- ¿A dónde mierda vas? – le preguntó enojado.

- ¡A comprar la maldita comida! – le gritó y salió de allí hecha una fiera.

Dejó que las lágrimas salieran de ella con más fuerza que antes. ¡Todo era una mierda! ¡Maldita sea su vida! ¿Para que nació? ¿Para sufrir? ¿Solo para eso? Con su mano secó sus lágrimas, y caminó con prisa hacia su auto, pronto estuvo en el supermercado. Solo iba en el porque no iba a poder cargar todas las bolsas sola y caminar. Entró y tomó un carrito. Con un terrible dolor de cabeza iba metiendo las cosas sin prestar demasiada atención. Ya que estaba distraída chocó de frente con otro carrito.

- ¡Oh, lo siento! – dijo ella y levantó la vista para mirar a la persona con la que había chocado.

Él la miró bien. Vio sus ojos, estaban rojos. Había estado llorando.

- ¿Allison? – le dijo él y se acercó a ella.

- Hola, Niall – dijo nerviosa y giro para terminar de secar sus lágrimas. Allison dio vuelta y se puso frente a ella.

- ¿Qué sucede? – le preguntó.

- No, nada – dijo y sonrió débilmente – Solo es que me entró una basurita en el ojo.

- ¿En los dos?

- Mmmm, si, si. Lo que pasa es que hay tanta basura fuera que...a los ojos te entra cualquier porquería – dijo. Niall miró las cosas que tenía dentro del carro..

- Creo que no le has prestado atención a las cosas que metes ¿no? – le dijo. Ella bajó la mirada a sus cosas. ¡Oh, maldita sea! ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Galletitas de gluten? ¡Que asco! Suspiro levemente y lo miró. Ahora que lo veía bien, había algo distinto en él. ¿Qué era? ¡Oh, si! Ya no traía puestos los anteojos de lectura.

- No se en lo que estaba pensando – dijo y quitó las galletitas horribles que había puesto y unas cuantas cosas más.

- Pero, ¿Estás bien? – le preguntó preocupado.

Ella lo miró de manera tierna y luego sonrió levemente.

- Si, estoy bien. Gracias – le dijo dulce. Comenzaron a caminar juntos por el supermercado. Allison lo miró de costado y ahora que no tenía puesto un suéter notaba algo más en él. Tenía músculos en los brazos, ¡y que músculos! – ¿Te gusta el lugar? – le preguntó. Él la miró.

- Si, es un lugar lindo y mucho más tranquilo que Chicago – le dijo.

- ¿Tienes algún hobby o algo por el estilo? – dijo ella.

- Me gusta leer.

- A mi también me gusta leer.

- Pero lo que más amo hacer es ir a correr – dijo. Ella se giro a verlo. Ahora sabía lo de sus músculos. Era un deportista nato.

- ¿Haces deportes? – dijo.

- Intente hacer fútbol profesionalmente, pero como nunca nos quedamos en un mismo lugar no lo he hecho. Así que yo mismo hago mi rutina de entrenamiento. Todas las mañana salgo a correr, antes del instituto.

- Eso seria que te levantas a las ¿5 de la mañana? – le dijo sin poder creerlo.

- Si, soy muy madrugador.

- O eres un lunático – dijo. Él rió.

- Pero me hace sentir bien, te sientes mejor. Es extraño.

- Tú eres extraño – dijo divertida.

- ¿Y tú no tienes nada que te guste? – le preguntó él.

The first love always hurt ~Where stories live. Discover now