Tu, yo. El ring. Ahora.

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—¿Sabes que en cualquier momento tendrán que hablar, cierto?—se recostó encima del árbol.

 —Y yo haré todo lo posible para que eso no suceda.

 —Debes dejar de ser tan cobarde—resopló.

Estábamos en la hora del almuerzo y esta era la tercera vez que discutía con el rubio sobre la inestable “relación” que llevaba con Logan. Según él, “el grandioso Dios rubio de las relaciones” debíamos hablar y arreglar los malentendidos de forma civilizada… Pfff puras patrañas del romanticismo. Si lo llegaba a ver hoy, iba a lanzarme encima suyo y le rompería su rostro de modelo, pero hasta ahora estaba haciendo un buen trabajo con el plan “Ignorar olímpicamente al maldito desgraciado, apodado Logan”.

 —No estoy siendo cobarde—me crucé de brazos—Estoy siendo una persona completamente madura.

—Si tú no eres cobarde, entonces Collins tiene una cabeza normal—se burló.

—Estas quebrantando mi frágil ego Finn—me lleve una mano al pecho, fingiendo dolor—. ¡Ojalá Liz te deje!

—Ella me ama—sonrió como baboso.

—Eres un patético enamorado—me burlé.

—Mira quien lo dice. La que no puede aceptar sus sentimientos.

—Alguna vez en tu vida tendrás que meterte en la gran cabezota que tienes que no lo amo—acoté con fastidio—. Además, voy a pensar que eres un gay escondido si sigues dándome estúpidos consejos amorosos.

—Algún día te servirán—me despeinó.

—Pero ese día no llegara ni hoy, ni mañana, ni…—pensé un momento—. Nunca.

—Puso los ojos en blanco—. Eres imposible.

—Yo también te amo Finn—lo abracé.

—Tonta—besó sonoramente mi mejilla.

En ese momento sonó el timbre, dando a entender que la gloriosa hora del almuerzo había terminado. Y hoy era viernes ¡JODIDO Y CELESTIAL VIERNES! Al fin tendría un descanso del chico de ojos color zafiro.

Finn y yo entrelazamos nuestras manos y nos dirigimos hacia la perdición hecha materia: química.

***

—¡A Hopkins le hace falta un buen polvo! ¿Acaso es legal mandar más de treinta ejercicios de química?— se quejó.

—Debemos revisar el manual de la escuela, no debe serlo—bufé.

Estaba segura de que todos en este momento estábamos odiando con todo nuestro ser a la bruja de Miranda Hopkins, nuestra profesora de química. ¿Esa maldita vieja no tenía vida social? Necesitaba urgentemente una noche de acción...

—Alerta de tu príncipe endemoniado —susurró el rubio en mi oído.

Le di un puñetazo en el brazo.

—¡Maldita sea!

Ahí estaba el caminando hacia nosotros ¡mierda! ¡mierda y más mierda!

Lo único que se me ocurrió fue ponerme la capucha de la chaqueta y subir el cierre hasta mi cabeza. ¿Eso serviría no?

—Necesitamos hablar Jenna, ahora—escuché su voz.

—No.

Voltee el rostro aunque fue algo absurdo ya que no podía ver mi cara.

—No quise decir lo del otro día—se escuchaba apenado... ¡Mentiras!

— Finn, ¿podrías decirle al troglodita que tenemos al frente, que se largue?—pedí.

Dangerous Love [ HIATUS ]Where stories live. Discover now