Prólogo

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  Jueves 20:30 PM. En el pasillo de un costoso hospital de Los Ángeles, California. Un comisario junto a un soldado veían a través de un vidrio a una joven internada. Estaba conectada a un suero y descansaba plácidamente. Era una chica que el día previo había logrado escapar de una red de prostitución, corrió como nunca antes hasta que encontró un móvil oficial que no dudó en ayudarla. Ahora se encontraba a salvo y atendida, pidió ser puesta en un programa de protección de testigos. Programa que ahora la estaba protegiendo, el comisario comentó al soldado que la chica sospechaba de sus jefes.

 El motivo era porque ellos con el pasar de los días le hacían cada vez preguntas más personales además de mandarla seguido a chequeos médicos. También había dicho que fue secuestrada al salir de su trabajo, los oficiales se habían sorprendido al enterarse dónde trabaja la joven. Era en la empresa Blade, la cuál era prestigiosa clínica privada de alta complejidad. Al mismo tiempo en ese mismo edificio se hallaba una pequeña oficina que evalúa si entregar o no seguros de vida a quiénes se postulen para así ser atendidos allí. La rescatada se llamaba Alexandra, era la asistente personal de la familia.

 Más precisamente de Silvia Blade, la actual Co presidenta de la clínica. Así mismo ese lugar ya estaba siendo investigado por denuncias de mala praxis, negligencia y escándalos sexuales. Pero ahora se sumaba algo peor si eran ciertas las sospechas de Alex. Así mismo dicho puesto ahora estaba disponible, por ende podrían mandar a un oficial de las fuerzas encubiertas para investigar. El comisario ya había contactado hace unas horas a alguien de las fuerzas encubiertas. Alguien que por su apariencia no despertaba ni una sospecha. Pero también muy eficaz en usar un arma o la fuerza si era necesario.

 —Señor, respecto al oficial convocado...

 —Lo cité a usted porque sé que en el pasado fueron más que compañeros. Sé que fue usted quién dejó su expediente en mí oficina cuando buscaba candidatos.

 —Lo siento señor, tal vez no debí. Pero sé que es la persona correcta, antes ha logrado infiltrarse en ciertos lugares y no falló. Es alguien muy eficaz, le aseguro que no lo decepcionará.

 Mientras tanto en las calles, una moto negra se estaciona en la entrada del hospital. Baja alguien que le da las llaves de su vehículo a un guardia que se acercaba. Dicha persona llevaba un casco puesto que impedía ver su cara. Da una leve afirmación con su cabeza al guardia e ingresa al lugar. Pasados unos minutos, el comisario escucha un sonido. Era el ascensor que abría sus puertas, la misteriosa persona llega. Se coloca frente al comisario y se estrechan las manos. El hombre le agradece el haber podido estar presente. Le entrega una carpeta con un curriculum falso que se le había preparado.

 —Como le venía diciendo, muchas gracias por venir y aceptar la misión. En la misma carpeta hay una tarjeta con la dirección de la mansión donde iniciarás tu trabajo. Cada día deberás enviar un informe además de las evidencias que veas relevantes al igual que comprometedoras. Inicias esta misma noche ¿Quedó claro?

 La persona recién llegada le hace un saludo marcial, indicando que entendió todo. El comisario se retira ya que debía arreglar unos últimos detalles. Dejando a Joel, el soldado junto a la misteriosa persona custodiando a la joven. Al retirarse, Joel miró a la persona que estaba a su lado. La miraba medio triste. Su mirada recorría de arriba abajo a esa persona con traje de motocross negro Esa persona iba de brazos cruzados mirando al frente, no se podía definir muy bien si era un hombre o una mujer quien vestía así además de que el casco era muy oscuro para adivinarlo.

 —Oye —coloca su mano en el hombro de la otra persona— gracias por venir... ¿Cómo has estado? Hace un buen tiempo que no nos vemos.

 Joel no recibió ninguna respuesta, únicamente una leve afirmación con la cabeza. El soldado se deprimió, entendiendo lo sucedido quita su mano. Lo mejor era esperar a que su jefe regrese. La habitación de la joven estaba ubicada en un subsuelo, allí sólo habían 3 maneras de llegar, sea por ascensor, una escalera ubicada al lado del mismo y una salida de emergencia al fondo del pasillo. Únicamente había una habitación ya que era usada para pacientes que requieran custodia policial. Alexandra sería trasladada al día siguiente a una nueva ciudad con otra identidad. Mientras tanto debía ser cuidada.

 De inmediato la persona del casco con una mano tapa la boca de Joel, con la otra le hace una señal de silencio. Joel no entendía pero obedece la indicación, al hacerlo, el otro retira las manos. Comienzan a prestar atención y escuchan unos pasos, alguien bajaba las escaleras de manera tranquila, tal vez para no llamar la atención ¿Sería el comisario? Para nada, él siempre avisaba cada vez que debía ver a sus oficiales o llegar a un lugar. Tampoco era algún médico o enfermera ya que al lado del vidrio había una mesita con una carpeta indicando los horarios en los que Alex debía ser atendida.

 No era el horario, es más todavía faltaba. Tampoco era una visita debido a que la chica era huérfana y aunque no se llevaba mal con sus compañeros de trabajo, no eran sus amigos. El soldado comienza a preocuparse hasta que otro ruido se escucha, como si algo cayera por las escaleras. De ahí se vió que era una granada que ni bien llegó al pasillo comenzó a largar humo. La persona misteriosa de inmediato tomó a Joel de la mano y corrieron hacia la puerta de la habitación. La abrió y empujó al soldado dentro. Al cerrar la puerta, la traba con la mesita y otros artículos que estaban allí.

 Joel desesperado comienza a golpear el vidrio y desesperado le pide a quien lo metió allí que lo libere, no sabía que pasaba pero el humo se volvió más fuerte, impidiendo la visión, el soldado saca su celular, comienza a pedir refuerzos pero... olvidó cargarle crédito antes de entrar al hospital, así que no tenía servicio. Recordó que lo iba a cargar al salir del hospital, momentos después el humo se desvanece. Pero el o la motoquero seguía de pie, al mismo tiempo el testigo ve que frente a esa persona había un fuerte hombre calvo. De negro y con una mirada muy fría. Este sonríe con ironia y aplaude.

 —Bravo, primera vez que veo a un oficial inteligente. Veo que usas un casco especial, algunos policías tienen unos, los cuales impiden que respiren humos y gases tóxicos. Sin embargo los comunes no lo tienen... ya veo, debes ser de una fuerza especial.

 Los otros sólo escuchaban. El calvo ve que su rival mantenía la calma y más se sorprende cuando le hace un saludo marcial. Se ríe y saca una pistola con silenciador. Joel intentaba abrir la puerta pero era inútil. El hombre se acerca a su rival y le apunta al casco. Pero el otro seguía en calma ¿Quién era esta misteriosa persona, por qué no tenía miedo? Era obvio que el otro quería desmayar a la custodia para matar a la joven.

 —Será muy divertido esto, además de inteligente eres muy valiente. Espero haya una bella chica debajo de ese traje. Te tengo una oferta, como verás no soy un hombre feo, tendré una horrible profesión pero soy un tigre en la cama. Apártate y te recompensaré.

 El calvo recibe una fuerte cachetada. Eso lo enfurece y entre ambos comienzan a forcejar, a Joel se le escapaban unas lágrimas ya que era imposible abrir la puerta, sólo podía ver pero al mismo tiempo comprendió que fue metido ahí para ponerlo a salvo. Pero también para que proteja a Alexandra. Los otros dos se separan y miran de frente, la lucha había comenzado.  

 Lo prometido es deuda, acá les dejo el nuevo PROLOGO de esta historia

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 Lo prometido es deuda, acá les dejo el nuevo PROLOGO de esta historia.  A los nuevos les digo que espero les haya gustado, a los antiguos que notarán que es completamente distinto a lo anterior. Pero mantiene la escencia de misterio ¿Qué fueron en el pasado Joel y la misteriosa persona? ¿Quien mandó al pelón por Alexandra? ¿Sabremos la identidad del motoquero? Lo sabremos en los proximos capitulos. Zoley te dediqué el capitulo porque me sorprendieron tus palabras del otro día y fuiste quien más emoción mostró por el regreso de esta historia.

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