Dragón Rojo

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La madriguera de Perkisas no estaba excesivamente lejos de Peita, a tan solo unos pasos, fuera de la entrada protegida por las construcciones de piedra. Eve y Add se adentraron de nuevo entre la foresta, mirando por donde pisaban. Los Módulos y los Dínamos estaba configurados para iluminar en la oscuridad, pero de cualquier manera, la visión de Add con sus nuevos ojos Nasod era mejor que la de Eve con sus ojos humanos.

-Mira donde pisas- le reprochó Add –No quiero que haya incidentes-

-No soy estúpida- Eve se quejó por lo descortés que era el chico a veces, pero el no era de los que trataba con amabilidad a los demás.

Glave les mostró la ruta que debían tomar para entrar a la cueva del dragón, y también, les instruyó acerca de lo que debían hacer una vez que Perkisas se les mostrara. Si completaban las tres fases de la prueba, habrían ganado y la bestia les cedería todo el poder que tenía oculto.

La única meta de Add, era que Eve volviera a donde pertenecía; quizás solamente así lo miraría de otra manera. Él se sentía incómodo, por tener a Eve tan cerca, por cómo se había presentado la situación y por lo rápido que todo estaba yendo. Esos años junto a los buscadores del Eldrit le fueron brindado muchas perspectivas diferentes, pero de nuevo, parecía estar actuando a convenir, y aun así, sentía que estaba haciendo lo correcto. Algo no dejaba de repetírselo; por otro lado, una lucha emocional se libraba en su sistema de emociones que no dejaba de alertarlo sobre potenciales emociones detectadas. No sabía cómo interpretar esa nueva emoción de manera correcta porque ni siquiera parecía lógica, pero estaba terriblemente seguro de que no era normal, y luchaba,  para no sucumbir ante ella y declararla, no, todavía no. Él debía enfrentarla con todas sus fuerzas, por el propio bien de Eve y el suyo.

-¿Estás bien?- la voz ahora masculina de la Emperatriz le devolvió la consciencia al camino.

-Si- declaró él -¿Por qué lo preguntas?- titubeó.

-Mi pulso de repente se hizo más rápido, siento algo extraño- ahora era más que evidente la conexión que existía entre ellos, al grado de notar si el otro cuerpo estaba enfermo, herido o padeciendo algún otro mal anímico. Era como volver a casa, a través del otro.

Como si hubieran creado un puente...

A veces, cuando las cosas parecían descontrolarse, Eve se volvía el catalizador de Add, y en otras ocasiones, ocurría lo contrario. Nunca antes habían sido tan cercanos, y eso era extraño para ella; desde el inicio de su aventura, deicidio mantener su apego a Elsword como pago por su buen corazón, pero eso se había terminado. Pasado el tiempo, ya le era imposible ser tan quisquillosa y huraña con los demás; la gran monarca había madurado sin darse cuenta.

Esas sensaciones eran nuevas, y peligrosas.

La región a la que se adentraron era seca, casi desértica. Las rocas, así como el suelo tenían una coloración grisácea muy extraña; el aire olía a azufre y a vapor, contrarrestando el exceso de humedad que bañaba las otras regiones.

Sin poder retrasar más lo inevitable, comenzó la lluvia como una brizna leve. Más tarde, la tormenta caería, debían darse prisa.

Entre el suelo destruido, las enormes grietas y las maderas destrozadas, se abría paso la entrada a la guarida del dragón escarlata. Sobre la entrada, yelmos y cascos hechos añicos yacían, ofreciendo una idea de lo que los esperaba ahí adentro. Fuertes caballeros armados de espada y hierro, fueron destrozados, y los colmillos de la bestia, hicieron retroceder incluso a los más bravos perros de caza, como si de corderillos de trataran.

♂ Contrato de Almas ♀Where stories live. Discover now