Not easy parte dos: Prólogo

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Era día de lluvia.

El dolor de su vientre era insoportable para ella, no podía ni caminar. Martina estaba sola, en medio del campo no se encontraba nada ni nadie, excepto la casa que apenas se veía. Como era su única salvación, se fue lentamente hacia esa casita; pero no era una casa, si no, un orfanato. No le importó. Con un dolor horrible, caminó todo lo posible para llegar, y lo logró.

Le abrió una monjita. Ella, al verla en ese estado, no dudó en dejarla pasar y ayudarla. La acomodaron en una habitación cerca al cuarto de las niñas, ya que se escuchaban todos los murmullos de la embarazada.

Ya era la hora en que su hija o hijo nazca.

La madre Teresa, preocupada de la chica, llamó rápidamente a la ambulancia; sin embrago, ya era tarde, un doctor tenía que ir para allá.

Después de muchos gritos por parte de Martina, el doctor por fin llegó. Hubo muchos gritos y gemidos, pero lo lograron, la bebé había nacido.

-¡Es una niña!-le anunció el doctor feliz a Martina.

El doctor le entregó cuidadosamente el bebé a la madre Teresita para que se la dé a la mamá. La monjita trató de darle la hermosa bebé, que era una gran bendición para ella, a la pelirroja; no obstante, Martina no quiso.

-No puedo, no estoy lista-dijo con lágrimas en los ojos, observando a la bebé con miedo, luego miró a la monjita- Cuídela usted, por favor. Yo sé que acá estará mejor.

-¿Segura?-dijo ella apenada.

Martina, quien se encontraba en la cama sudorosa y cansada, asintió totalmente segura.

-Aunque sea dele un nombre-le rogó la madre Teresita.

-Rocío-dijo Martina decidida- Se va a llamar Rocío-después señaló su pequeña mochila, que estuvo cargando todo ese largo camino hasta el orfanato- En mi mochila hay un vestido de niña. Quiero que Rocío se lo quede, tampoco no quiero que me olvide.

-Como quiera.

-¿Me puede dejar sola, por favor?-le pidió la pelirroja, llevándose las dos manos a su rostro, para ella esto fue como una pesadilla.

-Claro.

La madre Teresita con Rocío en brazos se fue de la habitación, para luego llegar a la sala. La lluvia no cesaba, aún se escuchaban las fuertes gotas de lluvia cayendo. En este día había nacido una hermosa bebé, quien luego de un instante, fue abandonada.

La bebé empezó a llorar.

-Tranquila, pequeña-la madre la meció- Muy pronto encontraras a una madre que te amará para siempre, lo sé.

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