II

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Sube al autobús mientras escuchaba Love Yourself de Justin Bieber, se aferra a la cuerda de su mochila y avanza con la mirada perdida entre el polvo del suelo, yéndose hacia los últimos vagones. Se deja caer sobre el lugar y golpea su cabeza contra el vidrio, provocando un quejido de su parte que fue callado de inmediato al ver el reflejo de JongIn por el vidrio.

Está nervioso por compartir espacio porque ellos nunca se encontraron fuera de la institución, eran ajenos cuando atravesaban el portón, era más que unos completos desconocidos e ignorantes de su existencia; y ahora KyungSoo se siente nervioso y con ganas de salir huyendo de allí porque de tan sólo sentir el hombro ajeno rozando el suyo era un poco incómodo.

¡Incomodo!

Lo mira de reojo, cruzándose con la tapa de un libro completamente desconocido para él, el cual le impide mirar a los ojos a esa persona. No obstante, puede ver su perfil sereno como siempre, el recorrido que dan sus ojos al pasar al siguiente renglón y el cabello desordenado que incluso se ve más sencillo que otros. Ciudades de papeles, leyó en su mente.

Eleva su celular y se lo acerca al rostro, parpadeando varias veces cuando la luz lo cegó por un corto momento, mareándolo por pequeños trazos antes de bajar la lista de reproducción e intentar encontrar una canción para el momento.

No encuentra nada, nada que lo haga ignorar aquella figura a su lado, y le desespera demasiado no tener una canción que no haya escuchado para ese momento donde sus nervios parecían llevárselo de los pelos por la sofocación de tener a su compañero junto a él.

Deja caer el aparato y seguidamente sus manos, le hecha una última mirada a JongIn y luego se concentra en el paisaje de la cuidad. Parpadea y controla sus ganas de dormir, incluyendo aquellos revoloteos en su estómago que le advertía de un remolino de emociones eléctricas.

―Deberías dormir más seguido.

Lo mira por el vidrio y él sigue encismado en su libro, después cierra sus ojos porque sus párpados le pesan demasiado y ya no tiene energía para mantenerlos alerta.

El perfume de JongIn llena sus pulmones, aquél masculino y refrescante olor a canela. Siente la mirada de JongIn clavándose en él y el aliente de este chocar contra su mejilla fría.

Al parecer JongIn estaba más cerca de lo imaginado, invadiéndole el espacio mientras él estaba zumbido en su juego de dormir. Quizás por ese motivo era que no se apartaba para decirle a al alto que su cercanía lo estaba asfixiando, de algún modo le gustaba tener cerca de JongIn y que este esté respirándole en el rostro.

Luego siente que JongIn le está poniendo algo en el oído y de repente la música lo hace exaltarse, logrando que una pequeña risa escapara de los labios del alto.

―Yo de verdad te...

―De nada.

JongIn continúa leyendo y el más bajo sacude su cabeza para después tratar de seguir el ritmo de esa canción completamente desconocida que JongIn le estaba haciendo escuchar.

Se irgue en su lugar cuando una parte de esa letra le hace recordar aquel día donde su madre le ha pedido que cuide del perro de su amiga, y no quiere sonar loco, pero esa canción se reproducía cuando fue a buscarlo a casa de la dueña. La música salía desde la tercera habitación de esa casa y por miedo es que no se atrevió a abrir la puerta y preguntar por el nombre del tema a quién sabe quién estuviera escuchándola como enfermo.

― ¿Cómo se llama? ―Le pregunta, volteándose a él con curiosidad.

JongIn alza las cejas, lo mira por unos largos segundos en donde dejó a KyungSoo medio perdido y perturbado porque era la primera vez que aquellos ojos le sacaban el aliento. Su compañero tenía una mirada profunda que parecía desvestir tu alma al mirarte de esa manera tan intimidante y a la vez llena de pasión.

Silence Books →KaiSooWhere stories live. Discover now