3 - Spinel

360 31 12
                                    

Los azules ojos de Eriol estaban perdidos en un punto indefinido del cielo, que podía ver por aquella ventanilla, mientras sus nudillos se veían casi blancos por la presión que sus manos estaban ejerciendo en aquellos apoyabrazos que ninguna culpa tenían de sus problemas. Su mente estaba perdida intentando ignorar todo y solo deseaba que ese avión llegara pronto a su destino.

Nakuru en cambio estaba inquieta, ya se había parado y sentado al menos diez veces en lo que iba del viaje, mordía su labio inferior, miraba una revista, ojeaba su celular, se mordía las uñas. Estaba demasiado preocupada por Tomoyo y Spinel. Cruzó las piernas y comenzó a mover el pie que quedaba en el aire, haciendo que el tacón de su zapato rozara levemente la pierna de su amo, quien seguía completamente absorto en sí mismo. De pronto comenzó a notar más la respiración del mago que lentamente parecía agitarse, la castaña se giró un momento para verlo y sus ojos chocaron con una mirada azul completamente gélida.

—¿Crees que puedes quedarte quieta? —dijo el mago en un susurro entre dientes, que hizo evidente cuanto se estaba conteniendo.

—Lo siento no puedo estoy preocupada —respondió la castaña sentándose derecha mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

—¿Y crees que yo no? —dijo Eriol en un tono un poco más suave que el anterior soltando los apoyabrazos, para llevar las manos a su rostro y cubrirlo por un momento. Soltó el aire lentamente mientras quitaba las manos de su rostro y susurró—... No siento a Spinel...

Los ojos de la castaña se llenaron de sorpresa y temor. Todo creador podía sentir a sus creaciones en cualquier lugar, después de todo se desprendían y vivían gracias a su magia.

—E... eso n... no puede —la voz de Nakuru temblaba junto con todo su cuerpo mientras sus ojos comenzaban a nublarse a causa de las lágrimas—... no, no... él está bien... es un pequeño flojo y molesto, está bien... tiene que...

—Si tienes razón debe ser este maldito desequilibrio que interfiere conmigo —dijo Eriol mientras abrazaba a la castaña que no dejaba de temblar—... debe de haber mucha magia a su alrededor... si él muriera tu y yo lo sentiríamos —Nakuru asintió con la cabeza mientras sus lágrimas caían en el hombro de su amo—. Na mejor duerme todavía nos queda poco más de una hora de viaje —agregó el mago separándose de ella y acariciándole suavemente la mejilla, al instante la guardiana cayó en un mágico sopor.

Eriol la acomodo en el asiento y nuevamente intentó concentrarse para buscar alguna señal de Tomoyo o Spinel, pero no encontró nada había tanta magia rondando que incluso le fue difícil sentir a Sakura y Shaoran. Aquel desequilibrio mágico no era nada bueno, pero en ese momento no se preocuparía por eso. Miró a su guardiana durmiendo y luego volvió a centrar sus ojos en un punto indefinido del cielo.

"La habitación estaba en silencio, la luz del sol que recién salía a lo lejos, entraba por la enorme ventana iluminándolo todo. Los dos cuerpos descansaban abrazados en aquella desordenada cama. De repente la amatista se movió entre los brazos del pelinegro y miró con algo de miedo a su alrededor, el mago que la observaba en silencio desde que el sol había comenzado a salir la miró algo extrañado e imitó lo que su amada acababa de hacer.

—Amor ¿Qué buscamos? —susurró el pelinegro con una sonrisa pícara en su rostro.

—Nada... no es nada —respondió la nívea en un tono casi inaudible y serio, que realmente preocupó a Eriol...

—Tomoyo en serio, ¿Qué sucede? —insistió ahora con un tono serio.

—Tengo otra vez esa extraña sensación —murmuró la amatista mirando aquellos orbes azules—... es como si algo o alguien me rondara todo el tiempo —la expresión de Eriol se volvió aún más seria que antes y Tomoyo inmediatamente vio la preocupación en sus ojos, por lo que se apresuró a decir—... pero no debe ser nada solo cansancio y locura mía.

¿Dónde estás? Where stories live. Discover now