Capítulo 4

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Después de que ayudé a Melanie con sus tareas, hice las mías propias y estudié para las evaluaciones que tenía próximas, me senté en el sofá y encendí la televisión. Estaba haciendo zapping hasta que llegué a un programa en el que una mujer se estaba quejando de que tenía dos madres y que, por esto, no había tenido una figura paterna, con lo cual intentaba apoyar la causa de no dejar que los homosexuales adoptaran niños.

Me parecía irónico lo que la mujer decía. Bien, supongo que tenía razón hasta cierto punto, pero yo preferiría tener dos madres o dos padres a no tener ninguno. O a tener uno solo y que sufra porque es demasiado para él o ella. O a tener que vivir en un centro de adopción. O vaya usted a saber qué, pero preferiría eso porque sólo eran dos personas amándose y amando a su hijo o hija, y se supone que eso es lo que debe importar, que lo hagan sentir querido y que le den lo que necesita.

—Melanie, ¿te molestaría tener dos mamás o dos papás? —pregunté en su dirección, mientras que dibujaba.

Vi que dejó lo que estaba haciendo y se acercó hasta mí.

—Yo sólo quiero que seas feliz.

Bien, yo sabía que ella me tomaba como un padre porque básicamente no había visto una figura paterna nunca. Y quizá me veía como su único padre porque mamá ni siquiera pasaba tiempo en casa pero... sus palabras me impresionaron.

No había sido la respuesta que había esperado.

Y mucho menos que hubiera asociado lo que le dije con mi situación o mi posible situación o gustos o lo que fuera.

—Eso es muy lindo, nena —comenté—. Pero... la cosa es que estoy viendo este programa y una señora se está quejando de tener dos mamás. ¿A ti te molestaría?

La vi fruncir el ceño.

Quizá había puesto a pensar demasiado a la pobre. Era muy niña para cosas como esas.

—Si tengo dos mamás o dos papás... no importaría. Si soy feliz con ellos y ellos conmigo y si me quieren y yo los quiero y se quieren, no veo por qué habría problema.


Cuando llegaba de casa de Harry, porque casi siempre iba a su casa al finalizar el colegio para luego irme a la mía, abría el poemario y me dedicaba a leerlo. Al principio lo hacía por largos ratos, hasta que, un día, vi que esta no me decía nada y me rendí. A la mierda, pensé. Quizá esto solo... no es lo mío.

Quizá no nací para leer poesía.

Estresado, pasé a la cocina y me di cuenta de que no había manzanas. Melanie las amaba, por lo que me preocupé y decidí llamar a mi mejor amigo para preguntarle si podría ir a comprar frutas al supermercado conmigo, ante lo cual se quejó.

—Viejo, no es por ofender, pero ¡acabo de verte!

—¡Eres tan flojo! —me quejé—. ¡De seguro lo que estás haciendo es sólo dormir, ¿no?!

Escuché un gruñido.

—En diez minutos nos vemos en el súper. Lleva dinero, eh, que quiero mínimo una pizza.

—¡Acabamos de comer!

—¡Y yo acabo de verte! —Rodé los ojos y lo escuché reír al otro lado de la línea—. Adiós, idiota.

—Adiós, imbécil.


Cuando salimos del súper, ya con las manzanas, vi la hora y me fijé en que aún era temprano. Pasamos frente al cine y lo vi observando la cartelera, por lo que le dije que, si quería, podíamos entrar.

Homely [Larry] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora