03. ENCERRADA

344 46 14
                                    

—¿Sí? —suelto insegura y antes de que él volviera a soltra una burrada, la chica de piel chocolate aparece a su lado y le susurra algo a la oreja.

—Todos a la base, ¡Ahora!—Dice el rubio sin despegar sus brillantes ojos de mí luego de escucharla.

A mi alrededor todo el mundo empieza a moverse como robot, al unísono.

Los observo, van con la mirada gacha pero aún así algunos se atreven a levantar la mirada hacia mi, sonrío a propósito sintiendo sus miedos e inseguridades.

Me hace gracia que yo les de miedo siendo que los asesinos eran ellos. Habían matado a un ciervo por diversión, ¿qué tan fría debía uno tener la sangre para hacer semejante atrocidad?

Al final todos se van y solo nos quedamos el rubio, la morena oscura con rastas y el blancucho que se mantenía a la derecha del rubio con mirada penetrante.

Como siga mirándome así lo más seguro es que haga que mis moléculas entren en ebullición y me derrita hasta fundirme como helado de vainilla ante sus narices.

—Como iba diciendo yo la traje aquí...—Se acercó la chica a mí, me cogió del brazo y me colocó delante del rubio.

Bajó la cremallera del abrigo y dejó que ambos vieran mi cuerpo desnudo. Ambos levantan una ceja y miran a la chica con cierta burla.

—Tiene ombligo tarados.

Ambos vuelven a mirar mi tripa, pero cierro el abrigo y les fulmino a los tres con la mirada.

—¿Qué clase de juego es éste? ¿Sois cientificos acaso para querer estudiar mi anatomía o qué? —pregunté observándolos con molestia. ¿Quiénes se creían? —Claro que tengo ombligo, ¿por qué no lo tendría?

El rubio suspira, coge algo de su bolsillo y me señala con una diminuta linterna los ojos, de la misma forma que la morena lo había hecho poco después de encontrarme ahogándome en el río.

Le aparto la mano de mi cara de un golpe y le veo apretarse la mandíbula.

—¿De dónde vienes?

—No lo sé— Contesto con sinceridad y él niega con la cabeza como si acara de responder mal la pregunta más importante del examen.

—Esposadla y tapadle los ojos, se viene con nosotros.

Dicho eso me da la espalda y empieza a alejarse.

—Espera...¿Qué?

La chica vuelve a subirme la cremallera del abrigo mientras el otro ata mis manos con fibras magnéticas las cuales se ajustaron en mi piel lo suficiente para dejar que siguiera circulando la sangre por mi torrente sanguíneo.

La chica me vendó los ojos con un pañuelo oscuro que me cegó. Ambos me cogieron del brazo y me hicieron caminar a fuerza.

Intenté no resistirme e ir a su ritmo, pero nada de esto me estaba gustando ni un pelo. Ya sabía el fallo de esta simulación, y era la poca hospitalidad y educación tenían los humanos con la gente desorientada.

🌙

Doce horas habían pasado desde que los gorilas del rubio me tiraron a este sucio calabozo.

¡UN CALABOZO!

Quería saber que pasaba por sus mentes para pensar que quería escapar.

Llegué aquí por mis propios pies, bueno... tal vez no, pero casi.

Lo lógico sería que no quisiera irme.

Humanos tenían que ser.

Todos eran impulsivos y sumamente irracionales, aun así sigo sin encontrar el defecto a esta simulación. Quizá sea porque dura demasiado, estoy segura de que en ningún momento volví al laboratorio para volver a empezar la simulación.

8 minutos.Where stories live. Discover now