Mi querido Seattle

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- Es raro. No la he visto salir este día. Si gusta puede subir. No creo que sea una asesina – dice burlón – Piso tres, apartamento 304 – asiento agradecida.

- Gracias – subo por las escaleras. Sin lugar a duda parece un lugar donde viviría Kate. Todo tan bohemio y chic, pero a la vez antiguo. Llego hasta la planta donde vive mi amiga, todo luce muy tranquilo para ser un día sábado por la mañana, decidí sorprenderla, luego que no contestará mis llamadas. Llego hasta la puerta y noto que esta entreabierta. Oh no. Miles de ideas terribles llegan a mi cabeza. Kate no es de esas personas tan despreocupadas como para dejar la puerta de su apartamento abierta. Lentamente y sin hacer ningún ruido muevo la puerta para entrar, todo luce normal, no hay señales de un posible asesinato o un robo. Por favor, que Kate este bien, que Kate este bien. Un ruido proveniente del pasillo pone en alerta mis sentidos, observo el lugar en busca de un arma o algo para defenderme y una linda figura de cobre en la mesa de centro llama mi atención, decidida tomo la alargada figura decorativa. Si esto servirá. Pesado y firme. Cambio mi postura a una más defensiva, como Ray me ha enseñado. Con sigilo camino por el pasillo, tratando de calmar mi respiración y anticipándome a lo que puedo encontrar, sin embargo mi trabajo de relajación se interrumpe cuando una de las puertas se abre y un alto hombre rubio desnudo aparece ante mí, abro mis ojos enormemente – ¡Oh por dios no! – comienzo a gritar, soltando la pesada figurara para taparme los ojos.

- ¡SANTA MIERDA! – escucho al hombre quejarse de manera sufrida.

- ¿Qué pasa? – la voz de Kate a lo lejos hace que me calme. No está muerta – ¡Ana! – siento como mi amiga me rodea en un abrazo - ¿Cuándo llegaste? Luces tan hermosa. Mira tu cabello – Kate me habla animadamente, acariciando mí cabello, sin embargo sigo cubriendo mis ojos.

- Kate, bebé, mis dedos – dice con la voz ahogada.

- Oh claro – me volteo para no mirar la embarazosa escena – Ana, espérame en la sala. Ayudaré a Elliot volver a la habitación – sin decir nada, salgo apresurada hasta la cocina. Esto no puede ser más vergonzoso. ¿Le dijo bebé? Por dios debe ser su novio o su follamigo. Espero no haber lastimado su pie – Aquí estas – veo a Kate en la entrada de la cocina con sus manos en la cintura – Mírate. Que linda estás.

- Kate – nos damos un abrazo.

- No sabes cómo te extrañaba.

- Al igual que yo – ambas salimos de la cocina para sentarnos en un lindo sofá de la sala.

- ¿Cuando llegaste?. Me debías haber dicho para ir por ti.

- Descuida. Ray fue el que me recogió – digo con una sonrisa temerosa – ¿Cómo está el chico? – frunce su entrecejo.

- ¿Elliot? – asiento – Oh está bien. Nada que hielo pueda calmar – me guiña un ojo.

- Lo siento tanto. Pensé lo peor cuando vi la puerta de tu apartamento entreabierta y luego salió él, desnudo – comienza a reír.

- Kate, bebé – ambas miramos al rubio, quien está apoyado en la muralla del pasillo. Siento mis mejillas arder cuando me mira sonriendo.

- Elliot, ven. Quiero presentarte a mi mejor amiga – camina con dificultad hasta donde estamos – Elliot ella es Ana. Ana el es Elliot, mi novio – dice con una sonrisa melosa mirando a su chico.

- Un gusto chica asesina de pies.

- Por favor perdóname. No quise lastimarte con intención – digo apenada.

- Descuida – me abraza – Mi pie está en su lugar – sonrió a medias – Bebé, iré por algo para desayunar. ¿Ana te quedas?

- No quiero molestar – trato de ponerme de pie, sin embargo Kate no me deja.

- Si bebé, ella se queda.

- Perfecto – toma su celular de la isla de la cocina – Ya vuelvo.

- Estas enamorada – ¿desayunar con el chico con el que tiene sexo? Esto es nuevo.

- Si que lo estoy – dice abrazando un cojín del sofá – Es un amor y en la cama – pone sus ojos en blancos.

- Ya, no me digas los detalles Kate.

- Y tu Steele. ¿Algún corazón roto en Londres? – niego.

- No hubo tiempo.

- Por el amor de dios Ana, no todo es estudio en la vida.

- Lo sé Kate, pero no quería distraerme, fue una beca que busque mucho. Ya sabes todo lo que trabaje para poder ir a estudiar afuera.

- Lo siento – me abraza – Pero eres joven y hermosa – bajo mi mirada a las manos – Y bien chica misteriosa. A que fuiste especializarte en Londres. Flynn nunca quiso decírmelo – cambia de tema. Sabe que hablar sobre chicos no es algo que sea del todo mi interés.

- ¿No te reirás?

- No. Ahora dime, para nadie era un misterio que te hayas ganado esa beca, pero todos estábamos expectantes el saber a que fue Anastasia Steele a Londres.

- Me especialice en vida afectiva y sexual, Kate – mi amiga abre sus ojos enormemente. Como si en mi cara hubiera salido una segunda nariz.

- ¿Qué?

- Eso Kate – me levanto del sofá y camino por la sala – Me especialice en temas sexuales y afectivos de hombres y mujeres. No es algo difícil de entender.

- ¿Eres una sexóloga? – oh vaya, de nuevo ese nombre.

- Si Kate, en simples palabras. Soy una sexóloga – la cara de Kate no termina de dar crédito a mi confesión.

- Que se abra la tierra y me trague – dice pasmada, hundiéndose en el sofá, mirando un punto muerto.

- No tienes otra cosa que decir – muerdo mi labio. Si Kate se sorprende por esta noticia, no quiero saber lo que me espera por parte de mis padres.

- Lo siento. E-es que jamás pensé que tu especialización seria eso. No me malinterpretes. Pero eres tan inocente – de pronto abre sus ojos – No me digas que ya te follast...

- Oh por dios. No Kate – la interrumpo antes – Kate, el sexo no solo es práctica y follar todo el día, hay mucho más de fondo, que un simple "acostón"

- "¿Acostón?" – dice sonriendo.

- Si acostón. No me prepare para decirle a alguien como tiene que tener sexo. Mi labor es más amplia que eso. Es ayudar a personas que puedan tener un problema en su vida intima. No ver el sexo como algo netamente carnal. Es verlo en todas sus formas posibles – levanta sus cejas.

- Vaya, que paso con la Anastasia romántica.

- Esa Anastasia sigue en mí. Es mi esencia, pero ahora tiene un grado de madurez mayor. Amplio sus horizontes – sonrió orgullosa de mi.

- Eres una caja de sorpresa Steele – Kate se levanta del lugar – Pero, de todas formas, me alegra tener a mi amiga cerca. Me hacías falta.

- Y tu a mi – nos damos un abrazo - ¿Aun tengo las puertas de tu apartamento abiertas?

- ¿No te diste cuenta cuando llegaste?

Ambas reímos.

Ahora sí, estoy de vuelta en mi querido Seattle.



Sorpresa!!!

Kss4U!

Nachi

Doctora Steele Where stories live. Discover now