Capítulo 11: Paletas.

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— Chaa, chaaaa, chaddieee—canturreó Cloe lanzándose a los brazos de su hermano mayor, me reí por como lo atacó tomándolo  desprevenido y su expresión en respuesta no tuvo precio o descripción posible, la niña apareció en medio del proceso para iniciar la partida.

— ¡¡Maddison!! —exclamó Celine Dawkins de Gedemer, mamá del chico de los audífonos y mejor amiga de mi madre desde la infancia, sus ojos verdes, igualitos a los de todos sus hijos, brillaron en sorpresa—Wow, ¿ustedes dos amigos? No me lo creí cuando Agatha me lo contó, pero vaya que tenía razón.

— Hola, Celine—le saludé con una gran sonrisa sincera.

— Mamá—expresó en reproche Chad acariciando la melena rubia de su hermanita, luego los revoltosos par idénticos de hermanos, Chase y Charlie sin saber de donde salieron se lanzaron encima de mí aplastándome por completo.

— ¡¡¡Mads!!! —gritaron los pequeños al unísono abrazándome o algo así, después sus pequeñitas manos estaban por toda mi cara y brazos, eran tan iguales que no sabía cuál era cuál, uno llevaba una camisa de cuadros verdes y el otro de azul, y al cariñoso abrazo se nos unió Cloe.

El de verde emocionado alegó: — ¡Por fin viniste!

Debido a la cercanía de nuestras familias, los pequeños y yo nos llevábamos bien hasta un punto de tenernos cariño mutuamente, el origen de todo eso era lo mucho que nuestras madres hablaban—todos los días—y ellos se la pasaban en mi casa o mamá en la de ellos.

— ¡Me alegra que por fin Chad ya te hable! Era hora, ¿No crees? —comentó la mamá de Chad acercándose al sofá— ¿Ya le ofreciste algo de comer, Chandler?

— No—respondió Chad sonrojado. ¡Dios mío! Se sonrojó, ese momento épico quedó grabado en mi memoria y mi sonrisa se volvió más grande.

— ¿Gustas de un vaso de té o algo de comer? —preguntó Celine amablemente y pasó por donde Chad estaba para darle un coscorrón regañándolo—Sos un maleducado, ¡Te he dicho cientos de veces sobre ser atento!

— Tranquila, Celi, estamos bien así, aunque sería de mucha ayuda el que me dijeras quién es Chase y quién es Charlie de estos—dije ya incorporada de nuevo con los tres niños a mis lados abrazándome. Los dos varones eran como la versión de niño de Chad, y me pregunté si de grandes serían iguales a él.

Chad y su madre empezaron a reírse, y antes que ella pudiera responderme Chad contestó: —Obsérvalos bien y notarás la diferencia.

El de azul me sonrió pícaramente, era el que más fuerte me abrazaba y sus ojos verdes eran más oscuros en ese momento, le señalé y dije el primer nombre que se me ocurrió: —Chase.

—Nop, ¡Yo soy Chase! —me corrigió el de verde señalándose a sí mismo, le saqué la lengua en modo de juego provocandole una sonrisa.

— Ay, Mads, ¡Hasta yo aprendí a diferenciarlos! —me presumió Cloe con su linda vocecita de niña pequeña, era tan tierna.

— Soy mala para las adivinanzas—me excusé haciendo un leve puchero y luego ataqué a los tres con cosquillas. Sus risas eran tan escandalosas que me dejaron casi sorda, literalmente.

— Bueno, me retiro, me saludas a Agatha, Maddie—Se despidió Celine llamando a los trillizos para que se fueran con ella.

— En serio lo siento por eso—se disculpó Chad sonriendo.

— Ahí sí te disculpas, jodido—bromeé tomando un control.

— En serio te aman, hasta creo que más que a mí—confesó él con su lindo brillo especial en sus ojos esmeraldas.

— Son tan adorables.

— Lo sé, ya pues, ¿Serás la mujer o quieres a otro personaje?

— ¡Obvio que la mujer! —dije riéndome.

— Quién sabe, sos tan impredecible—replicó riendo también y seleccionando los personajes.

— Nah, pero vos, uff, seguro que querés a la mujer por eso no quieres que la elija, porque quieres ser mujer en secreto y  te gustan los penes—comenté sarcástica en broma. 

— Me gustan más las donas—me guiñó un ojo siguiéndome él juego y estallamos a carcajadas.

— ¿Qué es "penes"? —preguntó sentada a mi lado Cloe, grité porque me asustó cuando habló y es que todavía seguía allí y yo ya la había dado por ausente, pero seguro se regresó muy sigilosa. Chad solo rió y se negó a responderle.

— Eh, ohm, penes es... como una paleta, sí, eso—improvisé sin querer decirle que era realmente, ¡Era una niña de cinco años! Yo con costó supe que era una vagina a los ocho años por una clase de ciencias naturales.

— ¿Cómo? —respondió sin poder creerse lo que dije, pero luego empezó a gritar: — ¡¡¡QUIERO PENES!!! ¡¡MUCHOS PENES ROJOS!!!

— ¿En serio, Maddie? —replicó Chad riendo a carcajadas, y me sonrojé. Cloe se levantó y empezó a llamar a sus hermanos.

— No, ¡No le digas! —advertí, pero no me hizo caso y salió disparada gritando que quería penes.

— ¡Jodas! —exclamé riendo tapándome la cara con mis manos, luego aparecieron los tres juntos y Charlie preguntó:

— ¿Tienes penes, Chad?

— ¡Maddie ha de tener penes! —supuso Chase, como siempre les regalaba alguna paleta...

— ¡¡Mamáá!! —llamó Charlie— ¡Ya sabemos que es penes!

— ¡Chandler! —gritó desde al saber adónde su mamá.

— ¡Fue Maddie! —se defendió él aún riendo.

En ese momento deseé que la tierra me tragara por completo.

El chico de los audífonos. [Borrador].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora