Paraguas

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Me desperté en medio de la noche, aún seguía en el sofá además la casa estaba oscura, todos estaban durmiendo y ni siquiera me llamaron.

Vaya familia.

Aún estaba lloviendo fuerte fuera y eso era malo para mí pues odio ir al instituto con las calles llenas de charcos, los coches que pasan siempre me mojan ¡Siempre!

Miré la hora en el reloj de la cocina, aún era muy temprano, las tres de la mañana. Así que me fui a mi cuarto.

Cruzando el salón para ir a mi cuarto pude observar una silueta entre la lluvia y la oscuridad que la noche ofrecía, no lo pensé dos veces y fui rápidamente a mi cuarto tapándome hasta el cuello con las sábanas.

La alarma sonó y yo me extrañé. ¿Ya son las siete de la mañana?

Agarré mi móvil para ver la hora y asegurarme, exactamente eran las siete.

¡Si sólo he cerrado los ojos diez segundos!

Me preparé para ir al instituto y cuando ya estaba lista fui abajo para desayunar.

-Hija, hoy tengo que venir un poco más tarde del trabajo, te dejo las llaves aquí, dejaré la comida hecha, solo tienes que calentarla -Explicó mi madre.

-¿Otra vez tengo que cuidar de Dylan? -Me quejé.

-Llegaré temprano, hija.

Yo bufé.

Agarré mi mochila y salí de mi casa para dirigirme al instituto, espero no llegar tarde.

Cuando me percaté que faltaban solo dos minutos para que el timbre sonara me alarmé, aún me encontraba lejos del instituto, así que caminé más rápido.

Llegué justo a tiempo, tenía al profesor caminando tras de mí.

Cuando llegué ví a todos tirando bolitas y aviones de papel, otros saltaban por las mesas mientras algunos los grababan por si se caían para subirlo al YouTube. Todos los días eran iguales.

Fui al final de la clase, en la esquina que está pegada a la ventana.

Yo en el instituto era invisible, no tenía amigos y nadie me hablaba. Algo así como un fantasma, pero yo estaba feliz, no me gustaba relacionarme con la clase de personas que había en este instituto. La mayoría eran personas sin futuro y malos estudiantes, yo no soy lista, simplemente medianamente normal pero como los demás no atienden nunca al profesor y siempre sacan notas muy bajas, los profesores piensan que soy lista y eso en parte era bueno.

Mi madre no sabe que no tengo amigos, siempre le miento diciendo que he quedado con personas para poder salir a dar una vuelta, si sabe que voy sola no me deja, en este pueblo hay muchos vándalos sueltos, por suerte nunca me han hecho nada.

El profesor entró pero los alumnos ni se inmutaron, seguían haciendo las estupideces del principio, el maestro mandaba a callar pero no le hacían caso hasta que agarró un libro y dio fuerte con este en la mesa haciendo mucho ruido y también haciendo callar a los demás estudiantes, entonces comenzó las clases.

...

Al salir de clases me dirigí a mi casa, no tengo que recoger a Dylan del colegio pues la vecina siempre lo trae, tiene un hijo de la misma edad y asisten a la misma clase así que no es molestia para ella.

Fui a la cocina para almorzar y como dijo mi madre, calenté la comida.

A los pocos minutos llaman a la puerta, la abro y era Dylan que estaba con una sonrisa en su cara.

-¿Y esa cara tan feliz?-Pregunté.

-¡Mañana me voy de excursión! -Dijo mientras entraba saltando alegre.

Ojala siguiera teniendo su edad, sin ninguna preocupación en mente.

-La comida está ya en la mesa, ve a comer ya antes de que se enfríe -Vaya, eso ha sonado como mi madre.

...

El reloj marcaba las cinco de la tarde y mi madre aún no había vuelto ¡Menos mal que me dijo que iba a venir temprano!

Observé la ventana cerca de la puerta y me acordé cuando ví esa figura en la noche y un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Qué hacía una persona en la ventana de mi casa tan tarde y para colmo lluviendo? ¿Será que alguien me está espiando?

Borré ese pensamiento de mi mente. ¿Por qué alguien iba a estar espiándome? Que ridículo.

La puerta se abrió y yo me asusté por un segundo, observé la entrada, era mi madre.

-¿Habéis almorzado? -Preguntó.

-Claro, mamá ¿Qué pregunta es esa? -Respondí.

-Nada hija, sólo quería asegurarme.

...

Son las nueve de la noche, salí a la puerta para sentir el clima, estaba perfecto para dar una vuelta así que le dije a mi madre que una amiga me llamó para dar una vuelta.

-Mamá, una amiga me ha dicho que quiere dar una vuelta conmigo ¿Puedo salir? -Pregunté.

Mi madre, que estaba haciendo la comida se giró para verme.

—¿Tan tarde? -Preguntó.

Ahora tenía que inventar algo convincente.

—Sí, es que... Le acaba de dejar el novio y está destrozada, necesita hablar con alguien y por eso me llamó.

—Ah, bueno, en ese caso sí, pero ten cuidado por las calles y ven pronto.

—Vale, gracias —Agradecí y salí por la puerta.

Cada vez que miento a mi madre me siento mal, pero tenía que hacerlo si quería salir.

Pensé en ir al parque cerca de mi casa, a estas horas no había nadie y se estaba muy tranquilo.

Cuando llegué me senté en uno de los bancos que se encontraban en el parque.

Respiré profundo.

Que paz.

Alcé mi cabeza y observé las estrellas, me gustaba mirarlas de vez en cuando.

Me quedé pensando un buen tiempo mientras disfrutaba de la tranquilidad hasta que me percaté de la hora, ya era un poco tarde y no quería que mi madre se preocupara así que me levanté para ir a mi casa.

Llegando de camino a mi casa sentí pisadas detrás mío, me alarmé y caminé más rápido, al parecer aquella persona se percató y también empezó a caminar rápido.

Mis manos sudaban y me estaba poniendo cada vez más nerviosa. Nunca me ha pasado algo como esto antes, estaba aterrada. Escuché que si algún delincuente te pedían algo y tú te negabas o no tenías, te hacían mucho daño sin importarle nada.

Empecé a correr como nunca antes, ya estaba cerca de mi casa pero sentí que me agarraban del brazo y me pegaban a la pared, yo cerré los ojos fuertemente mientras le rogaba al sujeto que no me hiciera nada pues no tenía nada para darle, pero no sentí ningún puñetazo ni amenaza alguna así que abrí mis ojos.

No me lo podía creer, era el chico de ayer, el que le ofrecí el paraguas en el parque, parecía nervioso aunque no lo puedo cerciorar pues su cara seguía tapada con esas goggles y aquel bozal como ayer.

—Lo si-siento por a-asustarte no era mi in-intencion, so-solo quería devolverte e-el paraguas que me pre-prestaste ayer —Dijo mientras movía su cabeza de una forma un poco rara y me ofrecía el paraguas que le presté ayer.

Yo lo tomé.

—Gra-gracias -Tartamudeé y el salió corriendo.

Me extrañé, la verdad es que ahora que lo pienso nunca he visto a este chico por el pueblo ¿Será nuevo? Al menos no me ha evitado como todas las personas hacían, tal vez él pueda ser mi primer amigo.

Mientras pensaba eso se me formó una sonrisa en mi cara.

Si le veo la próxima vez le hablaré, intentaré ser su amiga.

☆☆☆☆☆

Subo capítulo cada dos días.

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