PROLOGO

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Año 2046.

—No podemos seguir permitiendo ésto. Día tras día, un niño muere por no soportar la fatalidad de los experimentos y nosotros seguimos aquí sin hacer absolutamente nada — Exclama uno de los hombres golpeando la mesa con el puño—. Debemos movernos, rearmemos las filas y marchemos al alba de la tercera luna teniendo a Orión como protector. Hay que aprovechar su estado de alerta, no van a estar esperando un ataque tan pronto.

—Es un buen plan, querido. Pero ¿Cómo piensas tener a los soldados listos para entonces? Y aún más importante, ¿Cómo lograrás entrar en esa fortaleza? —replica la única mujer en la habitación, levantándose de su cómodo asiento y escrutando con la mirada a cada individuo en la sala—. Es impenetrable, tú lo sabes, todos lo sabemos. Los campos de fuerza, las armas, las murallas, el laberinto; sólo un estúpido es capaz de pensar que puede salir de ahí ileso y manteniendo la poca cordura que seguro posee.

Y con esas palabras, los murmullos se hicieron presentes acrecentando el miedo, la incertidumbre pero también la furia de los presentes reunidos. Todos sabían que la gran instalación de KMA era un pase directo al infierno; si entrabas, no salías. Todos los que lo habían intentado habían muerto en el intento.

¿Por qué ellos conseguirían entrar después de que varios de los suyos intentaran sin ningún éxito?

Ninguno quería imaginar lo que hacían con aquellos pequeños que habían fecundado hacía ya dieciocho años.

Después de que descubrieron la gestación artificial, diez científicos de renombre se emprendieron en la búsqueda de seres perfectos, casi inmortales, el único problema que no tuvieron en cuenta fueron los límites a la hora de experimentar.

Cuando al fin pudieron gestar un embrión, se concibieron veinte niños que fueron estimulados genéticamente a lo largo de estos años con el experimento  "8 minutos". Un sistema de niveles diseñado para fortalecer cada aspecto motriz, sensorial e intelectual de un ser humano.

Cuando los llamado In Vitro comenzaron a morir, cinco científicos quisieron detener la investigación de millones y millones de euros, pero fueron cazados, torturados y asesinados por sus intenciones; contradictorias al pacto que habían forjado al empezar todo.

—Ya basta— Murmuró una voz oculta en las oscuras sombras de una esquina, ajeno a todos los demás. Y aunque su tono fue casi un leve susurro, aquel chico de rubia cabellera imponía con el fulgor que se alojaba en su mirada y la fuerza que poseían sus palabras.

Nadie se atrevía a cuestionarlo, no solo por ser el general de la fortaleza; si no también porque no era la persona más amable del lugar. Además, era el único que sabía lo que ocurría en las instalaciones de KMA, mientras los demás luchaban por averiguar algo y así poder adelantarse a los pasos de éste.

—Atacaremos mientras la incertidumbre gobierne, pero no podemos darnos el lujo de perder a más hombres. Las tropas flaquean con el pasar de los días, el alimento comienza a escasear junto con el agua. Pronto el invierno azotará estás tierras y debemos pensar en como sobrellevarlo para luego concentrarnos en atacar. Aquellos jóvenes que residen en el Hexágono sabrán sobrevivir hasta que podamos rescatarlos, porque no podremos hacerlo de un día para el otro, eso hay que planificarlo bien, ya hemos visto las consecuencias de no pensar antes de actuar...

—El viejo ha dicho que los exámenes comenzarán pronto, tú sabes que no vivirán después de éso. ¡Hay que apurarnos! —Exclamó el hombre de treinta y pocos apretando su blanca dentadura—. Y si lo logran, no quedará nada de su humanidad que podamos rescatar.

—¿Son siquiera humanos? —Preguntó el hermano de éste sin apartar la mirada de los rostros de los tres líderes que residían en la sala de mando.

—Sabes que sí, Dimitri— Respondió en tono cansino el General.

—Pero, ¿Y si no? Nadie sabe cuán lejos han llegado con los niveles o qué tanto han manipulado sus cerebros. No sabemos si pueden tener sentimientos — Replicó señalando las imágenes holográficas que giraban en el centro de la habitación con las fotos actuales de los seis In Vitro que seguían con vida—. ¿Quién nos asegura que nada más lleguemos no intentarán atacarnos o peor... nos maten?

De pronto, las cinco personas de la sala se sumieron en sus pensamientos considerando lo que acababa de decir Dimitri, observando las jóvenes caras de los In Vitro que no reflejaban ninguna clase de sentimiento.

Estaban vacías, sin brillo, sin ningún signo de vida.

—Son como máquinas — Susurró Böknan.

—Lo sean o no, son seres humanos— Habló el General—. Iremos por ellos, cueste lo que cueste — Exclamó—. Pero primero reorganicen las tropas, quiero un grupo de veinte listos para el atardecer, iremos a buscar alimento. Tú—Dijo señalando a la mujer que hasta entonces se había mantenido en silencio— Encárgate del agua, toma cuantos soldados necesites.

Volvió su mirada una vez más a las fotografías tridimensionales basada en el empleo de la luz, conservando en su memoria cada rasgo e imperfección de esos seis rostros antes de suspirar.

—En sesenta días saldremos tras ellos— Dijo señalando los hologramas con su dedo haciendo que los presentes dirigan su mirada hacia las imágenes—. Esta vez no habrá lugar a errores, no fallaremos.

8 minutos.Where stories live. Discover now