parte 5 -el hombre que es Joel Travers-

303 27 13
                                    


Jamás había tenido sexo con un hombre, jamás lo había pensado, nunca había tenido curiosidad sobre el mismo sexo. Jamás se me había ocurrido que yo, Andy Dorly, llegaría a acostarme con un hombre, este hombre, Joel Travers. Y jamás, se me hubiera ocurrido, que el sexo anal dolería como mil demonios clavándome mil tenedores en el trasero.

Me quede recostada boca arriba luego de que lo hayamos hecho, no podía moverme. Joel se sentó al costado de la cama y comenzó a fumar un cigarrillo.

-dime, ¿cómo estuve?- pregunto mirándome con una gran sonrisa que en ese momento odie con todas mis fuerzas.

-tch...- lo mire con enojo.

-¿qué sucede?- sonreía. ¿Acaso se estaba burlando de mí?

-dime que a ti también te duele algo, porque juro que si no es así, estás muerto- se recostó a mi lado y coloco su brazo bajo mi cabeza, luego con un susurro en mi oído me dijo.

-no me duele nada. Pero créeme cuando te digo que me apretó mucho cuando entre-

-asqueroso pervertido sin corazón- lo aparte de mi oído de un empujón. -¡bien!- me puse de pie cuidadosamente-

-¿adónde vas?- pregunto con una mueca de preocupación.

-me voy a mi casa. Mañana tengo que trabajar y por ahora necesito descansar- comencé a vestirme. -ya termine mi trabajo aquí y creo que mi deuda fue saldada así que... adiós- me encamine lentamente hacia la salida.

-un momento- Joel corrió hasta mi para impedirme el paso de salida. Solo llevaba sus pantalones puestos, dejando su piel al descubierto. -¿crees que me acosté contigo porque me debías algo? te equivocas- suspire esquivando su mirada y llevándola justo en el suelo.

-entonces ¿cuál es tu problema?- me había rendido a este hombre y no de la forma cariñosa, sino, me rendí antes mi orgullo para que él se sintiera bien conmigo y pueda terminar mi trabajo en paz.

-André, ¿por qué juegas conmigo? sabes lo que siento por ti. Desde la secundaria, y estoy seguro que te alegro verme después de tanto tiempo, vienes y me provocas sabiendo cuales eran mis intenciones en primer lugar. ¿Volveremos a vernos al menos?- yo, ¿lo provoque? por favor. Nunca fueron tales mis intenciones con él. En primer lugar el me obligo, y segundo, el es el que juega conmigo, no, juega con mi paciencia. No conteste a su pregunta, solo me digne a caminar para salir de ese lugar, pero el nuevamente me detuvo sujetándome del brazo. -André, no te vayas. Quédate por esta noche. Ven, vamos a darnos una ducha- jalo de mi.

-n...no ¿qué haces? estoy cansado- me negaba jalando de mi brazo, pero él para no seguir haciendo fuerza en mi contra me alzo en su hombro.

-por eso. Si estas cansado con más razón vamos a ducharnos, yo te limpiare las zonas más ocultas que tengas- sonreía burlándose de mi.

-no seas idiota. Bájame- golpeaba su espalda suavemente.

Me llevo hacia el baño y comenzó a desvestirme nuevamente. No expulse ninguna palabra de mi boca. Solo deje que hiciera lo que quiera conmigo.

-¿sabes? Siempre estuve enamorado de ti. Primero me sentí totalmente estúpido. Pero después, comencé a darme cuenta que no tenia de que avergonzarme. Cuando te declaraste a Sara, dios, si que sentí celos. Sentí que era estúpida si te rechazaba, pero a la vez me alivio. Pensé que tenía una oportunidad- mientras me pasaba jabón por la espalda se detuvo y giro mi rostro para verlo a la cara. –y cuando me rechazaste. Me dolió mucho. Había perdido algo muy especial. Me sentí feo, odioso, inútil. No te culpo por nada, no lo tomes a mal-

-lo siento, no debí ser tan frio. Se lo que se siente que te rechacen, mas cuando dije esas cosas. Estuve mal- me sentí algo presionado, pero sentía que le debía una disculpa sincera. Lastima el momento, es algo incomodo decirlo en la ducha.

-no, nada de eso. Gracias a ti, soy el hombre de aquí- se señalo a si mismo orgulloso. –cuando me rechazaste fui a un bar solo para homosexuales. Estoy seguro de que era el único virgen en ese lugar. A pesar de mi aspecto, un hombre se acerco a mí. No tenía otra intención más que preguntar el porqué yo estaba ahí. No era más que un viejo de unos treinta años, pero vaya que me ayudo bastante. Me enseño a cómo vestirme, a como ligar con chicos, a hacer tragos. Fue mi sensei de toda la vida. Me enseño a no ser extraño. Me enseño tantas cosas que valoro mucho su existencia-

-¿Qué fue de él?- sentía que hablaba sobre un pasado lleno, en el cual hoy en día se veía vacio.

-debe estar en algún motel follando con un viejo arrugado de su edad- me desconcertó totalmente. Pero se veía en sus ojos el cariño que le tenía a aquel hombre.

Esa fue la breve historia de Joel Travers. Luego de eso nos acostamos a dormir. No me toco ni un pelo aquella noche, no hizo más que abrazarme. Sentía que me iba a sacarlos pulmones con su peso sobre mí. Parecía un koala enredado en mi cuerpo.

Me fui por la madrugada sin hacer ruido.

Aunque hayamos pasado una linda noche juntos, no quería volver a verlo. Aun quería casarme y tener hijos con una mujer, o al menos ese era mi plan feliz de vida.

Me dirigí a mi departamento a darme una ducha y cambiar mi ropa. Como no hacía tiempo para descansar y dormir un poco, decidí desayunar en una cafetería tranquilamente.

-dime que el trabajo que hiciste salió bien, por favor- dijo Maty con pocas expectativas hacia mí.

-perfecto- sonreí victorioso.

-sr. Tayler. Se le ve orgulloso. Felicidades. Ahora tiene otro trabajo. Publicidad en el mercado televisivo del mismo dueño de soft drink- dijo el sr. Alex.

Maldición, esto aun no ha terminado ¿verdad?

ese beso, me pertenece. (yaoi-gay)Where stories live. Discover now