-  ¡Espera, linda! – gritó uno de ellos.

- ¡Solo queremos darte un poco de amor! – exclamó el otro entre risas. Mi cuerpo se quejó cuando lo forcé a correr más rápido. Ser asaltada era una cosa, pero ser violada. Mis niveles de mala suerte tendían que ser realmente malos...

 No sabía hacia donde girar, no me quedaba mucha energía, empecé a jadear y cada paso era como exprimir mis pulmones. El aire frío no era de mucha ayuda. Los sujetos no se daban por vencidos, el gordo se había atrasado un poco pero el alto estaba casi pisándome los talones. Era tarde, todas las tiendas estaban cerradas o en desuso, no había paseantes en esa zona de la ciudad, imagine que ni siquiera los taxis querían pasar por esta manzana. Me había metido a la boca del león.

Giré hacia la derecha en una esquina y me topé con un enorme bote de basura. Ese pequeño obstáculo fue suficiente para que el hombre me tomara por el cuello de la camiseta y me detuviera. Por un momento creí que moriría asfixiada, su agarre fue tan fuerte que supe que si sobrevivía, eso dejaría marcas en mi cuello. Rio satisfactoriamente cuando me tuvo de frente, el sujeto gordo ya nos había alcanzado.

- Buen intento, linda ¿Cómo es que puedes correr tan rápido? – preguntó el tipo alto todavía sujetándome por el cuello.

No iba a llorar, cerré los ojos y los apreté con fuerza. No podía terminar aquí... ¿O sí? El hombre empezó a acariciarme mientras el otro sujeto observaba. Eran dos contra uno, no podía simplemente patearlo o golpearlo en la cabeza y huir. El otro estaría esperando para sujetarme. Me quedé inmóvil cuando sentí sus manos por debajo de mi camiseta, apreté los dientes y apuñé mi mano. Pasara lo que pasara no me iba a rendir sin dar un poco de pelea...

Levanté el brazo y mi puño se impactó contra su mejilla con tanta fuerza que logré alejarlo de mí, como era de esperarse el hombre gordo se lanzó sobre mí al instante. Lo pateé torpemente en la rodilla antes de que él me empujara. El peso de mi mochila hizo que perdiera el equilibrio y me cayera al piso. Los dos caminaron hacia mí, la oscuridad solo me permitía ver  sus siluetas. "Van a violarte" pensé sin cansancio "Tu nueva vida termina aquí". Ya no me importaba el dinero,  ambos empezaban a inclinarse hacia mi cuando una voz femenina detuvo mis trágicos pensamientos...

-  No se muevan – dijo firmemente la chica. Su voz era tan autoritaria que ni siquiera el viento se atrevió a mover algo. La miré de reojo sin desviar mucho la mirada de los sujetos, era rubia y alta, estaba apuntándonos con una pistola. Eso era lo que faltaba, la emoción de las armas para hacer que deseara nunca haber nacido.

  - ¿Audrey? – preguntó uno de ellos con voz temblorosa.

 - ¿Atacando a turistas perdidos de nuevo? Aléjense de ella – dijo la chica con el mismo tono de voz.

Ambos sujetos levantaron las manos y se alejaron de mí. Me quedé en el piso, era muy consciente de que la chica había dicho que no nos moviéramos y contradecir a alguien con un arma era un riesgo que no podía tomar por más ganas que tuviera de echarme a correr.

 - No íbamos a hacerle daño – dijo el hombre alto. Sí claro.

 - ¿De verdad? – murmuró la rubia riéndose por lo bajo y bajando el arma - ¿Iban a violarla, robarle sus cosas y después la dejarían seguir con su camino?

Miré a los sujetos, estaban en estado de pánico, sus ojos brillaban de arrepentimiento. Era obvio que todos se conocían, ¿Por qué le tenían tanto miedo? Dejando a un lado el arma los hombres parecían genuinamente asustados de lo que la rubia fuera a hacer después.

- Por favor... no le digas nada a Jack – rogó el sujeto gordo - No volverá a suceder, si Jack se entera...

 - ¿Están muertos? – rio la chica. De pronto, levantó el arma y disparó. Me hice un ovillo y cerré los ojos,  no quería ver a quién le había disparado. Hubo un pequeño silencio antes de que volviera a escuchar su voz -  Tranquilos, esta es solo una advertencia...

 Giré la cabeza y vi que los hombres estaban en el piso, ilesos y muy asustados. La chica había disparado al aire.

-  Pero si los vuelvo a atrapar – amenazó la rubia – Les daré lo que se merecen. ¡Fuera de aquí sabandijas! – exclamó.

Los sujetos desaparecieron en lo que me parecieron cinco segundos, corrieron gritando palabras de agradecimiento a la chica rubia.

-  Nunca había visto a un tipo tan gordo correr tan rápido – dio ella soltando una carcajada. Se acercó a mí, me tendió la mano y me ayudó a levantarme – ¿Eres una de esas turistas descerebradas que se pasean por la ciudad con todas sus pertenencias en la mochila?

 - Yo... creo que si – dije mirándola fijamente. Sus ojos verdes eran muy grandes, el cabello rubio le llegaba hasta los hombros y era un poco más delgada que yo. Iba a estar de acuerdo con todos sus comentarios, era ella la que traía el arma – No conozco la ciudad...

Estás de suerte, hoy me siento caritativa – se guardó el arma en la cintura de sus jeans y me miró sonriente, como si se hubiera guardado unas gomitas de dulce en lugar de una maldita pistola - Puedo indicarte el camino, ¿A dónde vas?

Muy buena pregunta. Me paralicé de miedo, no podía decirle que estaba sola en una ciudad que no conocía, paseando casi 20, 000 dólares en la mochila. Realmente era una descerebrada...

- En realidad yo – contesté con las manos temblorosas -  estaba buscando un hotel, mi avión llegó muy tarde y no quiero molestar a mis familiares a estas horas...

- ¿En qué colonia viven tus familiares? – preguntó curiosa. Maldición. No conocía el nombre de ninguna colonia o calle de la ciudad, la chica no era estúpida, no se tragaría mis improvisaciones.

- No lo sé – contesté nerviosa – Los llamaré mañana para que vayan a recogerme al hotel.

- ¿Por qué no llamarlos justo ahora? No creo que les moleste venir por ti después de que intentaran asaltarte y arrancarte la ropa...

-  Preferiría esperar hasta mañana – le sonreí con toda la seguridad que pude reunir.

La chica me observó con los ojos entrecerrados, su mirada viajó desde mis botas hasta mi cabello. Miró mi mochila y mi rostro con especial atención. De pronto su mirada se volvió brillante y sospechosa, me sonrió acusadoramente.

-    - Mientes, chica turista – se acercó a mí – No puedo creer que me mientas después de haber salvado tu... integridad física. Sucede que reconozco a las de tu tipo, yo solía ser como tu: ojos asustados, mochila enorme... podría apostar a que no tienes ningún familiar a un millón de metros a la redonda, me agradas, eres del tipo aventurero... ¿Huiste por gusto o por necesidad?

- No sé de qué hablas...

- Muéstrame tu celular, ¿Dónde tienes anotado el teléfono de tus familiares?

- Yo... perdí mi celular – falso. Lo había dejado en casa a propósito. El punto era que no me localizaran.

- ¿Y cómo planeas comunicarte con ellos? – sonrió porque sabía que me había encasillado – No me digas que te sabes el número de memoria porque haré que lo marques en este instante... - tocó su arma juguetonamente – Repito: ¿Huiste por gusto o por necesidad?

 Ya no tenía sentido mentirle, la chica era como un detector de mentiras humano.

 - Supongo que fue una mezcla de ambas – respondí.

- ¿De dónde vienes?

- Atlanta...

- Wow, ¿De verdad tu situación era tan mala para huir hasta la otra punta del país?

 No respondí. Ambas nos miramos fijamente por casi 10 segundos.

-   Me gustaría dejarte ir – susurró – Pero Jack estará encantado contigo.

- ¿Qué quieres decir? – pregunté con la voz temblorosa.

 - Tendrás que venir conmigo, chica turista. No me resistiría si fuera tú, recuerda quien trae el arma en la cintura de sus jeans – me guiñó el ojo y me tomó del brazo antes de empezar a jalarme hacia el laberinto de calles.


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