¿No estoy enamorada?

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Levantó la vista del celular hasta el momento en que Matt le indicó que habían llegado a casa de Julián, de nuevo no se había fijado en el recorrido como todas las veces anteriores que estuvo ahí pero con el GPS en su celular no se perdería fácilmente, le mandó un último mensaje a Laini avisándole que había llegado y se bajó del auto metiendo una mano en el bolsillo de su pantalón para sacar la llave que Julián le había dado, en realidad era un juego de llaves.

—Matt por favor pásame mis maletas —le gritó sin dejar de caminar hacia la puerta. Una vez frente se apresuró a abrirla con la llave que Julián le había etiquetado y entró a la casa con una sonrisa en su rostro.

Si se sentía así de feliz en una casa "prestada" no se imaginaba como sería cuando fuese a vivir en su propia casa. Ella estaba lista para vivir sola aunque su familia dijera que no.

Corrió a abrir las cortinas para iluminar un poco la sala principal y aunque con el cielo nublado no se veía como lo hubiese esperado aun así la acción le motivó. Vio a Matt dejar dos maletas en la entrada mientras la veía mal.

—Dijiste "pásame las maletas" —le reclamó usando una voz más aguda tratando de imitar su voz—. Pero parezco tu botones.

Brenda se acercó a él sonriéndole con maldad.

—No te preocupes. Ten —le tomó una mano dejándole un billete de dólar en la palma—. Aquí está tu propina.

Su cuñado casi la mató con la mirada.

—Es un jodido dólar, ni me alcanzo a comprar un jugo con esto. Me voy, dejaré tus otras maletas en el patio y ahí te encargas de meterlas. Adiós —se despidió agitando la mano mientras le daba la espalda.

Vaya que ser alejado de Jeanne realmente lo ponía de mal humor. Si él hubiese tenido un poco de acción con su hermana seguro que estaría arrojando arcoíris de felicidad pero Jeanne seguía necia con llegar virgen hasta el matrimonio, ¡tonterías!

Sacudió su cabeza alejando los problemas de su hermana para centrarse en lo primero que haría en esa casa. Con prisa metió sus maletas a la casa y dio una vuelta por la planta baja antes que su celular empezara a sonar con el tono de llamada especial para Laini.

—¿Ya llegaste a casa de Julián? —preguntó su amiga sin detenerse a saludarla—. Lo primero que debes hacer es revisar su cuarto, es de ley. Es imperdonable que no lo hagas.

Y por eso es que eran mejores amigas.

—Estoy justo caminando hacia la segunda planta —contestó sonriendo.

—Depende de lo que un hombre tenga en su habitación sabremos si vale la pena o lo dejas pasar —siguió hablando Laini con tono firme, como si se tratase de una importante investigación—. Es decir, un hombre no puede tener una habitación que luzca como si fuera la de un adolescente porque entonces todo sería un juego para él y como no conozco a ese tal Julián en persona tendré que juzgarlo por medio de su territorio.

—Entonces ¿no sería mejor que vinieses a su casa? —preguntó deteniéndose en la puerta de la habitación de Julián—. Ven, mejor te espero ya que pareces ser muy experta en esto —dijo sonriendo.

—¿Estás segura? Creí que el chico había prohibido visitas de desconocidos.

—Dijo hombres, además él sabe que eres mi mejor amiga, si yo estoy aquí automáticamente tienes el poder de venir cuando quieras o cuando yo quiera y ahora lo quiero —finalizó con tono exigente.

—Si tu insistes tendré que ceder solo por hoy —soltó un suspiro dramático y colgó la llamada sin siquiera despedirse. Qué bueno que no quería ir, pensó sarcástica, estaba segura que llegaría en menos de media hora.

¿Quieres ser mía? (JASN Libro #3)Where stories live. Discover now