—Llévalos de una vez, así Layla y yo podremos volver a dormirnos —dijo Zaira, un poco molesta, y Fred terminó asintiendo.

—Id a desayunar y luego nos iremos —los gemelos no tardaron en salir corriendo de la habitación e ir a la cocina—. Por Merlín...

Se levantó resignado de la cama y se dirigió al otro lado para acercarse a su mujer y a su hija. Rápidamente, la rodeó por la cintura desde detrás mientras apoyaba la barbilla en su hombro y observaba al bebé que poco a poco dejaba de llorar. Honestamente, si fuera por él, ese día se quedaría en casa y estaría todo el día abrazado a la morena. Después de todo, desde que había nacido Layla no tenían mucho tiempo para estar juntos o intimar y empezaba a echar de menos el calor de Zaira y estar hasta las tantas de la noche hablando de sus cosas o intercambiado besos. Pero, claro, ahora tenían tres hijos y uno de ellos era un bebé, así que ya no podrían tener esos momentos de tranquilidad hasta dentro de mucho. 

—Siento que os hayan despertado —murmuró, besando su hombro.

—Está bien, no se puede evitar, son niños. 

Zaira le dedicó una pequeña sonrisa y él se la devolvió antes de elevar el rostro y darle un suave beso en los labios. Un beso que trató de alargar lo máximo posible, pero el bebé empezó a hacer ruiditos requiriendo la atención de sus padres y Fred se separó, soltando su agarre, y besó la frente de su hija antes de retirarse al cuarto de baño para cambiarse.

Después de aquello, cuando se hubieron preparado y hubieron desayunado, los tres hombres de la casa partieron rumbo a Sortilegios Weasley a través de la red flu de la chimenea. Inquietamente, los niños corretearon por todo el establecimiento mientras Fred comenzaba a preparar las cosas para abrir. Estaba que se caía de sueño, las dos tazas de café que se había tomado no habían servido para nada.

Unas horas más tarde, George apareció junto a su hijo Fred II y se sorprendió al ver que su gemelo ya estaba allí. Normalmente, era él quien llegaba el primero y no al contrario.

—No preguntes —se apresuró a decir Fred.

Cuando la tienda se abrió, los tres niños dejaron de estar jugueteando y empezaron a atender a los clientes como si el negocio fuera suyo. Recomendaban productos y daban sugerencias de donde y como era mejor utilizarlos. Eso sorprendió a los verdaderos dueños de la tienda. No se esperaban que siendo tan pequeños ya entendiesen tanto. Pero era un alivio, ya que de esa manera tendría a alguien a quien heredarle la tienda.

La mañana y la hora de la comida terminaron. Justo cuando la tienda iba a volver a ser abierta a media tarde, los dos gemelos comenzaron a pelear fuertemente mientras que su primo Fred trataba de calmarlos. Sin querer, un producto con el que jugaba Logan había explotado en la cara de George y ahora su nariz estaba sangrando. La pelea fue a más a cada minuto que pasaban y cuando los padres fueron a darse cuenta, las estanterías de la tienda comenzaron a moverse fuertemente, haciendo caer decenas de productos al suelo. Los vidrios de las ventanas también comenzaron a llenarse de grietas y el suelo parecía temblar. Entonces, los dos gemelos mayores comprendieron que los gemelos menores estaban usando magia. O más bien, estaban teniendo su primera muestra de magia debido a las fuertes emociones que estaban sintiendo. Aunque era una muestra de magia demasiado elevada para dos niños tan pequeños, pero Fred pensó que quizás se debía a la sangre de ángel que corría por sus venas.

No fue hasta que Fred II gritó de dolor, porque una poción se había caído directa en su cabeza, que los gemelos se dieron cuenta de lo que estaba pasando, de lo que estaban haciendo. Fred y George corrieron hasta ellos; George fue a atender a su hijo y Fred se acercó a los suyos, quienes estaban terriblemente asustados.

¿Quieres mi ayuda? ➳ Fred WeasleyWhere stories live. Discover now