Capitulo II.

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Miré a Sherlock sin entender lo que pasaba, lo empujé suavemente hacia la cama, dónde cayó torpemente. Me senté a su lado y posé una mano en su mejilla, intentando calmarle. 

— Regresó.—dijo él, mirando a la nada.

— ¿De quién hablas, Sherlock? — dije con una notable desesperación por saber.

Holmes me miró fijamente a los ojos, abrió la boca para decirme algo, pero el sonido de mi móvil le interrumpió. Me puse de pie y caminé rápidamente hacia el cajón dónde lo había dejado y contesté. 

— ¿Si?

— ¿Jane? 

— Ella habla, Lestrade. 

— Pon el canal 5, ya. — y colgó.

Miré mi móvil con el ceño fruncido, sin saber qué demonios había sido eso. Tomé del brazo a Sherlock y lo jalé hacia la puerta. Bajamos las escaleras hasta la casa de la sra. Hudson y toqué desesperada. Ella nos abrió con una enorme sonrisa.

— Oh, miren, si es la parejita feliz...— dijo ella riendo inocentemente.

Sherlock carecía de expresión, sonreí fingidamente y pasé sin si quiera pedir permiso. Encendí la televisión y puse el canal que Lestrade me había indicado, el gran detective se encontraba a mi lado, mirando fijamente la televisión. 

—...ha cambiado la historia de inglaterra. El ataque más grande registrado, ha ocurrido hoy. Más de cinco bombas han sido puestas en los lugares más emblemáticos de Londres. Cómo en el Big Ben, The London Eye y otros. Recomendamos que se queden en casa hasta que el escuadrón de bombas haga lo suyo, si es completamente necesario que salgan de casa, deberán mantenerse a una grande distancia de los lugares emblemáticos de Londres, ya que aún no sabemos si son las únicas bombas que han sido puestas... . —dijo la reportera de las noticias. 

Apagué la tele en cuánto terminó su anuncio, Sherlock me veía fijmente, al parecer, todos sabían de qué trataba esto, menos yo. Me cogió de la mano y me arrastró de nuevo a casa, dejando a la señora Hudson sola en su hogar. Estaba en shock por aquella noticia, pero eso parecía importarle poco a él. 

— Te prohíbo salir de aquí, Watson. — dijo cogiendo su abrigo. 

— ¿Disculpa? ¿Me prohíbes?! — dije indignada, mirándole fijamente.— Sherlock, ¿que no has visto las noticias? ¿cómo voy a quedarme aquí sin hacer nada?

— Jane, estás herida. Si vienes conmigo serías solo un estorbo.— se puso su bufanda y revolvió su cabello. Me quedé callada, él, dándome la espalda, suspiró— No estoy dispuesto a perderte de nuevo. — dijo para después tocer, aclarando su garganta. se dió la vuelta y caminó hasta mi, quitó un mechón de cabello de mi rostro y lo colocó detrás de mi oido. Se acercó lentamente a mí y plantó un delicado y tierno beso en mis labios. Yo cerré los ojos, y sentí mi enojo y frustración irse poco a poco. Así era Sherlock. Nos separamos y sonrió levemente. Pero eso no era suficiente, y le abracé. Él tardó unos segundos en corresponder, sabía que no estaba acostumbrado a las muestras de afecto, así que no me extrañé, de pronto sentí sus brazos rodearme con fuerza y delicadeza a la vez. Sonreí ocultando mi rostro en su pecho. Él acarició mi cabeza con su mano. Nos separamos de nuevo, Sherlock caminó hacia la puerta y se despidió de mi dedicándome una linda sonrisa, yo me negué a despedirme de él. Salió y lo único que podía hacer era cambiar las vendas de mis heridas y reposar. 

(...)

Y eso hice. Estaba en el salón, sentada en el sillón de Sherlock viendo a la ventana. Habían pasado unas horas desde que se había ido, y no había recibido un mensaje, ni una llamada. Por lo que me sorprendí cuándo mi celular comenzó a sonar desde mi habitación. Con cuidado me puse de pie y caminé sin prisa hasta allá, contesté sin ganas. 

— ¿Hola?

— ¿Jane? — escuché la voz temblorosa de Sherlock.

— ¿Sherlock...? — dije extrañada por su tono de voz tan agitado.— ¿Qué pasa? ¿está todo bien? Necesito saber, porque llevo horas aquí y me estoy muriendo de aburri...

— ¡Sal de ahí ahora mismo! — pude notar que estaba corriendo por su respiración agitada. Fruncí el ceño. 

— ¿Que está pasando? — dije confundida.— Me dijiste que tenía pro-hi-bido salir.—reí nerviosa.

— ¡Deja de hacer preguntas estúpidas y sal de ahí ahora mismo! Jane, 221b Baker Street es un lugar emblemático. ¡SAL!

Y ahorta todo tenía sentido.

Intenté contestarle, pero un fuerte estruendo y una fuerza invisible me tiraron al suelo. Lo único que sentía en ese momento era el agudo dolor punzante en mi herida, ya que había caído sobre ella. Todo era silencio, a excepción por el pitido que escuchaba por el estruendo. Abrí un poco los ojos, y ví la casa completamente destruída. Había escombros y polvo por todos lados. Cada segundo me costaba más y más mantener mis ojos abiertos, intenté ponerme de pie pero me fue imposible. El dolor era insoportable, no podía ver ni escuchar con claridad. Alcé levemente la mirada, y me encontré con la silueta de Sherlock en la puerta, sabía que corría hacia mí, pero yo le veía en cámara lenta. Sabía que me cargaba en sus brazos, pero no podía sentir sus manos. sabía que me hablaba, pero no podía oír mi voz. Unos segundos después, logré ver a más personas entrar por la puerta, una de ellas era Lestrade. Me veía fijamente mientras le daba una palmadita en el hombro a Sherlock. 

Después de eso, todo se tornó negro, de nuevo.

(...) 

Abrí levemente los ojos y me encontré con una fuerte luz blanca y un techo blanco. Suspiré pesadamente al recordar la vez anterior dónde me encontraba aquí. Esperé unos segundos para acostumbrarme a la luz, y al hacerlo, me senté sobre aquella camilla y miré a mi alrededor, estaba el monitor cardiáco,  una bandeja con agua, y otras cosas. Bajé la mirada y quité la los cables que tenía pegados a mi pecho, me puse de pie, el dolor había desaparecido, casi por completo. Salí por la puerta de la habitación en la que me encontraba, y me encontré con un pasillo completamente vacío y tan iluminado que me ardían los ojos. Había una puerta al final, cuya luz estaba apagada, comencé a caminar hasta ella, pero, con cada paso que daba, me alejaba más de ella, algo me dijo que debía ir a otro lado. Me dí la vuelta y caminé hasta una puerta que, aparentemente era la salida. 
Empujé la puerta gris, y salí al exterior. Londres estaba vacío, y ligeramente más nublado. Me abracé a mí misma intentando entrar en calor. Caminé unos metros, alejándome más del hospital. Di vueltas por todos lados, hasta que ví a Sherlock sobre un edificio. Me quedé helada. Sentí un fuerte dolor en mi pecho al verle ahí, sólo era miedo. Mi celular comenzó a sonar dentro de mi bata, lo saqué sin dejar de mirar a Sherlock, quién tenía el suyo al lado de su rostro. 

— ¡Sherlock! — grité desde abajo al ver cómo dió un paso más al frente. 

Me miró, logré ver cómo lágrimas caían de sus hinchados ojos. A este punto, probablemente estaba igual que él. Llorando cómo nunca. 

— No lo hagas...— rogué. 

— Tengo qué, Jane...— dijo él, con un tono débil, cómo si le costara hablar. — Tengo que mantenerte a salvo...

— No, Sherlock...— dije llorando a más no poder— Por favor, no lo hagas. 

— Jane.... eres la persona a la que más he amado, y asi será.

Y sin darme la oportunidad de decirle lo tonto e innecesario que era hacer ésto, Sherlock saltó. Veía su cuerpo sin fuerza caer lentamente al suelo, pero justo antes de que la peor parte pasara, desperté. 

— ¡SHEEERLOOOOCK! — grité con todas mis fuerzas al abrir mis ojos. Lestrade y el doctor que se encontraban en mi habitación me miraron por unos segundos. Ví la sombra de Sherlock por la ventana correr hacia mi habitación, me puse de pie ignorando las indicaciones del doctor de quedarme en la cama, Sherlock abrió fuertemente la puerta y lo primero que hice fue abrazarle con todas mis fuerzas, que en ese momento no eran muchas. Él me correspondió y me abrazó tan fuerte que me dolió, pero no dije nada, el dolor no se comparaba al alivio que sentía al tener a Sherlock entre mis brazos y yo en los de él.  

Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).Where stories live. Discover now