—¿Me lo ibas a contar alguna vez?—fue lo primero que salió de mi boca.

La tension que nos había encarcelado era horrible.

—Hice los tramites luego de estar dos días cuidándote a ti ¿sí?—explotó—.Yo cuidaba de Kathy antes de que a ti te pusieran la marca. Era su ángel desde que ella nació, cosa que a pocos ángeles les pasó porque la mayoría tuvieron que esperar hasta el primero de diciembre para ser asignados. Y fui apartado de ella ¡porque a ti marcaron las jodidas sombras!

Se me fue la respiración. Con razón aquel odio con el que me recibió y todas las veces que me había tratado fatal.

Ahora Simón estaba ocupando el lugar que le pertenecía. Simón era el guardián de Kathy y por eso también lo había recibido de mala gana en la puerta.

—Ahora comprendo todo—dije al fin, con la mirada en algún punto de la habitación—.Comprendo tu desprecio hacía mí y la manera horrenda en la que me mirabas cuando llegué.

Ethan se llevó las manos a las caderas y le lanzó una mirada al cielo, exasperado.

—¡Felicitación por descubrirlo!—comenzó a aplaudir, irónico.

—¡Vete a la mierda, Vinny!—carraspeé.

Pasó una hora exactamente cuando Florencia volvió a reaparecer en la habitación. Sally dormía de forma plácida y babeaba contra su almohada por más que eran las dos de la tarde.

—Niño, está todo listo—dijo finalmente aquella chica de una alegría algo exagerada. Se volvió hacía mí—.En unos minutos tendrás a un nuevo guardián. Que por cierto, está bastante buenote—me lanzó un guiño de ojo, de forma picara.

Arqueé una ceja.

—¿No puede ser una guardiana?—propuse, malhumorada.

Florencia me miró de arriba a abajo.

—Agradece que te asignamos uno. En nuestro mundo no nos agradan mucho los marcados—mosqueó, con desdén.

Estuve apunto de protestar, pero preferí morderme la lengua.

Ethan dio un paso hacía mí y me tendió una mano.

Yo la miré, unos instantes.

Finalmente se la estreché, como si hubiésemos cerrado el mejor de los negocios.

Vi en sus ojos castaños algo de melancolía y frialdad a la vez.

Se me encogió el corazón.

Recién caía en la cuenta que se despediría de mí.

—Adiós, Angélica.

—Adiós...Ethan.

Cerró los ojos cuando se apartó de mí y lo vi consumido por la neblina misma.

Ethan se había ido.

Florencia quedó en la habitación, y sacó una libreta de su bolsillo más un bolígrafo azul.

—¿Por qué tengo la sensación de que se no se llevaban bien?—preguntó al fin, mirando atentamente su libreta mientras anotaba algo.

—Tu sensación no falla—contesté, sentándome con pesadez en la cama.

Estaba algo mareada por lo sucedido y me sentí algo rara al despedirme de Ethan.

Por más que nos hayamos llevado mal desde el principio, lo echaría un poquito de menos.

¡Sólo un poquito!

Escuché pasos provenientes de la planta baja. Ser un ángel me permitía escuchar todo lo que estaba a mi alrededor.

Pocos minutos después, alguien tocó la puerta de la habitación.

Sally se despertó del golpe y tardó un momento en reaccionar. Cuando parpadeó unas infinidades de veces, caminó con decisión a la puerta sin antes echarle un vistazo a la bolsa de pastillas diminutas que estaban guardadas en su bolsillo.

Abrió la puerta y se encontró con los ojos grises de mi padre.

—¡Buenas tardes hijo!—saludó, pareciendo olvidar la pelea de la noche anterior—¿Qué tal si vamos a esquiar y a pasar lo que queda del día juntos?

Para mi sorpresa, Sally sonrió de oreja a oreja.

No me lo esperaba. Había creido que reaccionaria de alguna manera más violenta ante su pregunta.

Mi padre pareció satisfecho por su contestación.

—Voy a preparar mi traje de esquiar —le dijo, con cierta emoción sospechosa— Espérame en la sala que bajaré en seguida. Pero antes ¿quieres tomar un café conmigo? Prepararé uno para ti y uno para mamá. Me salen deliciosos.

Papá asintió, le revolvió el pelo de la frente y se fue mientras chiflaba una canción con un muy buen humor.

Sally cerró la puerta y cuando vi su rostro, se me heló el corazón.

Su mirada se volvió sombría y ahora su sonrisa era cínica.

Sacó la bolsa de pastillas de su chaqueta y las contempló un instante.

—El ultimo café de sus vidas... 

No te olvides de Angélica.Där berättelser lever. Upptäck nu