Ciudad Driscoll

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Me pasé el resto de la semana pensando en lo que me había dicho David, ya era sábado en la mañana, ¿y si le hacen algo? me pregunté, ahí estaba yo preocupándome por Susan, -¡Ah! Deja de pensar en eso, no es que me importe, además es una loca y puede arreglárselas sola- me dije, -genial, ahora hablo solo- en esos momentos realmente prefería estar en la cárcel.

-Nate tu mamá al teléfono- dijo David, dejé mis cosas y me fui con él.

-¿Ahora eres el de los recados?- le pregunté.

-El sargento Jenner me tiene por todo el campo entregando mensajes y cartas- dijo decepcionado.

-Es mejor que estar todo el día limpiando- dije y él se rió.

Llegué a la estancia en donde estaba el teléfono, mamá estaba feliz de escucharme, no paraba de decir que me extraña, -No es para tanto mamá- le dije, a decir verdad también la extrañaba y mi vida antes de esto, en ese momento vi a Susan pasar con Jessica, -Hablamos luego- dije y colgué.

-Hey, ¿Qué tal la oreja?- preguntó Jessica acercándose.

-Ya está curada- dije, -Gracias a ti- agregué, vi que Susan rodó los ojos, puede ser muy infantil.

-¿Cómo estás Susan?- le pregunté al ver que mantenía su mirada hacia otro lado.

-No molestes- dijo ella.

-Tan agradable como siempre- dije y Jessica se rió.

-Me voy adelantado- dijo ella y se fue.

-Está en sus días- dijo Jess, siempre lo está, -¿Vas a ir a la fiesta?

-Eso creo, ¿y ustedes?

-Si, aunque tuve que rogarle a Susan para que dijera que si- en ese momento pensé en lo que me había dicho David.

Tal vez ella no debería ir quería decirle eso, quería decirle lo que escuché, -Pues nos vemos allá... me tengo que ir- fue lo único que dije, miré a Susan para mi sorpresa nuestras miradas conectaron como era de esperarse me evadió en seguida.

Volví de nuevo al campo y ocupé mi mente en lo que debía de hacer. Las horas pasaron como si nada y yo había terminado de recoger todas las sogas de la práctica del pelotón dos. Cuando llegué a los dormitorios me quité la ropa y fui directo a bañarme. Tal vez deba de ir a la fiesta pensé mientras me quitaba la suciedad de encima.

Al rato ya estaba como nuevo, me puse una ropa casual y salí -Qué bueno que te animaste- dijo David esperándome a la salida de los dormitorios.

-Creo que me toca disfrutar un poco esta vez, además creo que se me va a oxidar si no le doy uso a mi armamento- dije y él empezó a reírse.

-No cambias nunca, vas a amar la Ciudad Driscoll- dijo agitando mis hombros. La ciudad Driscoll es la ciudad más alejada de la base militar, queda aproximadamente a 40 minutos y dicen que es el paraíso de la Base Lewis-McChord. Un taxi militar nos llevó al punto de encuentro, Milcy's Bar.

-Miren quien se dignó a aparecer- dijo Smith, uno de mis compañeros de habitación, pasándome una cerveza. -Esta la invito yo Ford.

Me puse analizar todo el lugar, a decir verdad el ambiente era fenomenal, la música a tope, cerveza y mujeres guapísimas, -¿Buscas algo o a alguien?- preguntó David.

-No- negué de inmediato sin embargo, eso no era cierto, estaba buscando a Susan, lo que habían dicho los chicos aun rondaba mi cabeza, -Parece que ya has llamado la atención de algunas chicas- me dijo David señalando a unas nenas que estaban sentadas en la barra, sacudí mi cabeza y dejé de pensar en eso, tenía que disfrutar de la noche, yo les sonreí y nos acercamos a ellas. Ya eran pasada las 11 y el ambiente se había alocado.

-¿Quieres bailar?- me preguntó la chica morena, yo asentí y los dos salimos a la pista.

-¡Dale con todo Ford!- gritaron mis compañeros. Yo hice una señal de victoria y seguí a la sexy morena a la pista. Tengo que admitir que la chica era fuego, se pegaba a mi y rozaba su cuerpo al mío, en ese momento las puertas del bar se abrieron y la presencia de cierta persona eclipsó mi mente, Susan Richmond había llegado.

OOML: La hija del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora