8. Nueva Delhi

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Louis pasa el pulgar por la superficie de metal con forma de elefante.

— Es Ganesha — explica Harry —. La deidad de la inteligencia y el arte.

Observa con cuidado el delicado entramado de cada uno de los brillantes colores del llavero en su mano, sonriendo. Louis había aterrizado en Nueva Delhi unas horas antes del vuelo de regreso de Harry, así que le mensajeó y ambos quedaron en tomar un café juntos en el aeropuerto.

Louis jura que no hizo nada esta vez, que el destino los cruzó de nuevo.

No es como si no hubiera intentado sobornar a Nick otra vez, de todos modos.

Los planes B son necesarios.

— Es genial — dice, alzando una ceja y dirigiéndole la mirada al rizado —. ¿Lo compraste a último minuto?

Harry se alza de hombros, sus mejillas levemente rosadas.

— Lo hubiera comprado de todos modos. Aún tengo que darte el regalo de los dos últimos viajes, pero no sé cuándo te veré.

Louis parpadea y se le queda mirando un instante. Para ser honesto, no creyó que Harry le siguiera comprando souvenirs, y mucho menos que los guardara para poder dárselos. La idea del chico manteniendo esa tradición solo para él hace que surja un cosquilleo en su estómago y su corazón lata rápido.

— Puedes-- — se aclara la garganta, guardando el regalo de vuelta en el sobre —. Puedes pasar por mi departamento, ¿sabes? Dejárselos a Zayn y cuando tenga días libres podré verlos.

— Me perdería tu expresión de sorpresa y realmente, realmente no quiero eso.

Louis finge que el comentario no lo afecta en absoluto, y que la sonrisa angelical de Harry no pone en riesgo el funcionamiento de su sistema cardiovascular, por lo que centra su atención en la taza de Starbucks frente a él, con una sonrisa tímida en los labios.

— Así que, Harold... Cuéntame de India — pregunta al cabo de un rato, apoyando sus codos en la mesa y descansando su mentón en sus manos.

Harry se inclina hacia delante, mirándolo a los ojos como si se tratara de lo más serio del mundo.

— Nunca pruebes el curri.

Louis suelta una carcajada —. ¿Estómago débil, amor?

— Esa cosa del demonio doblega a cualquier hombre— suena solemne, con aire de contar una historia de guerra, pero con sus labios curvados hacia arriba.

Él sigue riendo en su asiento —. Por favor, si sobreviviste a la comida del avión entonces puedes sobrevivir al curri.

— La comida no es tan mala— se detiene un segundo, considerando con cuidado —. Excepto el té y el café.

Louis deja salir un quejido ofendido.

— Heeeey, yo hago el café.

Harry lo observa con detenimiento un segundo antes de colocar una mano sobre su muñeca, con una mirada comprensiva.

— No te ofendas, cariño, pero dedícate a ayudar con las maletas.

Louis suelta un sonido de indignación exagerada, llevando una mano a su pecho y mirándolo con desprecio.

—Harry Styles, ¿cómo te atreves?

De un momento a otro parte de su muffin termina en sus rizos, mientras que la crema del cupcake de Harry acaba en la nariz del ojiazul. Empiezan a abollar servilletas y lanzárselas entre sí, riendo sin parar hasta que alguien del personal viene a pedirles que se comporten o se retiren. Ambos asienten, disculpándose pero intercambiando sonrisas furtivas y traviesas.

Louis aún no entiende bien cómo, pero desde que Harry apareció en su vida ríe más seguido y se siente más relajado. No sabe si es la forma en que él lo mira, o las charlas por mensajes hasta la madrugada, o como echa su cabeza hacia atrás cuando se ríe y sus hoyuelos se marcan, pero se siente constante y se siente familiar. Se siente como en casa.

Louis no cree que vaya a querer marcharse esta vez.

Intentan comportarse como adultos y llegan a la milagrosa marca de cuatro minutos antes de que Harry sople su sorbete haciendo burbujas en su frapuccino y Louis doble sombreros de marinero con las servilletas, lo que culmina en ellos cantando el tema de Bob Esponja a todo pulmón.

Un empleado los echa del local diez minutos después.

Souvenir || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora