Capítulo 2: Primer día.

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7:00 a.m.
La pantalla del móvil de Emilia, que estaba sobre la mesilla de noche, se encendió con una luz brillante, seguidamente una musiquilla suave comenzó a sonar. Ésta no tardo en ir aumentando de volumen hasta hacerse insoportable.
En la cama que se encontraba del lado derecho de la mesita, un gran bulto envuelto en sabanas y mantas comenzó a moverse inquietamente.
Luego de un par de minutos durante los cuales la insistente musiquita no dejó de sonar; Emilia, ya despierta bajo las sábanas, destapó su cabeza despeinada y estirando su brazo derecho, llegó hasta el móvil y pudo por fin apagar la jodida alarma.
Con los ojos apenas abiertos en unas finas rendijas miró la hora que marcaba la pantalla: 7:07a.m., luego miró la fecha: lunes 12 de septiembre.
¡Mierda! Pensó casi en voz alta, hoy es mi primer día ¡Yupiiii!
Con una mueca de desagrado marcada en sus labios, corrió las mantas a un lado y se levantó de la cama casi de un salto. Se desperezo unos segundos subiendo ambos brazos por en encima de la cabeza, bostezo una vez más y se encaminó hacia la puerta de su habitación.
Una vez que llego al baño, que se encontraba al final del pasillo en la última puerta, abrió la ducha y mientras esperaba que el agua se calentase a la temperatura justa, se fue deshaciendo de su pijama, que consistía básicamente en un viejo conjunto que incluía una gran camiseta de color negra y unos shorts grises de tela de algodón que le llegaban hasta las rodillas, por último se deshizo de su ropa interior y entró rápidamente en la ducha. Cuando acabó y ya había envuelto su cuerpo en una gran toalla azul, y haciendo lo mismo con su cabello, salió del baño y en una rápida carrera llegó hasta su habitación.
Una vez allí tuvo que escoger su ropa, primero eligió su ropa interior y se la colocó, luego mirando pensativamente su no tan gran guardarropa, eligió unos jeans clásicos negros, una blusa suelta de tela fina con algunos adornos casi imperceptibles de color salmón, que se le había regalado su tía para su cumpleaños pero que no había usado en muchas ocasiones debido al color, y por último sus zapatillas Nike de cuero negro y suelas blancas.
Cuando Emi sintió que su ropa estaba bien, fue hasta el baño nuevamente, por suerte su tía no se había levantando aún, una vez allí se lavó los dientes y luego empezó a maquillarse, mirándose al espejo inspeccionó su rostro y lo tocó con la yema de los dedos; algo que  agradecía al destino era que le haya dado una piel tan bella y tersa, muchas pecas salpicaban su nariz, pómulos y frente, por éste motivo no veía la necesidad de usar base de maquillaje ya que no quería cubrirlas; solo se limitaba a delinear sus párpados superiores con una linea sutil de color negro y máscara de pestañas del mismo color, a veces si estaba de humor colocaba un poco de sombra oscura pero este día no era el caso. Para terminar pintaba sus labios de un rojo muy suave que casi daba la apariencia de no llevar nada pero que tenia una duración prolongada en los labios.
Luego para finalizar, retiró la toalla de su cabello y comenzó a peinarlo, colocó un poco de crema de peinar en las palmas de sus manos y terminó de arreglarlo con los dedos, lo dejaba secar naturalmente para que se formaran hermosas ondas suaves en todo su rojizo cabello, lo tenía hasta la cintura y llevaba un flequillo medio corto del lado izquierdo de su cara.
Emilia era muy bella y tenía un hermoso cabello, sus ojos eran de un verde esmeralda oscuro, su piel era muy blanca, su nariz era fina y pequeña, sus labios eran gruesos y eran muy bellos cuando tenían una sonrisa sincera en ellos.

Muchas personas adultas, y a veces no tanto, habían echo comentarios acerca de lo hermosa que era de cara y muy sutilmente, aunque no siempre, habían echo alusiones de que lo estaba desperdiciando debido a su cuerpo pasado de peso. Al principio Emi escuchaba esos comentarios y sentía que la herían por dentro, pasaba mucho tiempo llorando en aquella época. Cuando cumplió los 15 años, decidió que no volvería a dejar que los comentarios  maliciosos hicieran mella en su interior; lentamente y con la ayuda de personas que la amaban y la querían ver feliz, fue formando una coraza que comenzó a protegerla de los insultos de los demás. Con mucho esfuerzo y después de varias caídas aparatosas en el camino, logró dos de las metas mas importantes hasta ahora en su vida: la primera, un autoestima elevado, si bien no el mejor y mas alto de todos pero si lo suficiente como para no dejarse decir nada por nadie. Y la segunda, no dejaría jamás que nadie dañara su alma con palabras hirientes.

Cuando te Encuentre.Where stories live. Discover now