Dibujo

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Despertar era lo que menos deseaba hacer y aquel pensamiento bastante deprimente y más para un niño de nueve años se repetía como un mantra todas las mañanas, apenas si lograba entender lo que le pasaba. Se levantó con cuidado y agradeciendo que la noche anterior su padre no había sido "rudo" con el en la noche y tras bostezar y tallarse los ojos miro a su progenitor, acostado justamente a su lado. Eso estaba bien, le daría tiempo para cumplir todas sus "obligaciones"

Tratando de hacer el menor ruido posible, se levantó del lecho que compartía con el pelirrojo, deportándose por completo cuando sus pies descalzos tocaron el frio para empezar aquella rutina que había iniciado hacía dos años.

Encerrándose en el baño, camino a la regadera para bañarse con agua fría; las cicatrices, tanto antiguos que dejaban ver apenas marcas como aquellas recientes y le causaban dolor aunque estas no se comparaban para nada a lo que sentía en sus caderas y su trasero, eso era insoportable. No tardo mucho en ducharse y mientras enredaba una toalla en su cuerpo mojado y húmedo tomo un pequeño kit medico que estaba cerca del lavamanos, sacando analgésicos para tomar tres pastillas de golpe. Era la cantidad que su padre le había enseñado a consumir y con eso ya no sentía dolor y le permitía caminar de forma correcta. Claro, se la pasaba mareado al principio pero era más soportable. Con rapidez se vistió; sus ropas siempre eran oscuras, y por lo general dos talla más de la que debería usar, lo hacían sentir más cómodo.

A pesar de ser solo un niño, era demasiado maduro, llegando a verse un tanto independiente y aunque no era de su agrado, tampoco es que tuviera opción de no serlo. En esos momentos en que eran vacaciones de verano, solían ser las más duras. Bill tenía la obligación de "atender a su hombre" como "una esposa lo haría" en un 100%- algo que no pasaba cuando acudía a la escuela, por lo general incluso lo violentaba menos para mantener las apariencias- y mientras preparaba huevos fritos con tocino, pensaba en sus otras obligaciones. Estaba tan concentrado que no pudo hacer nada cuando sintió las grandes manos de su padre en su cintura para abrazarlo.

—Espero que no hagas otra vez porquerías— solo asintió con la cabeza, la anterior vez había quemado la cena y todavía recordaba la paliza que había recibido.

— ¿Puedo salir?— pregunto cerrando los ojos cuando sintió aquellos besos en su cuello.

—No entiendo tu necesidad de salir, puedes dibujar adentro de la casa— le bajo los pantalones junto con el bóxer. Amaba demasiado que su hijo tuviera ese habito de vestir ropa grande, era más fácil de quitar.

—Me gusta ver...que puedo dibujar— se mordió el labio y apago la estufa cuando sintió como dos dedos entraban en su ano— me duele— se quejo, no importaba cuantas veces lo violara, el dolor era insoportable, aunque no tan comparable como la primera vez.

—Vas a tener que hacer muy feliz a papá para lograr a ese permiso— saco sus dedos. Había un leve rastro de sangre— te espero en el comedor y no tardes— se retiro, lamiendo sus dedos de ese liquido carmesí.

Cuando estuvo solo, se limito a acomodarse las ropas y terminar el desayuno acompañado de café sin azúcar y jugo de naranja. Primero le sirvió a él para tomar su plato. El comedor era muy pequeño, la mesa y una silla, el no tenía derecho a comer a su lado. Acomodo su comida en el suelo y antes de empezar a comer sintió el terrible jalón en sus cabellos.

—No, no, no, sabes que no puedes comer nada sin antes complacer a papá— Bill suspiro cansado empezando a gatear para quedar debajo de la mesa, en medio de las piernas de su padre que no tardo en dejarlo en paz con el cabello para desabrocharse el pantalón y bajárselo un poco junto con la ropa interior dejando libre su miembro que el niño no tardo en engullir en silenciosa resignación. Al menos cabía un poco en su boca, dándole más satisfacción.

I'm sorryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora