《Jugando a los detectives》

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Faltaban dos días para su graduación y se sentía demasiado insegura con todo lo que podía llegar a pasar. Había llegado con miedo a la casa de Alya, después de pedir que ella le notificara a Adrien ahí estaba en casa de la morena, histérico por la seguridad de su musa, pero olvidándose de sí mismo. Su estómago estaba revuelto por todo aquello.

Respiró con algo de dificultad, productor de que se había convertido en un manojo de nervios pues ya se escuchaba a una patrulla camino al inmueble en el que se encontraban. Sentía que el tiempo iba a gran velocidad, ya que en un parpadeo ya se encontraban un policía y un detective en aquella misma habitación, preguntando todo lo que sabían sobre la amenaza que le habían hecho a la pareja de adolescentes.

Ella también tuvo que cooperar con las respuestas a los cuestionamientos que les hacían sobre posibles sospechosos. El joven rubio no tardó en acusar a dos de sus compañeros que en días anteriores ya se había mostrado con cierta envidia a la relación que comenzaba a surgir tan deprisa entre ellos, pero para Marinette no era así. Incluso para ser ellos, eso era algo extremo.


. . .


La mejor amiga de la azabache no estaba para nada contenta con lo que les habían dicho los oficiales el día anterior, por lo que ese día se había puesto a hablar con los paparazzi que encontró a diferentes horas del día fuera de la panadería de los Dupain-Cheng. Todos concordaban con no haber visto nada, es por ello que les pidió el horario en los que estuvieron vigilando durante el domingo y lunes; a partir de ello notó que había una concordancia: durante las 2:30 am hasta las 4:00 no hubo nadie vigilando. ¡Seguro esa fue la hora en que se colocó la nota!

Pero aun había un problema, el fotógrafo que llegó por la mañana tenía una prueba de que la nota no estaba ahí cuando llegó. ¿Entonces cómo era posible que esta apareciera?

Las dudas la continuaron invadiendo mientras anotaba todas las posibles ideas en un cuaderno, sentada en el parque cercano a la casa de su compañera. Ahí vio que frente a ella se mecía una cabellera rojiza, perteneciente a uno de sus conocidos. Estaba en sentado en una banca del otro lado del parque, una que permitía ver bien la parte superior de la casa de la ojiazul.

La mirada de la castaña se afiló cual felino al ver a su presa. Parece que el causante de todo este problema era uno de los que el modelo y diseñador había nombrado. Estúpidos celos del dibujante.

Rumores [Miraculous Ladybug Fanfic]Where stories live. Discover now