1. La noticia

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Katniss:

Es un día normal. Peeta está trabajando en la panadería y yo termino de preparar el almuerzo. Pronto todos llegarán a casa, él y los tres niños. Posiblemente también venga Haymitch, quien cada tanto se da una vuelta por aquí y se autoinvita a comer. Termino de preparar todo y la puerta se abre. Kimberly, Mark y Stephanie entran a toda prisa y dejan sus mochilas sobre el sofá del living.

-Llegamos. -Anuncia Kim mientras se acerca a la cocina y destapa la cacerola para mirar qué hay de comer. La miro y me sorprendo de cuánto ha crecido. Tiene diecisiete años, es alta para su edad aunque su cuerpo es delgado y esbelto. Sus ojos son azules como los de Peeta y su cabello es negro, ondulado, igual a como lo tenía yo a su edad. Es la mayor y me recuerda mucho a mí de niña. Ha heredado mi carácter y hasta mi gusto por la caza. Aunque por suerte ella nunca ha necesitado de eso como modo de subsistencia. Pero sí me ha rogado que le enseñe a tirar con el arco. A regañadientes, lo hice. Ha logrado cazar algunas presas y supongo que si practicara más sería tan buena como yo a su edad. Pero solo hemos ido al bosque algunas pocas veces. Así que supongo que el hecho de que haya podido atrapar algunos animales es bastante.

Mira la olla, la vuelve a tapar y resopla. Sé que está molesta por algo y lo primero en lo que pienso es que se debe a la comida. Sin embargo, la pasta es su plato favorito. No puede ser por eso. Abre la heladera y sin deshacer el mohín de su rostro saca una botella de agua y bebe directamente de la botella.

-Sírvete en un vaso, Kimberly. -Digo en voz baja. Vuelve a resoplar. -¿Qué te pasa? -Le pregunto, cansada de su mal humor.

Toma un vaso, lo apoya con fuerza sobre la mesa y sirve agua hasta el tope.

-Hoy tuve examen de Historia, me hicieron una pregunta que no sabía y estoy enojada por eso. -Responde. Y como la conozco más que nadie sé que eso no es todo, sé que hay más y sé que no me lo quiere decir.

-Bueno, no habrá sido la única pregunta... -Digo tratando de animarla. Es buena alumna, inteligente y responsable. No creo que le haya ido tan mal. Y si le ha ido realmente mal, tendrá tiempo de levantar las calificaciones.

-No, de hecho eran cinco preguntas. Pero de todos modos fue vergonzoso. Y es todo tu culpa. -Dice saliendo de la cocina, volviendo hacia la sala con sus hermanos.

La sigo y veo que se ha sentado en el sofá, al lado de las tres mochilas y apoyó los pies en la mesa. Estoy comenzando a enfadarme tanto como ella lo está conmigo, aunque no sé qué la ha enojado a ella. El problema de que seamos tan parecidas en carácter una y la otra es que constantemente chocamos y discutimos.

-¿Por qué es mi culpa que tú no hayas sabido la respuesta? -Pregunto enojada mientras Peeta abre la puerta y entra a casa. Nos mira a una y a la otra y con solo observar nuestros gestos sabe que estamos discutiendo.

Peeta va hacia la cocina, y les susurra a los otros niños que lo ayuden a poner la mesa. Stephanie y Mark van tras él. Pero mi esposo se queda como petrificado en el marco de la puerta cuando escucha lo que Kimberly dice.

-¿Cómo finalizaron los 75 Juegos del Hambre? ¿Qué relación hubo entre ese vasallaje y la rebelión que acabó con el poder de Snow en el Capitolio?

Me quedo muda. Tiene razón, no tengo con qué discutirle. Jamás hablo con mis hijos de lo que han sido los Juegos del Hambre. Solo saben que Peeta y yo ganamos en la edición 74 y que estuvimos en los 75 y de algún modo nos salvamos. Nunca les contamos nada, ningún detalle. Ni siquiera he sido capaz de hablarles de Prim. Es como si relatar lo sucedido me hiciera volver a vivir los peores horrores de mi vida. Y no quiero que ellos vivan eso. Son felices, no necesitan más.

-Cuando lo explicaron en clases falté porque estaba con fiebre. Y no llegué a leer esa parte. -Explica Kim enojada -Pero tú nunca hablas de nada ¡Estuviste allí! Yo debería saber mejor que nadie en mi curso lo que pasó allí.

-Kim, debes entender que... -Comienza a hablar Peeta, pero ella lo interrumpe.

-TAMBIÉN TÚ TIENES LA CULPA DE ESTO, PAPÁ. -Grita enojada. -Soy su hija, no un extraño. Pueden hablar conmigo de vez en cuando, ¿saben?

Tiene toda la razón, no puedo negarlo. Golpean la puerta, Mark va a abrir, es Haymitch.

-¿Enojada, Preciosa? -Le pregunta a Kim con una sonrisa -Tus gritos se escuchan hasta la vereda del frente.

-Hola, Haymitch. -Saluda Kimberly sin contestar su pregunta. Luego me mira a mí. -Creo que ganaría más hablando con él.

Sí, ganaría más en un sentido. Haymitch le contestaría cualquier pregunta. Pero lo haría a su modo, de una manera más dura, áspera y sin demasiado tacto. En parte prefiero que sea otro quien le cuente lo sucedido, pero también siento que debo ser yo.

-Te lo contaré, -le digo casi en un susurro -pero no ahora, no hoy. Solo dame un tiempo.

Kim asiente con la cabeza en silencio mientras Haymitch nos mira a ambas. Posiblemente se esté preguntando de qué hablamos. O tal vez haya escuchado todo desde la vereda del frente. Peeta va a la cocina y busca platos, cubiertos, vasos. Mark lo ayuda, es tan parecido a él como Kimberly lo es a mí. Tiene tres años menos que su hermana, pero muchos creen que es más grande. Lo contrario pasa con Stephanie, ella tiene diez años aunque no aparenta más de siete u ocho. Todos seguimos en silencio mientras ponemos la mesa. Pero luego, cuando empezamos a almorzar, el ambiente se distiende. Kimberly bromea con Haymitch, Mark le pregunta a Peeta por la panadería y Stephanie me comenta que quiere ingresar al grupo de baile de su escuela, que la maestra le ha dicho que tiene aptitudes y que solo necesita que sus padres firmen una autorización. Le aseguro con una sonrisa que tendrá el permiso.

El televisor se enciende solo, significa que lo que pasarán a continuación es obligatorio verlo. Hacía años que no sucedía, pero desde que ha cambiado el gobierno, cada tanto anuncia nuevas medidas o cosas así y es obligatorio ver. Normalmente, se trata de subas de impuestos.

-Buenas tardes, Panem. -Anuncia el presentador de las noticias, Marius Arcquirus. -Hoy tenemos un anuncio muy especial para todos los distritos, así que atención en casa, especialmente los niños y adolescentes, que serán los principales destinatarios de la nueva actividad oficial. -Todos observamos en silencio mientras el presentador toma un papel y comienza a leer - La presidencia de Panem ha decidido reconstruir las antiguas arenas y realizar este año, la 76 edición de Los Juegos del Hambre, en la que participarán jóvenes de entre 10 y 18 años de todos los distritos, a excepción del Capitolio. Para tranquilidad de la comunidad, y para evitar que en caso de haber alianzas deban ser rotas, podrá haber hasta un máximo de tres ganadores, siempre y cuando hayan sido aliados durante un periodo mínimo de veinticuatro horas antes de quedar con vida solamente ellos tres en la arena. Los vencedores de cada distrito serán, como es costumbre, los mentores de los tributos que se seleccionarán en la cosecha que se realizará el viernes próximo en la plaza principal de cada distrito. Fin del comunicado.

El televisor se apaga nuevamente. Noto los ojos de mis hijos fijos en mí mientras me levanto bruscamente de la silla. Aún sostengo en la mano el vaso de agua que pensaba llevarme a la boca antes de que se encendiera el televisor. No sé qué decir o qué hacer. Tras treinta años sepultados, en una hora, Los Juegos del Hambre regresaron a mí con toda su rudeza.

-¿A partir de diez años? Han cambiado eso, antes era desde los doce. -Es lo único que soy capaz de decir -Me pregunto por qué lo modificaron.

-Tú sabes por qué, Preciosa. -Dice Haymitch seriamente.

Sí, lo sé perfectamente. Arrojo el vaso contra la pared y estalla en varios pedazos. Una mancha oscura queda en la zona del muro que ha sido mojada por el agua.

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora