3 | Yo nunca seré su Julieta y él nunca será mi Romeo

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Tache

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Tache.

Coloco la libreta en la barra y me muevo en el taburete donde estoy sentada, mientras muerdo el borrador de mi lápiz y dejo que mis ojos se posen en alguna esquina del establecimiento.

Cuando el Barista dejó de ser tan bueno y Danny decidió irse a trabajar por desgracia al Starbucks, tuve que encontrarme una buena cafetería para pasarme el tiempo y la ganadora resultó ser el Rimsky- Korsakoffe House que me queda a unos 12 minutos pedaleando en mi bicicleta.

El lugar es acogedor e íntimo, pero lo que llama más la atención es la decoración. Parece como si lo hubiera decorado una panda de universitarios fuera de sus cabales que después de graduarse fueron a una fiesta donde el alcohol era su fuente de energía.

Miro a mi alrededor llegando a extrañar el Barista, aquel lugar guarda recuerdos, pero sin Danny ya no sería lo mismo y me niego a ir al Starbucks otra vez. No pienso volver al lugar donde me hace recordar la mirada de Danny sobre la mía con rostro enflaquecido, al descubrir mi secreto.

No, me encuentro perfectamente bien aquí.

Tacho otro nombre de la lista de nombres escritos en mi libreta. No voy a mentir, me siento pésima al tachar y a notar nombres de posibles candidatos para ganar mi corazón, pero necesito desesperadamente olvidarme de Danny. Aunque claro, no creo que los chicos que tengo anotados me tomen en cuenta, pero solo me encuentro rematando el tiempo mientras espero a la persona que me va a salvar de mí gran dilema.

Recargo mis brazos en la barra mientras le doy un sorbo a mi té de arándanos, entonces recuesto mi cabeza en mis brazos mientras las suelas de mis zapatos dejan de tocar el suelo.

Alguien aclara su garganta cerca de mí. Gruño inconscientemente antes de alzar la cabeza topándome con unas cuencas azules transparentes y un cabello desaliñado; su piel es tan pálida que podría tratarse del mismo Eduardo Manos de Tijera pero en versión rubio y modelo de Abercrombie and Fitch.

Así es señoritas y señoritos; Cole Ferris.

-Tienes que dejarme de ver así, me das miedo-El hermano perdido de David Beckham frunce el ceño arrugando su boca.

Parpadeo tres veces, antes de pasarme las manos por mí cabello y enderezarme en mi asiento. Mi cabello esta hecho un desastre, no se puede poner a comparación con el estilo de él, "Desarreglado, pero conservando lo sexy".

-¿De qué hablas?- Le pregunto haciéndome la occisa pasándome un mechón sobresaliente detrás de mí oreja.

Él me regala una de sus distinguidas sonrisas mientras se recarga en el otro lado de la barra donde atiende. Lleva una camisa polo de color blanco y un mandil negro atado a su cintura.

-B, ¿cuándo dejarás de ser tan...- se queda un segundo inspeccionándome el rostro haciéndome sentir incomoda por un momento-...cerrada?

Arrugo el entrecejo retándome a mirarlo.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora