Mi querido Seattle

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Anastasia

Jueves 8 de agosto, 2013

- Bienvenida de vuelta a Estados Unidos, señorita Steele – el hombre me entrega mi pasaporte y me sonríe más de la cuenta. Su mirada recorre mi cuerpo desde la cabeza hasta mis pies. No cabe duda que este sujeto necesita de una ducha con agua helada. Sus poros desprenden de necesidad sexual. Su postura sobre la silla, los primeros botones de su camisa desabrochados y claramente su cabello opaco, dan indicios de que no tiene una buena follada desde hace mucho tiempo.

- Muchas gracias Arthur, te aconsejaría subir la bragueta de tu pantalón. No queremos que pierdas tu trabajo cuando tu supervisor se dé cuenta de eso y mucho menos se enteren de la manera tan especial que le das la bienvenida a las mujeres – sonrió tímida. El hombre se sonroja al instante, acomodándose el pantalón. Guardo mi pasaporte en mi bolso y me dispongo a salir para buscar un taxi. Suelto un fuerte suspiro, parece que estado fuera de casa toda una vida y solo han sido dos años. Muevo el carro con mis maletas hacia afuera del aeropuerto, sin embargo me es imposible, luego de un largo vuelo mi sincronización no es la más acertada para llevar un simple carrito. Con mi mirada busco a alguien que pueda ayudarme con esto. ¿Desde cuándo viajo con tantas maletas? Me fui a Londres con un bolsito y muchas ilusiones, pero vuelvo a Seattle con dos enormes maletas. Mi búsqueda fracasa al ver que no hay nadie cerca, mucho menos a esta hora de la madrugada. Resignada me siento en el suelo, del aeropuerto, tratando de recuperarme de mi estado de cansancio – Vaya llegada a casa Steele – murmuro para mí.

- Una señorita como usted no debería estar en un lugar asi a esta hora de la madrugada – esa voz. Unos zapatos café se paran frente a mí, levanto mi cabeza, lentamente hasta llegar a su cara.

- ¡Papi! – todo ese agotamiento de hace un instante desaparece al ver a unos de los hombres que más quiero en esta vida.

- Princesa – me toma en brazo, girándome como lo hacía cuando era una niña.

- ¿Cómo supiste que yo. . .?

- Me habías comentado que llegabas ayer, sin embargo como no recibí llamada tuya, para saber si habías llegado, me preocupe y me comunique con el aeropuerto, me dijeron que tu vuelo tenía un retraso de cinco horas por lo que tome cartas en el asunto – responde a mi pregunta no terminada – Te ves preciosa cariño, tienes tu cabello mucho más largo.

- Y tú luces igual que lindo – toma el carro con mis maletas y caminamos hacia la salida.

- ¿Qué tal tu vuelo? Tu rostro me dice que agotador.

- Exhausto. Un bebe que lloro hasta que aterrizamos, una joven pareja que terminaban su noviazgo y un hombre con miedo extremo a las alturas. Comprenderás que no fue fácil – sonrió.

- Bien. Comerás algo y a la cama – oh, ahí esta mi padre que tanto extrañaba.

- Ya he comido algo en el aeropuerto, aparte al verdad es que tengo mucho sueño – bostezo.

- Este bien – sonríe – No sabes lo feliz que me haces que hayas vuelto – me trae hasta el y caminamos hasta donde está su auto.

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Sábado 10 de agosto, 2013

Es aquí. Inspecciono el lugar, viendo a las personas caminar, escabullidos en su propia vida. Abro la puerta del bohemio edificio, al entrar, me encuentro con un simpático hombre de traje azul sentado en su puesto de vigilancia, viendo las cámaras de los pasillos – Buenos días señor – el hombre me mira sonriéndome – Busco a Kate Kavanagh, soy una amiga.

- Buenas días señorita. Claro deje avisarle que está aquí – levanta un teléfono – ¿Cual es su nombre?

- Anastasia – sonrió tímida – Anastasia Steele – ambos esperamos a la llamada, sin embargo no hay señales de nada.

Doctora Steele Donde viven las historias. Descúbrelo ahora