Capítulo 22. Vendida

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   James llegó al amanecer a su castillo. Stephanie no lo vio llegar, pero como ya había dejado todo preparado para que durmiera tranquilo, no se preocupó. Cuando ya el sol deslumbraba por completo se asomó con cuidado para ver a James totalmente rendido y cubierto por el frío.

"Descansa príncipe idiota" —pensó con picardía.

Ya entrada la tarde, James continuaba durmiendo y Stephanie observaba horrorizada unas nuevas águilas exóticas que habían capturado y ahora eran regalo para la colección del palacio. Violette la había llevado con ella para que las viera. Definitivamente eran hermosas, pero a Stephanie le daba pesar verlas prisioneras en esas jaulas.

Tal vez esas águilas le recordaban a ella cuando los gitanos la capturaron, a ella en ese mismo instante porque continuaba siendo una prisionera al fin y al cabo. Aunque continuó con sus labores, las águilas no salieron de su cabeza, fue algo fuera de todo raciocinio lo que la llevó a volver al lugar de las jaulas, no había nadie por los alrededores, ese era su momento.

—Nadie tiene que enterarse que yo las liberé, ¿cierto? Abriré las jaulas y volarán lejos, muy lejos de aquí.

Stephanie sintió temor al verlas más de cerca, eran enormes y con grandes garras.

—Tan solo no vayan a atacarme a mí.

Con presura abrió la primera jaula y sintió el fuerte aleteo pasarle sobre la cabeza. Corrió a la segunda jaula con el mismo resultado, pero su horror fue cuando al alzar la vista vio la dirección que tomaron las águilas.

—¡No! ¡No! ¡No! No vayan al palacio.

Corrió intentando seguir el camino de al menos algunas de ellas, casi se desmayó al ver que una estaba en lo que era la ventana de la habitación de James.

—Porqué dejaste las ventanas abiertas. ¡No entres, por favor, no entres!

Stephanie solo pudo visualizar al águila perdiéndose de su vista en la oscuridad del cuarto.

***

—¿A dónde vas? —cuestionó Violette al ver a Stephanie correr por las escaleras.

—El amo me está llamando —respondió sin detenerse.

Al llegar a la puerta se detuvo tomando aire. Esperó escuchar algún ruido o grito, pero todo parecía estar en completo silencio. Entró con cuidado y tuvo que llevarse las manos a la boca para reprimir un grito. El águila estaba sobre el estómago de un muy dormido James; al escuchar a Stephanie volteó a verla, ella se quedó inmóvil esperando no asustar al ave.

—Por favor vuela por esa ventana lejos de aquí —rogó.

El ave parecía pensarse la proposición, miraba de Stephanie a la ventana y luego a James, parecía estar a punto de tomar la decisión correcta, pero James suspiró y el ave sin miramientos presionó sus garras en el abdomen del príncipe.

James reaccionó de inmediato ante el dolor, al sentarse el águila que ahora estaba en pleno vuelo pasó una de sus garras por la mejilla de James antes de comenzar a volar golpeándose con los objetos de la habitación.

—¡¿Qué es eso?! —James aún con mirada borrosa intentaba descifrar esa abrupta forma de despertar.

Stephanie se había lanzado al suelo, cubriéndose la cabeza, y es que el águila era aterradora, estaba chillando lo que hacía el momento más caótico.

—¡Es un águila! —gritó Stephanie desde su lugar en el suelo.

James al distinguir al ave procedió a acostarse de nuevo y cubrirse con las cobijas como protección.

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