Capitulo 15

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Buenas a todos. Lamentomuchísimo el retraso con estos últimos capítulos de la historia.Pero, ¿para qué os voy a mentir? Tras ver el capitulo 6 de la 3ºtemporada, se me quitaron todas las ganas de seguir escribiendo. Yano iban a poder haber más escenas de ellos, pero....ahora, mientrasescribo mi nuevo fic de los Vengadores, he visto esta historia y séque no podía dejarla a medias, que tenía que darle un final, pormucho que me pesara, así que por eso estoy aquí, para dar ese finalcon los capítulos que me queden. Y espero que vosotros losdisfrutéis, al haber compartido este viaje a través de la serieconmigo.


CAPITULO 15


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Ocultos en el cuarto donde Athelstan se había pasado tanto tiempotrabajando, Judith y él acabaron dando rienda suelta a aquellaextraña atracción que había surgido entre ellos al volver aaquella tierra, sabiendo que en aquel lugar estarían protegidos delos ojos del resto de miembros del palacio, donde solo ellos sabríanlo que habían compartido, del momento de pasión que había hechoque sus cuerpos se unieran en uno.


Tras satisfacerse el uno del otro, de compartir aquel acto carnal,Athelstan se hizo a un lado, tratando de no dañar a Judith con supeso, contempló aquel rostro que parecía haber acabado instalándoseen algún lugar de su pecho sin que él siquiera se hubiera dadocuenta, acariciando su cabello y su cuerpo con delicadeza, aún sincreerse que realmente lo hubieran hecho.


-Ya....lo he hecho- murmuró ella, admirándolo con una expresiónalgo sorprendida.-Me alegro. Te quiero.


Al escuchar esas palabras, algo en él se removió, comoadvirtiéndole que, aunque hubieran compartido un momento intimo,hablar de amor no era lo correcto. Pero, aún así, aún permanecíademasiado dentro de aquel instante para darse cuenta de lo que podíanacarrear aquellas palabras.


-¿Tú me quieres?- le preguntó Judith a su vez, observándole aúncon atención.


-Sí, te quiero- admitió.


Después de todo, ¿qué otro motivo le habría llevado a encontrarseambos en aquel cuarto si no había algo de amor en su interior?Judith le había atraído de manera irreversible desde que se habíanreencontrado. Eso tenía que ser amor, ¿verdad?. Y solo sonrióhacía ella, besándola, eliminando de su mente a Ragnar en aquellosmomentos, sabiendo que, antes o después, la sensación de volver aestar entre dos mundos volvería a surgir. Después de todo, elmarido de Judith, el hijo del rey, volvería a la ciudad en cualquiermomento.


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Como bien había temido, el hijo de Ecbert acabó volviendovictorioso a la ciudad y Athelstan, como invitado especial del rey,se encontraba en la sala del trono, casi en frente de donde seencontraba Judith junto a su padre, sintiéndose algo culpable por loque había ocurrido, viendo aquel a quién habían engañado en mediode aquel acto.


Escuchólas palabras que Ecbert le dedicó a su hijo y como arrastró a estaa sus brazos, hablándole sobre una supuesta tristeza que habíapasado en su ausencia. Sin embargo, él solo los miraba de reojo uobservaba el suelo. Incluso cuando el matrimonio se abrazó y ella lomiró a él sobre el hombro de su esposo, supo que, a lo mejor, nodebería haber dejado que aquello pasara. O, al menos, no de lamanera que había ocurrido. Le molestaba verla en brazos de alguienmás, pero era su marido. Quién tenía motivos para encontrarseceloso de algo sería él, no Athelstan.

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