CAPÍTULO 2: LA PRIMERA VEZ

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar. Para este capítulo he contado con la colaboración de @DANHYGLEEKALEN que me ha ayudado a escribirlo. Así que tenéis dos autoras con esta historia. La semana que viene no voy a poder actualizar porque estaré fuera unos días. No voy a abandonar la historia, dentro de dos semanas volveréis a leerme...

CAPÍTULO 2: LA PRIMERA VEZ

Blaine aún seguía indeciso con lo que pensaban sus padres pero mentalmente quería que todo volviera a ser como antes. Su deseo era tal que haría cualquier cosa para volver a sentirse querido por esas personas que deberían amarlo sin condición. Por eso, cuando vio que Smythe se disculpaba con sus invitados para ir al baño, decidió seguirlo.

Cerro la puerta con seguro cuando entró y se acercó al otro, que lo miraba extrañado pero sin decir nada. Sin darle tiempo a que reaccionará, el moreno beso su boca de manera salvaje haciendo que sus lenguas chocaran una y otra vez. Se separaron por la falta de oxígeno y el ojimiel bajo sus manos hacia el pantalón del castaño para soltar el botón y bajar la cremallera. Comenzó a acariciar el miembro del otro por encima de sus boxers, provocando un nuevo un gemido del otro, que quedó ahogado cuando el más joven volvió a besarlo.

– Vaya, si que eres atrevido. – Sebastian comentó sorprendido y Anderson lo miró con una sonrisa lujuriosa. Blaine fue agachándose mientras sacaba la mano de dentro del pantalón. Agarró la cintura de éste y de los calzoncillos y bajó ambas prendas hasta sus tobillos mientras él se acomodaba de rodillas. Empezó cogiendo su miembro con la mano y comenzó a excitarlo de manera lenta, intentando mirar a los ojos verdes del otro, esperando percibir sus reacciones. Smythe movió su cabeza hacia atrás sintiendo el mayor de los placeres. Sólo podía desear tener más.

Ese deseo se vio satisfecho cuando sintió la lengua ajena acariciarlo con suavidad, aumentando aún más su placer y causando que su respiración se volviera irregular y más sonora. Debía reconocer que la adquisición de la empresa había consumido tanto tiempo que no había podido buscar amantes durante unos meses, por lo que eso era exactamente lo que necesitaba.

Entonces el más bajo metió su erección en su boca con delicadeza, haciéndolo gemir con fuerza. Se sentía en el mismo cielo en ese momento. La boca de Blaine recorría el miembro del otro con timidez pero se esforzaba por darle placer, lo hacía de forma rápida, sintiendo como el otro se tensaba hasta que sintió un líquido caliente en su garganta, que acabó tragando. Había conseguido que el mayor llegara al orgasmo y eso era lo que tenía que hacer, por lo que era el momento de acabar.

Anderson se levantó y miró al otro, que subió sus calzoncillos y pantalones para abrochárselos. No dijeron ninguna palabra porque uno no sabía qué decir y el otro estudiaba sus movimientos intrigado por saber qué le había llevado a lanzarse de esa manera.

Salieron sin siquiera mirarse y los dos tomaron caminos diferentes, Sebastián siguió hablando con los demás invitados mientras Blaine volvía con sus padres.

– ¡Ey! Parece que te divertiste. – Dijo su padre, dándole palmadas en su hombro. Sospechaba lo que había pasado y, aunque le repugnaba, era algo necesario para él.

– Y bien... ¿El señor Smythe es buen amante? – Preguntó su madre sonriendo. Realmente no quería saberlo, no le interesaba. Lo que realmente le interesaba era saber si su hijo había sido capaz de hacer lo que debía para que ellos mantuvieran su puesto de trabajo.

– No lo se, sólo le di sexo oral... Por algo tenía que comenzar, ¿no? – El menor respondió algo tímido. Era la conversación más extraña que había tenido en su vida.

– Eso fue muy bueno de tu parte. – Replicó su padre sonriendo. – Ya sabes, cuando tengas la oportunidad, ten sexo con el, así seguiríamos con nuestros puestos. No te preocupes, tú deja que él haga contigo lo que quiera y todo irá bien.

Por mucho que su padre insistía, el chico no sabía cómo todo podría ir bien. Sin embargo, el miedo y el deseo de que todo volviera a ser como antes podía más que él.

Horas más tarde, todos los empleados ya se estaban yendo de lugar. Era la oportunidad perfecta que tenía Sebastian para conseguir un rato a solas con Blaine. Desde esos momentos a solas en el baño, no había podido dejar de pensar en el joven y deseaba más todavía. Ya le había demostrado que no era tímido ni mojigato, por lo que deseaba sacar el máximo partido a esa oportunidad.

Vio que los señores Anderson se estaban despidiendo de su hijo. Al parecer, no iría con ellos a casa. Decidió arriesgarse, deseando que el joven no tuviera ningún plan que no pudiera posponer, y reservó una habitación del hotel.

Los Anderson se habían marchado y Blaine miraba su teléfono, no sabía muy bien qué estaba aciendo pero se acercó a él por la espalda

– Te espero en la habitación 205, no me falles. – Sebastian susurró en el oído del otro antes de alejarse sin esperar respuesta.

Anderson no iba a dudar, no en ese momento que estaba consiguiendo la aprobación de sus padres. Esperó a que se fueran los últimos invitados, fingiendo que estaba mandando mensajes a alguien, con la esperanza de que pensaran que estaba quedando con algún amigo. Cuando estuvo despejado, subió en el ascensor hasta la segunda planta, donde estaba la habitación que el otro le había indicado.

Se encontró con esa puerta y vacilo por un momento. Sabía que una vez dentro, no habría marcha atrás. Todavía había algo en él que no quería seguir, pero su deseo de tener la aprobación de sus padres era más intenso. Golpeó con los nudillos dos veces la puerta y esperó durante apenas dos segundos.

– Creí que te habías arrepentido. – Dijo el castaño al abrir la puerta y comprobar que era la persona a la que había estado esperando. El moreno no pudo evitar notar que el otro ya se había quitado la chaqueta del traje y la corbata. Además, tenía dos botones de la camisa desabrochado.

– No tendría por que hacerlo, señor Smythe. – Respondió el joven antes de entrar. El ojiverde asintió y lo dejó pasar. El más bajo puso su chaqueta en la silla, junto a la del otro y comenzó a soltar la pajarita.

– Dime Sebastián, por favor, y yo te llamaré Blaine. Después de lo que ha pasado hace un rato, no somos exactamente desconocidos y aquí no tenemos que aparentar o guardar las formas, ¿no crees? – El castaño sonrió de manera traviesa.

El chico asintió, acercándose al castaño despacio, casi con miedo. Smythe se dio cuenta pero pensó que simplemente era por los nervios. El mayor cogió el rostro del otro con ambas manos y lo besó. Al principio fue despacio pero pronto intensificó el beso. Anderson comenzó a sentirse casi mareado por culpa de los nervios y del miedo. Sabía que la primera vez era dolorosa y no estaba seguro de que el otro fuera a tener cuidado.

Blaine sintió como aquellas manos bajaban por su cuello y soltaban los botones de su camisa, acariciando sutilmente su pecho conforme descendía por la prenda. El moreno supuso que él debía hacer lo mismo y movió sus manos para deshacerse de la camisa del otro. Después siguieron con el resto de las prendas.

Cuando los dos estuvieron totalmente desnudos, el castaño acostó al chico suavemente en la cama, acomodándose entre sus piernas pero sin apoyar su peso sobre él para no lastimarlo. Besó sus labios, acariciándolos, pasando a su barbilla y después a su cuello. Pasaba su lengua por su cuerpo mientras el otro cerraba los ojos para disfrutar, nunca se había sentido así. Bajo hasta su pene para lamerlo y meterlo en su boca mientras acariciaba su propia entrepierna. Volvió a la boca de Anderson, excitándolo aun más porque pudo probarse a sí mismo. Busco el bote de lubricante y el preservativo en uno de los cajones de la mesita de noche. Cuando el moreno se dio cuenta, le dijo que no necesitaba el preservativo y lo dejó en la mesita. Sebastian asintió y volvió al lubricante, lo untó en sus dedos. Comenzó a remover la entrada de Blaine con uno de sus dedos, viendo como el chico se tensaba al sentirlo y siguió de manera suave, añadiendo otros dedos, hasta conseguir relajarlo. Cuando hubo conseguido su objetivo, puso más lubricante en su miembro antes de introducirlo en el otro. A pesar del deseo, notó que al otro le dolía su intrusión, por lo que esperó a que el otro se encontrara más cómodo antes de seguir. Empezó con embestidas suaves y fue aumentando su ritmo poco a poco hasta que llegó un punto en el que el ritmo era frenético. Se corrieron los dos al mismo tiempo, aunque Anderson no llegó a sentir tanto placer como el otro. Sebastián entró al baño en busca de papel para limpiar todo el desastre que habían ocasionado. Después de eso, el castaño se ofreció a llevar al otro a su casa. No quería que cogiera un taxi o el metro después de lo sucedido entre ellos.

Amantes (Seblaine - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora