Pienso, siento. Luego exploto

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Esa voz, la reconocería en cualquier lugar. Algo en mi interior se revolvía con emoción. Él había regresado. Pero al verlo, toda emoción se esfumó. Tenía los ojos rojos e hinchados, como si hubiera pasado toda la noche llorando, manchas de un tono violáceo resaltaban bajo sus ojos y un feo moretón de una mezcla entre azul y morado adornaba su mejilla derecha. Se veía tan... vulnerable. Y esa era una de las muchas cosas que, por lo que había observado, Logan no era.

Caminó hasta la última silla y se sentó. Busqué su mirada, pero él se encontraba en su mundo, demasiado lejos del espacio en que nos encontrábamos.

Tragué fuertemente. ¿Qué habría pasado para poner a Logan Fitzgerald, el "Pilar de hielo" en ese estado? Iba a descubrirlo, costara lo que costara.

Al sonar el timbre todos salieron veloces del aula, satisfechos de terminar la última clase del día. Todos menos él y yo. Sabía que siempre se quedaba de último, haciendo quién sabe que cosa.

—¿Qué te sucedió? —pregunté con toda la casualidad que podía fingir, apoyando mi brazo en una de las mesas. No quería hacerle saber que estaba preocupadas por su moribundo estado.

—Nada que te importe —espetó seco.

Y ahí está otra vez su faceta de: "Soy Logan Fitzgerald, odio a todos, no me importa nadie y me las arreglo yo solo". Que le den.

—Tienes un horrible moretón, justo... aquí—me atreví a tocar su mejilla, cautelosa por si veía un movimiento brusco.

—Dime algo que no sepa —colocó su mano sobre la mía, resoplando.

Sentí una corriente eléctrica atravesar mi columna vertebral, pero la ignoré, a pesar de que esa diminuta acción me había dejado sin aliento.

—Logan, dime la verdad... ¿Qué rayos te sucedió? —pedí seria, atreviéndome a mirarlo con vehemencia y escrutar su rostro.

Desvió la mirada.

—No es nada importante. Nada por lo que deberías preocuparte —sonrió débilmente, pero no le llegó a los ojos—. No te preocupes por mí... —retiró mi mano bruscamente, como si mi tacto le quemara; y se fue, dejándome con una terrible opresión en el pecho.

Me quedé sola en el salón. Bufé.

Estaba molesta, estaba sumamente molesta con él por no confiar en mí y decirme la maldita razón por la cual estaba así. No quería a ese Logan, quería al Logan terco, testarudo, ese al que  le encantaba hacerme enojar, ese que no era vulnerable, que no le tenía miedo a nada. Y por otro lado, estaba el doble de furiosa conmigo misma, estaba furiosa por preocuparme por él. Estaba errática por pensar que lo conocía de toda la vida a sabiendas que únicamente hablamos un par de días. Me regañaba mentalmente porque me estaba entrometiendo demasiado, porque yo no significaba nada en su vida, por invadir su privacidad, sus asuntos, por sentir esas corrientes eléctricas las pocas veces que había tocado mi mano. Golpeé fuertemente la pared, dejando mi puño rojo. Salí hecha una furia.

—¿Qué sucede, Jennie? —dijeron los chicos al unísono al ver mi patético estado en cuanto crucé el umbral de la puerta de la escuela.

—Nada que les incumba ¿vale? Sólo dejenme tranquila —respondí tosca. Estaba cansada, y sus preguntas sólo lo empeorarían más. Odiaba mentirles a ellos.

En estos momentos no quería hablar con nadie. Y gracias a Dios acataron mi orden, no me hablaron en todo el camino.

Pateé cada lata, cada guijarro, cada pequeña roca que se encontraba de camino a casa, creyendo así que podría disipar mi enojo. Pero lo único que conseguí fue que este se transformara en una tristeza sumamente dolorosa que me agujereaba el pecho con cada recuerdo de aquel chico de ojos azules.

Al llegar a casa, entré de última azotando la puerta y llevándome un buen regaño por parte de mi padre.

—¡Jenna Marie! ¿Qué te he dicho mil veces sobre la puerta? —me recriminó.

—"Las puertas no se tiran" —dije imitando su voz con mala gana,ganándome una fulminante mirada de su parte.

—Me voy a mi habitación.

Y dicho esto, subí las escaleras a toda prisa, pisando con fuerza.

—¿Y ahora que le sucede a Jenna? —preguntó papá, notablemente confundido.

—Debe ser la regla —respondió relajadamente Jake.

—¡Cállate, zopenco! —grité desde mi alcoba. Jake asocia todos los problemas que presenta el género femenino, con la menstruación.

Sus tonterías logran sacarme una diminuta sonrisa.

—Seguro son esas cosas raras de chicas —terció Josh, despreocupado.

—Mujeres, quién las entiende... —se quejó Luke.

Y desde esa frase no se oyó nada más, la casa estaba en silencio absoluto. Era un silencio agotador.

Me obligué a mi misma a no pensar en Logan, pero mientras más trataba, menos funcionaba. Toda mi cabeza estaba hecha un lío de pensamientos. Y yo estaba hecha un lío de emociones. Me estaba volviendo toda una chica. Iugh.

Pero todavía seguía molesta con él y conmigo misma. No creía que yo pudiera estar preocupada por un chico. Y menos por uno como él. No debía. No podía permitirle a Logan colarse en mis pensamientos cada vez que quisiera. No podía permitirne a mí imaginar un sin fin de escenas improbables con él.

Y al recordar que yo no era absolutamente nada para él, volvió el opresivo dolor en mi pecho, con más intensidad de la que había sentido anteriormente. Comencé a sollozar en silencio; sintiendo como las lágrimas se deslizaban lentamente por mis mejillas.

No me molesté en limpiarlas, porque una vez que comencé a llorar, no me detuve hasta que mis párpados caían por si solos.

Esa fue la primera noche en que me acosté llorando en silencio. Por la última razón que podía imaginar: un chico. La primera noche en que soñé con ojos azules y moretones. La primera noche en que soñé con Logan Fitzgerald.

—Nota de autora

Hey, este capítulo está medio sentimental ¿no? Ojalá les haya gustado. ♡

Dangerous Love [ HIATUS ]Where stories live. Discover now