LA VENGANZA MÍA

UN INTENTO DE SUICIDIO OPORTUNO

I  PARTE

UN INTENTO DE SUICIDIO OPORTUNO

Me fui de la casa del Dr. Febres desconcertada y triste. Aunque estoy casi segura que se trata de mi hermana menor pienso que pudiera ser mi hermana Lilibeth, ya que su diferencia de edad es casi irrisoria, mi madre quedo nuevamente embarazada durante la cuarentena de post parto y solo tienen un año de diferencia. 

Mi hermana Lilian adopto a mi madrastra como su madre pero Lilibeth la odiaba como yo. Aun recuerdo cuando la enviaron a vivir a Cabimas con una tía hermana de mi padre porque supuestamente se estaba portando mal y tenia malas amistades pero yo sabía que era otra treta de mi madrastra para separarnos de mi padre, uno a uno hasta que lo logró. La única que quedo con ellos fue mi hermana menor.

Aun tengo ese recuerdo vivo como si estuviera viviéndolo ahora. El rostro de mi hermana Lilibeth al ver como todos decidían su vida, yo inclusive. No quise que separaran a mi hermana de nosotros pero poco después ya todos estábamos en la calle.

Mi madrastra era una de las primeras en mi lista, no por haberle hecho algo directo a mi padre sino más bien a mí y a mis hermanos.

Mi hermana Lilibeth era muy pegada con mi padre y aunque yo lo amaba demasiado ella era más cariñosa con él. Nunca se me ha hecho fácil eso del contacto personal. Yo le demostraba amor a mi padre haciendo cosas de las cuales se enorgulleciera pero ella le acariciaba el cabello, le limpiaba los pies y le cortaba las uñas. Mientras yo estaba atenta a sus cuentos y le conversaba, ella le limpiaba los oídos. 

Para mi padre fue duro separarse de Lilibeth pero la influencia macabra de la vieja psicópata sobre él le hizo ver que había que separarla de los amigos que tenía que eran drogadictos, eso fue mentira, pero mi padre le creyó y con el dolor de su alma envío a mi hermana lejos de él, en un tiempo donde mi abuela Ramona ya había muerto y solo quedaban las hermanas de mi padre.

 Aunque mi tía Yeya, la hermana más querida se encargó de Lilibeth, él no podía obviar el dolor de su partida, lo vi llorar, igual como lo veré llorar ahora cuando le diga que su hija menor murió en el incendio que el mismo propinó.  Aunque antes de abrir la bocota y soltarle tan terrible noticia pienso que debo verificar de quien se trata exactamente. Lo mas lógico es que el mismo grupo de investigación policial se encargue de dar con la identidad exacta de la víctima. Sin embargo no pienso quedarme con las manos atadas a esperar el anuncio. La mayoría de las veces tardan mucho, sin embargo debo admitir que han roto récord con el caso de mi padre y se debe a la presión política que existe sobre él.

Hace tanto que no converso con mis hermanos, pero esta es una ocasión perfecta para ubicarlos. Aunque mi hermano Carlitos decidió, luego de muerta mi madre, casarse e irse a Argentina a vivir, siempre estuvo pendiente de nosotras y de mi padre. Creo justo que debe enterarse de esto. Entiendo porque no ha llamado, y es porque le avergüenza ser parte de una familia de locos, una madre desertora y ahora un padre asesino. 

Al llegar a casa los llamaré. Conduzco con ansiedad y tristeza no puedo evitar que las lágrimas broten. ¡A donde hemos ido a parar! Esta sed de venganza y absurda justicia nos ha hecho víctimas de nuestra propia mano. No puedo dejar de sentirme culpable, si no hubiera escrito ese diario y no hubiera asesinado hoy mi hermana estaría viva. 

En pequeños episodios de razón aseguro que la venganza no fue la vía más correcta y debí dejarle a Dios tal sentencia, mas hoy padezco los efectos de mi rebeldía y soberbia. Entiendo porque Dios asegura como suya la venganza y es porque simplemente no nos trae libertad ejecutarla sino mas bien mas tristeza y prisión interna. Sigo conduciendo y no dejo, con cada lágrima que cae, discriminarme.

No sé como llegue al apartamento, tuve varios conatos de colisión por no estar alerta. He llevado a mi padre a donde está; preso y solo, esperando sentencia.