Cuando intenté incorporarme para reñirle como Dios manda, me di cuenta que mis manos estaban atadas a la cabecera de la cama. Solté un gruñido molesto, espero mi amigo tenga una muy, muy buena explicación de esto. ¿Acaso este día podía ser peor? Primero una discusión por el estúpido color de las tarjetas de invitación y ahora Sherlock golpeándome para quien sabe qué propósito. ¿Qué sigue? ¿Qué la señora Hudson trate de envenenarme con sus galletas?

Fulmine con la mirada a Sherlock, pero él ni se inmuto, es más parecía estar ignorándome. Sospeché que si yo no iniciaba la conversación, él no lo haría.

—¡¿Por qué me golpeaste?! —pregunté algo indignado y molesto.

—Necesitaba dejarte incapacitado para inmovilizarte y sospechaba que no cooperarias —respondió como si fuera lo más normal del mundo el golpear a tu mejor amigo e inmovilizarlo.

—No me digas que esto es otro de tus experimentos, Sherlock. —gruñí por lo bajo— ¡No estoy de humor para esto!

Sherlock se incorporó de golpe y parecía ligeramente ofendido ante mi comentario. Pero su porte misterioso e intimidante de alfa, no surtía tanto efecto cuando solo estaba vistiendo una sábana blanca.

—¡No me dejaste otra opción!

Fruncí el ceño tratando de encontrarle sentido a sus palabras, algo me decía que había algo más detrás de ellas, no era solo uno de sus usuales berrinches, había algo importante detrás sus acciones, me lamí nerviosamente los labios antes de preguntarle.

—¿Sherlock a qué te refieres?

—¡Ibas a dejarme John! —Gritó a pleno pulmón y comenzó a dar grandes zancadas de un lado a otro de la habitación—. Ya no habría salidas juntos, ni casos, ni volvería a verte..., te quedarías con una monótona y aburrida vida con esa mujer.

Suspiré cansado, había pasado demasiado tiempo desde nuestra última discusión con relación a mi boda, que fue exactamente cuándo le notifique si deseaba ser mi padrino, que pensé que el tema había quedado zanjado, pero parece que no fue así...

—Sherlock me voy a casar y formar una familia quieras o no —le respondí con la voz más tranquila y suave que podía usar, como si estuviera tratando de convencer a un niño que va a tener una nueva madre. Inhale profundamente para poder proseguir con mis intentos de convencerlo de que mi boda se llevaría acabó sin que él pudiera hacer algo para evitarlo, cuando me percaté que el aroma de las galletas se estaba volviendo demasiado intenso, tanto que sentía como mi cabeza se embotaba. Ese aroma dulce me tenía completamente a su merced, tanto que incluso sentía que comenzaba a salivar a causa de él. ¿En verdad ese aroma provenía de las galletas?

—Lo sé —dijo con voz rota Sherlock, distrayéndome de mi intento de ubicar de donde emergía en verdad ese aroma delicioso.

—Muy bien ya que has comprendido eso, ¡ahora suéltame! —musité mientras volvía a intentar soltar mis manos para dar más énfasis a mi petición.

—No —gruñó Sherlock mientras me dirigía una dura mirada.

—¡¡Sherlock!!

—¡Tú no saldrás de aquí hasta que no canceles esa estúpida boda! —musitó con su usual tono de voz autoritario mientras se plantaba lo más cerca que pudo a los pies de la cama. Su inmensa altura y su mirada llena de rabia lo hizo parecer completamente intimidante, frente a mi había un alfa completamente cabreado, esa imagen me afectó tanto, que tuve que tragar saliva y lamer nerviosamente mis labios antes de responderle.

—¡Sherlock, no voy a cancelar la boda! Para esto de una buena vez —supliqué. En verdad no deseaba llegar a los golpes con él, y más si estaba en desventaja al estar atado. Sherlock frunció el ceño profundamente, en un gesto que solo usaba cuando veía a alguien siendo completamente estúpido.

ResoluzioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora