III. Cabro simpático.

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1 de Abril del 2018.

Desperté a las 6:30 de la mañana, la Cami se iba a trabajar a las 7, así que me bañé y vestí, luego bajé a hacerme desayuno, estaba el Matías sin poler. El hueon patudo, ni que fuera su casa. Al verme entrar a la cocina me sonrió de la misma manera que ayer. Me extraña su actitud, no me ha dirigido palabra alguna, pero sus miradas y sonrisas me dan miedo.

–Buenos días– me saludó.

–Buenos días– murmuré, él alzó una ceja ante mi indiferencia. Le di la espalda y procedí a prepararme mi desayuno, tratando de ignorarlo lo mejor que podía.

–Supongo que no eres de las que habla mucho, ¿no?– preguntó, mas nunca le llegó una respuesta–. Bueno, me da igual niña, vamos a estar viviendo juntos por un tiempo, y vamos a estar solos, así que en algún momento me tendrás que decir algo más que buenos días.

Uy el cabro simpático. ¿En qué influye cuánto le hable? Ni que nos fuéramos a hacer amigos, yo vine única y exclusivamente a trabajar, y me intranquiliza, su mera presencia me tiene chata.

–Hola Nachi, buenos días– entró la Cami con una sonrisa pegada a la cara, el Charles entró después de ella con una expresión completamente contraria. Uf que intenso.

–Hola, ¿nerviosa?– le pregunté, ella suspiró y asintió con la cabeza. El Charles rodó los ojos y sacó un batido de no sé qué del refrigerador.

–La Nico se debería despertar como en una hora, la papilla está en el refri, se la tiene que comer toda, aunque no quiera. La Maite y el Renato duermen hasta las 9 más o menos, de desayuno toman leche de chocolate y ellos se hacen el pan– dijo, yo iba asintiendo, anotando mentalmente todo lo que me decía–. Pegado en el refri hay unos números en caso de problemas, ojalá que el Mati te sirva de algo estando en la casa, si no lo echai no más.

–Uy andamos simpáticas, ¿no andas con la regla por casualidad?– se burló el Mati, la Cami se tensó.

–No, gil, nos vemos– le dio un rápido beso en la mejilla, luego prosiguió conmigo y finalmente le dio un piquito al Charles, él tenía el ceño fruncido–. Suerte Nachi.

–Suerte– le sonreí, ella salió de la casa.

El Charles salió media hora después a entrenar con su equipo. Me quedé sola con el Matías y los cuatro niños, pero él se fue a encerrar a su pieza mientras yo me quedé en el sillón esperando el llanto de la Nico, que tal como dijo la Cami, llegó a la hora de que ella se fuera. Me paré a atenderla, la alimenté y le puse los monitos que la Cami me dijo que le gustaban, estuve en mi celular hasta las 9, ya que la niña ni molestaba, igual de fome que su papá, luego los otros tres se levantaron, les hice leche y ellos mismos se hicieron un pan cada uno. Que independientes los niños, a su edad la nana me hacía todo.

Después de que comieron me puse a jugar con la Maite, que estaba solita con sus barbies. El Renato podía jugar con el otro niño, del cual aún ni sé el nombre, pero el pendejo era mucho más simpático que el padre. La Nico seguía sin molestar, me sorprendía, ¿a estas alturas no debería estar llorando porque no está su mamá o algo? No sé, cada cierto rato tenía que chequear si seguía viva.

–Oye Nachi, no está el ken– me dijo la Maite analizando sus juguetes–. Voy a ir a buscarlo a la sala de juegos.

–Ok, te espero– la niña subió las escaleras, a los minutos llegó sin nada.

–No lo encontré, creo que está en el cajón del baño de los papás, pero no lo alcanzo, ¿me ayudas?– no sabía si ir, quizás la Nico se ponía a llorar o algo, pero antes no había supuesto un problema, así que, ¿qué más da?

–Ya, quédate acá por si acaso, si es que la Nico se pone a llorar– la Maite asintió y yo subí al segundo piso, hacia el pasillo derecho al fondo, por lo que recordaba.

Me sentía una intrusa al entrar a la pieza de mis jefes, pero bueno, era por una buena causa, su hija necesitaba al maldito Ken.

La pieza era enorme, muy linda y ordenada. Había una cama tamaño king  con cubrecamas color verde en el centro, a cada lado un velador de madera, las paredes de un tono celeste. Habían dos puertas, entré a una y era un puto closet walk-in, maldita Camila, te envidio. La segunda ya sí era un baño.

Abrí el único cajón dentro del baño que era lo suficientemente alto como para que la Maite no lo alcanzara, efectivamente allí estaba el Ken, lo saqué y sin querer boté una serie de cosas, las recogí y volví a poner en su posición original, pero algo me llamó la atención.

Era un test de embarazo, con dos líneas.

Noté que estaba en una bolsa que había botado, la recogí y habían tres tests de embarazo más, todos con dos líneas. En la caja de uno de ellos decía que dos líneas significaba embarazada.

Oh mierda, que fuerte, la Cami estaba embarazada, porque supongo que no era el Charles.

–No deberiai estar acá– dijeron tras mío, me sobresalté y volteé, sin darme cuenta que tenía dos tests en mis manos. El Matías los miró fijamente, sorprendido–. ¿Estay embarazada?

–¿Qué? No.

–Entonces de quién... Oh.

–Y-Yo me voy– guardé la bolsa en el cajón y salí del baño y la pieza.

Que incómodo, ahora él y yo sabemos sobre la Cami, pero lo más importante aquí es: ¿sabe el Charles? Sinceramente yo creo que no, hubiera actuado diferente si hubiera sabido. Y la Cami... ahora entiendo por qué en la mañana se puso tensa cuando el cabro simpático le preguntó si andaba con la regla.

Ojalá que no se enteraran de que entré en su pieza sin su autorización, y ojalá que esto no me costara el trabajo, porque me gustaba mucho.

–Encontraste al Ken– dijo la Maite una vez llegué al living.

Sí, junto a los cuatro tests de embarazo de tu mamá.

–Sí– la Nico comenzó a llorar, así que me la llevé a su pieza, tuve que cambiarle el pañal, nunca lo había hecho, pero no era tan terrible como lo pintaban.

Luego me quedé un rato pensando sentada en el suelo, no sabía cómo iba a poder mirar a la Cami sin gritarle estay embarazada o algo. Lo mismo con el Charles, más aún si mis sospechas de que no lo sabe son ciertas.

–Hola– dijo el cabro simpático, como se había grabado en mi mente su nombre, entrando.

–Hola.

–Yo creo que deberíamos hablar sobre eso– señaló a la Nico que estaba en mis brazos, ¿de verdad es papá este hombre? Ni que fuera un tabú un bebé.

–Es un bebé Matías, y no entiendo por qué deberíamos hablar de ello, ni que fuera yo la embarazada.

–Yo solo quería decirte que no dejaras a la Cami saber que tú sabes, no creo que le gustaría.

–Sí Matías, no soy tan tonta como para ignorar eso– él como individuo me irritaba, no podía evitar ser pesada.

–Yo solo te decía, la mina pesa– rodé los ojos.

Al final del día, cuando la Cami llegó, yo no podía dejar de pensar en las pruebas, y en que llevando tan solo un día de trabajo ya me había metido en problemas, y como estos me perseguían a donde fuera, tanto en Chile como Alemania, y estaba segura de que si me fuera a otro lugar también.

–¿Cómo la pasaron?– preguntó la Cami cuando nos sentamos a cenar, el cabro simpático y yo cruzamos miradas por unos instantes, intentando que no nos descubrieran.

–Bien– respondí simple.

–Bacán– me sonrió la Cami, el Charles no había hablado en todo el rato.

Lo que me espera durante estos meses.

Hoy no fui al colegio, pero fue un día productivo👍
Las odio a todas, nadie quiere unirse al grupo de wsp, arderán en el infierno🔪💣🔫

 Chased // Matías Fernández [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora