente—. Ella...

—Es hermosa, y al igual que tu otra amiga, parece una modelo. ¿De dónde la sacaste?

—Nos conocimos en la playa hace un par de meses.

—Me dijiste que no habías conocido a nadie. ¿Por qué mentirnos? Habíamos quedado en que habría sinceridad...

Debía calmarme, recuperar la compostura y comportarme. Dylan y yo no éramos nada como para que me pusiera así por verlo con otra chica.

—En fin. Ve a tu mesa, ¿qué puedo ofrecerte para tomar...? —Saqué la libreta para distraerme de su mirada tan densa y él volvió a reírse—. ¿Qué es tan gracioso?

—Tú intentando ocultar tu molestia.

—¿Quién es? —Volví a preguntar entre dientes.

—Se llama Kailani y es de Hawaii. Los otros cuatro por allá son de Australia.

—Eso explica el acento...

—Y no, no me acuesto con ella —interrumpió—. ¿Y ese mesero qué? No deja de verte desde que llegué.

—Es porque llevamos todo este tiempo hablando y no estás en tu mesa. Ahora mismo estoy trabajando... Por favor, ¿podemos discutir esto después?

Dylan refunfuñó por lo bajo y asintió distraídamente.

—¿Mis amigos?

—Afuera, porque te encanta fumar. Acompáñame.

La decisión de Leigh | LIBRO IIIDär berättelser lever. Upptäck nu